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- Ongi etorri, mi querido padre espiritual.
- Kaixo, mi querido hijo espiritual. En
realidad eres mi hijo putativo, pero aquí en Quántix abundan los guasones y se
reirían con la palabreja. Ya sabes que tenemos un número multitudinario de
seguidores cuánticos. Ellos sí saben catar el buen vino. Vamos a pasar de largo
a mi segundo arzobispo, Don Juan de Zúñiga, porque no duró más que unos meses
en el cargo. Pero sí es significativa su trayectoria. Como era habitual entre
los altos dignatarios, pertenecía a una familia del más distinguido linaje. Por
eso llegó a ostentar el cargo de Maestre de la Orden de Alcántara. Y, ¡alehop!,
aquí tenemos una jugada maestra del “sutil” Fernando el Católico: hizo que la
Corona se apoderara de esa orden militar, quitándosela a Don Juan, quien, por
lo mismo, fue el último maestre civil de esa institución. Claro que hubo una
compensación también alambicada: el Rey consiguió el cardenalato para el
despojado y le nombraron arzobispo de Sevilla. Tomó posesión de su sede a
principios de 1504, se ausentó de inmediato, y murió ese mismo año. Ya sabes
que vi muchas veces al impresionante Rey, que incluso vino a Sevilla a hacernos
una inspección, y que siempre me tuvo bajo su amparo.
- ¿No echabas en falta el Valle de Mena?
- Quedé enamorado de esas dos tierras tan
diferentes. Yo y todos mis antepasados absorbimos hasta el tuétano un mismo
escenario vivencial: en ese sentido, Matienzo de Ruesga (Cantabria), Matienzo
de Carranza (Vizcaya), y el burgalés Valle de Mena son la misma verde, húmeda y
montañosa realidad. Pero en Sevilla se me diluía cualquier rastro de la
tristeza norteña, que parece empaparte más en lágrimas que en lluvia. Hablemos
de las fotos de hoy. Te he visto entrar cual sigilosa sombra en el cementerio
de Quintanilla de Pienza, cerquita de mi querido Valle de Mena, recogiendo
pruebas fotográficas de que, según dice el poeta, “duran las cosas sencillas”,
como la cabeza de Santiago tallada en lo que queda del ábside románico dentro
del camposanto. Son dos fotos. En una, está la cabeza con su concha. En la
otra, se demuestra, mi pequeño Holmes, que el santo mira hacia Santiago de Compostela (dirección
noroeste), porque sirve de perfecta indicación la rendija del ábside, con su
tradicional orientación hacia el Este. Que duermas bien, Príncipe de los Cartógrafos.
-
Gabon, Sancho. ¡Qué deliciosas visitas!
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