lunes, 30 de noviembre de 2015

(100) - Estás picoteando bien la historia, pequeñín: como alguien se anime a fisgar entre los cronistas de Indias, se va a quedar enganchado de por vida. Hablemos de Hernando Pizarro.
     - Eres un coach de primera, astuto abad.  Francisco Pizarro resulta atractivo como persona, pero su hermano  fue un tipo arrogante. Entre varios bastardos, fue el legítimo  heredero de Gonzalo, que, para mayor escarnio, reconoció como hijos a todos sus “bellos pecados” menos a Francisco, aunque quizá hubiera una razón: de haberlo hecho, quedaría desplazado como primogénito el “chuleta”. Lo que no se le puede negar a Hernando es su gran valía como militar. Estuvo, siendo muy joven, luchando al lado de su padre, capitán del rey, en la zona de Navarra contra los franceses. Hay un documento que encontré por chiripa y nunca he visto mencionado, en el que se le nombra también a él capitán. Resumo lo esencial: “El Rey. Por cuanto yo soy informado que, al tiempo que el exército de Francia entró en el nuestro Reino de Navarra, Juan Nicorte, nuestro capitán de infantería, reo (o sea, culpable), no guardando la fidelidad que nos debía, se quedó en Pamplona con los franceses, a cuya causa diz que el Duque de Nazara, nuestro visorrey del dicho reino, nombró en su lugar a Hernando Pizarro, hijo del capitán Gonzalo Pizarro, persona muy hábil para ello, por lo mucho que el dicho su padre y él nos sirvieron en el cerco de Logroño; por ende, Yo por la presente lo he por bien y lo confirmo y apruebo. Fecha en Gante a 27 de julio de 1521 años”.
     - ¡Ay, lucero mío! Qué recuerdos. Solo me quedaban cinco meses de vida. Quien da fe del documento es el temible secretario real Francisco de los Cobos. ¡Vaya elemento! Pero era uno de los aliados de mi padrino, el obispo Fonseca, y me vino de perlas para que Carlos V  me mantuviera en la Casa de la Contratación.
     - Tuviste una vida tormentosa pero apasionante, olvidado menés. Al recibir la copia de la confirmación real de su nombramiento, Hernando dejó diáfana su firma manuscrita. Uno se queda con la impresión de que el grandísimo Francisco Pizarro le tenía cierta reverencia a este petulante e ilustrado “hijo legítimo”, y es muy posible que, por propia iniciativa, fuera Hernando el que ejecutó a Almagro, el “sin ventura” socio de su hermano. De hecho, al volver a la Corte en 1539 para negociar asuntos, fue acusado del delito y condenado a prisión, permaneciendo “teóricamente”  encerrado en el castillo de La Mota más de veinte de años, aunque viviendo a lo grande. Fue una suerte para él porque se libró de acabar en Perú  tan trágicamente como su hermano Gonzalo.
     - Sigue mañana  con la historia. Esto se está llenado de tuertos de guerra. Le “quebraron” un ojo a Pánfilo de Narváez en batalla contra Cortés; la misma “quiebra” tuvo Almagro, y pronto aparecerá otro ilustrísimo “cíclope”. Y, ¡oh, Dios mío!: más adelante hablarás  de mi querido tataranieto Álvaro Ortiz de Matienzo, que el pobre, también por heridas de guerra, quedó “ciego de la vista corporal”. Saca alguna foto bonita que me consuele. Bye, my dear.
     -  Continuaremos con los Pizarro. Bye, sweet Sancho.



     No es muy alegre la foto, secre, pero al menos es positiva: ese mausoleo está  dedicado con toda justicia a Francisco  Pizarro dentro de la catedral de Lima, ciudad fundada por él en 1535. Se preparó en 1985 con motivo del 450 aniversario de la ciudad, y da gusto ver que  los peruanos se sienten todavía agradecidos al viejo luchador.


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