domingo, 29 de noviembre de 2015

(99) - Bonne nuit, mon doux bigraphe. Ça va bien?
- Tout  va bien, mon cher ectoplasme.  El superman Pizarro era hijo bastardo de Gonzalo Pizarro, un veterano militar de cierta alcurnia, que lo estimaba, pero dio, como era lógico, un trato preferente a sus legítimos. Eso fue una bendición para la Historia, porque Francisco tuvo que espabilar, largarse a Indias y sacar el máximo provecho a sus extraordinarias cualidades. Afinando su perspectiva con lo que Hernando de Soto le contó de su visita a Atahualpa, decidió, demencialmente, ir a por él con su pequeño grupo de apenas 180 hombres, a los que, al llegar al punto de encuentro, colocó estratégicamente. Llegó el “divino” inca con una inmensidad de indios, y, tras un diálogo surrealista, un fraile “arrebatado” le dio una biblia con gestos amenazantes, y Atahualpa, naturalmente confuso, la tiró al suelo con desprecio. Resultó fulminante: Pizarro dio orden de atacar y, al grito de “¡Santiago!”, los capitanes y sus chusqueros hicieron una rápida escabechina que paralizó a los guerreros incas, y, en un instante, se apoderaron del “intocable”. Fue una estrategia calcada de lo que había utilizado Cortés con Moctezuma.
     - ¡Qué grande era aquel tosco analfabeto! Con el tiempo, el Perú se convirtió en el virreinato más importante de Indias y del que más riquezas se extrajeron. Pero Francisco tuvo un punto débil que ocasionó varias revueltas sangrientas entre los propios españoles: le faltó el sentido práctico de Cortés. Cuéntalo, jubiloso jubilado.
     - Tú cojeabas de lo mismo, dulce abad: la pasión por la familia, al estilo Corleone. Cuando vino a España para negociar los permisos reales de su “conquista”, hizo trampa, rebajó los derechos de su socio Diego de Almagro, y, lo que fue peor, retornó a Indias con tres hermanastros, Hernando (el “legítimo”), Gonzalo y Juan, todos valiosos, pero novatos (salvo el primero, que se había zurrado bien en las guerras de Europa), dándoles en Perú los cargos más importantes, con el resquemor de sus mejores capitanes. Más de uno terminó por abandonarle, como Hernando de Soto. Pero su socio, Diego de Almagro, dolido en lo más íntimo, intentó explorar por su cuenta en otra zona, y tras fracasar, se revolvió  militarmente contra los Pizarro: fue derrotado y ejecutado, aunque, al parecer, sin permiso de Francisco. El hijo de Diego lo vio de otra forma, de manera que, confabulado con otros descontentos, consiguió que mataran a cuchilladas al gran Francisco Pizarro, cual nuevo César, aunque el viejo héroe se llevó por delante a más de uno. Era un antiguo “novio” de la muerte.
     - Y, por cierto, ¿qué me dices de su amores, pequeño morboso?
     - Pues que no parece que “le fueran” las españolas: tuvo como compañera a Angélica Yupanqui, hija de un inca noble. Bonne nuit


     - Hacia el año 1931, el escultor gringo Rumsey hizo tres copias de esta grandilocuente escultura del excepcional Francisco Pizarro. Luce bien en la plaza de su precioso pueblo, Trujillo. Otra de las copias tuvo sus más y sus menos en Lima. Estuvo a la entrada de la catedral, hasta que, por misteriosas presiones del obispo, la retiraron y quedó arrinconada largo tiempo en un almacén. En esos vaivenes de la crítica antiespañola, se decidió finalmente respetar la memoria del extremeño, y, aunque, el sitio es más modesto, ahora se la puede ver en el limeño Parque de la Muralla.


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