(99) - Bonne
nuit, mon doux bigraphe. Ça
va bien?
- Tout
va bien, mon cher ectoplasme. El
superman Pizarro era hijo bastardo de Gonzalo Pizarro, un veterano militar de
cierta alcurnia, que lo estimaba, pero dio, como era lógico, un trato
preferente a sus legítimos. Eso fue una bendición para la Historia, porque
Francisco tuvo que espabilar, largarse a Indias y sacar el máximo provecho a
sus extraordinarias cualidades. Afinando su perspectiva con lo que Hernando de
Soto le contó de su visita a Atahualpa, decidió, demencialmente, ir a por él
con su pequeño grupo de apenas 180 hombres, a los que, al llegar al punto de
encuentro, colocó estratégicamente. Llegó el “divino” inca con una inmensidad
de indios, y, tras un diálogo surrealista, un fraile “arrebatado” le dio una
biblia con gestos amenazantes, y Atahualpa, naturalmente confuso, la tiró al
suelo con desprecio. Resultó fulminante: Pizarro dio orden de atacar y, al
grito de “¡Santiago!”, los capitanes y sus chusqueros hicieron una rápida
escabechina que paralizó a los guerreros incas, y, en un instante, se
apoderaron del “intocable”. Fue una estrategia calcada de lo que había
utilizado Cortés con Moctezuma.
-
¡Qué grande era aquel tosco analfabeto! Con el tiempo, el Perú se convirtió en
el virreinato más importante de Indias y del que más riquezas se extrajeron.
Pero Francisco tuvo un punto débil que ocasionó varias revueltas sangrientas
entre los propios españoles: le faltó el sentido práctico de Cortés. Cuéntalo,
jubiloso jubilado.
-
Tú cojeabas de lo mismo, dulce abad: la pasión por la familia, al estilo
Corleone. Cuando vino a España para negociar los permisos reales de su
“conquista”, hizo trampa, rebajó los derechos de su socio Diego de Almagro, y,
lo que fue peor, retornó a Indias con tres hermanastros, Hernando (el
“legítimo”), Gonzalo y Juan, todos valiosos, pero novatos (salvo el primero,
que se había zurrado bien en las guerras de Europa), dándoles en Perú los
cargos más importantes, con el resquemor de sus mejores capitanes. Más de uno
terminó por abandonarle, como Hernando de Soto. Pero su socio, Diego de Almagro,
dolido en lo más íntimo, intentó explorar por su cuenta en otra zona, y tras
fracasar, se revolvió militarmente
contra los Pizarro: fue derrotado y ejecutado, aunque, al parecer, sin permiso
de Francisco. El hijo de Diego lo vio de otra forma, de manera que, confabulado
con otros descontentos, consiguió que mataran a cuchilladas al gran Francisco
Pizarro, cual nuevo César, aunque el viejo héroe se llevó por delante a más de
uno. Era un antiguo “novio” de la muerte.
-
Y, por cierto, ¿qué me dices de su amores, pequeño morboso?
-
Pues que no parece que “le fueran” las españolas: tuvo como compañera a
Angélica Yupanqui, hija de un inca noble. Bonne nuit
-
Hacia el año 1931, el escultor gringo Rumsey hizo tres copias de esta
grandilocuente escultura del excepcional Francisco Pizarro. Luce bien en la
plaza de su precioso pueblo, Trujillo. Otra de las copias tuvo sus más y sus
menos en Lima. Estuvo a la entrada de la catedral, hasta que, por misteriosas
presiones del obispo, la retiraron y quedó arrinconada largo tiempo en un
almacén. En esos vaivenes de la crítica antiespañola, se decidió finalmente
respetar la memoria del extremeño, y, aunque, el sitio es más modesto, ahora se
la puede ver en el limeño Parque de la Muralla.
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