(81) - Gabon lastana: quizá en Karrantza te
pregunten algo en euskera.
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Ongi etorri, biotxa: con estas cinco palabras voy que txuto. Tendrán piedad con
un jubileta. Pero no me distraigas, que tenemos que seguir con tu sobrino Juan.
Desembarcó en Santo Domingo para formar parte del triunvirato más temible de
todas las Indias, porque inauguraban la primera audiencia, con el poder de
juzgar a vivos y muertos en representación de los Reyes Católicos.
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Qué desastre, discípulo amado. Llegó ensoberbecido y trapacero: primeramente
oteando el horizonte, pero pronto descubrió el chollo.
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Me gusta que seas imparcial con tu sobrino. Sus otros dos “socios” de
judicatura fueron Marcelo de Villalobos, que llegó en el mismo barco que
Juan, y el perro viejo Lucas Vázquez de
Ayllón, veterano vecino de Santo
Domingo, de la que fue alcalde. Los tres a una y por orden del rey Fernando, se
dedicaron con saña a complicarle la vida al ensoberbecido Diego de Colón y a
sus protegidos, empleando el tiempo sobrante en enriquecerse sin escrúpulos por la vía más rápida. Transcribo un párrafo de un
precioso documento en el que Juan se queja al
rey, pasados ya once años de “leal” amistad, de que Lucas le ha
“birlado” la exclusiva de una expedición destinada a descubrir tierras
y sacar el mayor provecho, incluso mediante la captura de esclavos: “El licenciado
Matienzo, uno de los oidores de la Audiencia de V. Majestad, que en Las Indias
reside, besa sus reales pies y manos, y dice que él, con licencia del gobernador
de la Isla Española, envió una carabela por indios lucayos (es decir, para
capturar esclavos de esa raza) a ciertas islas concedidas por el Rey Católico,
que en gloria es, y el capitán que iba descubrió cierta tierra nueva, y yo lo
hice saber a los oidores de la Audiencia, y les pedí licencia para tornar a
armar y enviar a la dicha tierra y saber el secreto della, y de todo hacer relación
a S. Majestad, y me la concedieron. Y sucedió que el licenciado Ayllón, estando
en la Corte de Vuestra Majestad, indebidamente se hizo descubridor de la dicha
tierra, con relación no verdadera ni como debía. Y Vtra. Alteza mandó tomar
asiento con el dicho licenciado, como tal descubridor que él se decía, y hizo
merced por lo que él no había servido ni descubierto”. El enredo fue una
consecuencia de los manejos que se
traían los dos después de asociarse
en los negocios esclavistas de la familia de los Urrutia, titulares de
la mejor capilla existente en la parroquia de Balmaseda. Pero de nada le sirvió
a tu sobrino la protesta. El astuto Ayllón se salió con la suya, como zorro más
veterano, aunque, sin querer, le hizo un gran favor a Juan, ya que la empresa
resultó un desastre en el que el propio Lucas murió. Mañana más. Agur aitite.
El
ambicioso Ayllón le robó la licencia de ir a descurir tierras a mi igualmente
ambicioso sobrino, Juan Ortiz de Matienzo. En el pecado llevó la penitencia:
siguió la ruta que indica el mapa, con un rotundo fracaso que le costó la vida.
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