miércoles, 7 de octubre de 2015

(14)- Hola, pequeño luchador. Ya sé que tienes la impresión de que no pintamos nada dos viejos en las redes, pero también sé que no vas a tirar la toalla.
     - Hola, querido ectoplasma menés. No me queda otra. Los jóvenes viven en la vorágine del instante, medio epilépticos. Pero quizá les quede la duda de que, a lo mejor, merece la pena conocer el pasado. Así que yo seguiré  a lo nuestro: tengo que navegar emocionado por las páginas de tu biografía. De vez en cuando, alguien comprará otro ejemplar y hasta volveré a tener agradables tertulias con los lectores, café por medio.
     - Tú, tranquilo. No puedo adivinar el futuro, pero algo me dice que vas a vender libros como panecillos  calientes. Y mientras tanto, nos seguiremos viendo y me harás el inmenso favor de que, al menos los de mi pueblo, mantengan vivo mi recuerdo. De no ser así, volveré a las andadas, y con el hisopo en la mano, cantando el  “Dies irae, dies illa”, excomulgaré al Valle de Mena entero, salvo a los pocos justos que  hayan comprado el libro. Íbamos hoy a hablar de los clérigos de la catedral de Sevilla. Pero tengo que hacer mención antes a otras dos mercedes que me consiguió mi padrino Fonseca-Corleone. Primero le dio la vara al rey Fernando, y éste al Papa León X, para que me hicieran Abad de Jamaica, sin tener que pisar la isla y disfrutando de los diezmos. Después, con las  mismas influencias, me dieron el cargo de tesorero de la catedral de Burgos (ese descubrimiento tuyo tuvo mucho mérito), cuyas cuentas revisaba cuando iba a descansar en mi casa-palacio de Villasana. Pero no sólo le imité en lo censurable: también traté siempre de ser tan trabajador, tan eficiente y tan responsable como lo fue él en todas las tareas que los reyes le confiaron, e incluso en su sincera preocupación por defender a la Iglesia (contradictio humana est). Ya lo comentaremos mejor más adelante. Hiciste una bonita foto de varias estatuas del exterior de la catedral. Que se vea esa belleza. Sayonara, baby.

     - Te estás volviendo muy guasón. Bye, bye, dear daddy.

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