miércoles, 25 de noviembre de 2015

(96) - ¡PLUS ULTRA!  , apasionado hijo mío. Es deprimente que ese maravilloso lema esté ensuciado por politiqueos.
     - ¡MÁS ALLÁ!, ilustre funcionario real; magnífico programa de vida, tan bellamente cantado por Kavafis en su poema Ítaca. Explícalo.
     - Pocos como yo pueden hacerlo, amado plumífero, porque vi aparecer la hermosa y acertadísima idea de Carlos V. Se consideraba que, al otro lado de Gibraltar, solamente había un mar infinito: “NON PLUS ULTRA” (nada más más allá). Colón demostró lo contrario, y un día feliz el rey tomó las gibraltareñas columnas de Hércules, mutiló el lema que tenían sobrepuesto, quitándole el “non”, y las colocó así en su escudo para honra y gloria de toda la humanidad: PLUS ULTRA. Que nadie lo mancille.
     - Y siempre más allá, ese semillero ibérico de plantas buenas y malas siguió extendiéndose  a velocidad vertiginosa hacia lo desconocido. Era necesario encontrar, si lo había, un paso marítimo hacia la inmensidad que descubrió Balboa, y se ocupó de la faena otro “alucinado”: tu amigo Magallanes. Recorrió el litoral americano hacia el Sur. Una y otra vez se metió por lo que parecía un paso y no lo era, viéndose obligado a dar la vuelta. Tuvo marineros amotinados: a uno lo ahorcó,  otros desertaron. Se iba acercando hacia el fin del mundo, el Polo Sur, pero no abandonó hasta que ganó con la última carta que le quedaba: entró gloriosamente en las aguas del Pacífico. Ya se podía morir, y es lo que le pasó después en un incidente absurdo con los indígenas de Mactán, una isla filipina.
     - Pobre portugués. Es bien sabido que el afortunado que logró completar el viaje de circunvalación fue el vasco Juan Sebastián Elcano. Sigue, secre.
     - Pues el argumento continúa con su lógico desarrollo. Varias expediciones probaron fortuna al norte de México, territorio gafe, fracasando siempre, aunque lograron descubrimientos geográficos de primer orden. Pagaron el precio de perseguir leyendas tentadoras pero estériles, e incluso ridículas, como la de la Fuente de la Eterna Juventud, nada menos. Pánfilo de Narváez fue un valiente militar, pero un verdadero “pupas” (me pregunto si a él se debe que su nombre equivalga a tonto). Cuéllar, el Adelantado de Cuba, le había mandado con un importante ejército a México para acabar con el rebelado Cortés, y el astuto extremeño le pilló desprevenido, lo apresó y consiguió que se pasaran a su prestigioso bando casi todos los soldados del “pánfilo”.
     - No obstante, querido cronista, el rey siguió confiando en él, y salió Narváez desde España con una  poderosa armada con destino al traicionero territorio de Florida, buscando gloria, riquezas y, ¡mamma mía!, la Fuente de la Eterna Juventud. Eran más de 600 hombres; algunos, prudentemente, se quedaron en Cuba. Del resto casi murieron todos, la mayoría ahogados, y, entre ellos, el desafortunado Pánfilo de Narváez,  que, esta vez, no fue víctima de Cortés sino de una espantosa tormenta. Pero todo siguió plus ultra.
     - Así es: surge en escena Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Plus ultra.




     - Lo han dejado bien claro en la fachada del Ayuntamiento de mi querida Sevilla: PLUS ULTRA. El culoinquieto y voluble Ramón Franco (sí, el hermano de vuestro duradero “jefe”), con otros tres amantes del riesgo, atravesaron el Atlántico en un hidroavión, convirtiéndose en héroes populares en ambas orillas. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que le pusieron el nombre más apropiado, PLUS ULTRA: no se trataba de política, sino de aventura humana, que, si logra su objetivo, acaba beneficiando al mundo entero.


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