lunes, 9 de noviembre de 2015

(73) - Vamos allá, corazón. Termina la extraordinaria carta de Motolinía.
     - Hola, tierno abad. Parece que está aquí con nosotros. Sigue así: “Sepa V. Maj. que agora, en los postreros navíos, han venido impresos (de Bartolomé) que no pequeño alboroto e escándalo han puesto en toda la tierra, porque a los conquistadores e enco­menderos e a los mercaderes los llama tiranos, robadores, violenta­dores y raptores. Dice que todos los tributos son mal llevados, in­justa y tiránicamente. Si así fuese, buena estaba la conciencia de V. Majestad, pues tiene e lleva la mitad e más de todas las provincias e pueblos más principales; e los encomenderos e conquistadores no tienen más de lo que V. Maj. les manda dar. De manera que la  principal injuria hace a V. Majestad, e condena a los letrados del Consejo e a todos los que hay e ha habido en esta Nueva España, eclesiásticos e seglares, e a presidentes e Audiencias. Y piensa que todos yerran e quél sólo acierta, porque dice estas palabras: ‘todos los conquistadores han sido robadores raptores e los más calificados en mal e crueldad que nunca jamás fueron’. Todos los conquistadores dice, sin sacar ninguno. Yo me maravillo cómo V. Majestad e los de vuestros Consejos han podido sufrir tanto tiempo a un hombre tan pesado, inquieto, inoportuno e bullicioso e pleitista en hábito de religión, tan des­asosegado, tan mal criado e tan injuriador e perjudicial e tan sin reposo. Cuando vino obispo e llegó a Chiapas, le recibieron con mu­cho amor, e dende a muy pocos días, los excomulga e póneles 15 o 16 leyes, e déjales e vase adelante. A éste le escribía el obispo Betanzos que a las ovejas había vuelto cabrones, e, de buen carretero, hecho el carro delante e los bueyes detrás. Y dice asimismo que ningún español tuvo bue­na fe en comprar e vender esclavos. E no hubo razón, pues mu­chos años se vendieron por las plazas con el hierro de V. Maj., e algunos años estuvieron muchos cristianos bona fide y en igno­rancia invencible. (Hace Motolinía después un buen compen­dio de la Historia, con sus guerras y tributos). Yo no me meto en determinar si fueron estas guerras (de Indias) más o menos lícitas que aquéllas o cuál es más lícito tributo, éste o aquél. Reciba Vuestra Majestad esta carta con la intención que la escribo, e no valga más de cuanto fuere conforme a razón, justicia e verdad”. Es evidente, queridísimo ectoplasma, que Motolinía actuaba con prudencia, mientras que Bartolomé jamás dudaba. El final de su carta es una clara muestra de su apertura de criterio.  Buena vuelta a Quántix, mon bon père. Adieu.
     -  Y date cuenta, mi dulce descubridor, que eres demasiado riguroso con mi léxico: ya ves cómo el obispo Betanzos usa con toda naturalidad la palabra “cabrones”. Hoy sería muy útil. Au revoire.




     Un relieve de fray Toribio de Benavente en su patria chica, donado por mexicanos. Se diría que el santo varón ha vuelto a su pueblo para ver las procesiones.


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