(79) - Bendito
seas, hijo de mis entrañas, tesoro mío, stella matutina, turris ebúrnea... ¡Te
han invitado a entrar en el Sancta Sanctorum!
- Querido Sancho, hablas como un poeta
enamorado, pero ya sé por qué te puede la emoción: me han invitado a
visitar tu casa solar de Carranza; vive
en ella Laida Trevilla, a la que no conozco, pero sí a su madre, la simpática
Maribé Cearra (tempus fugit).
- ¡Qué emoción! Tienes que ver esa casa de
mis mayores, que yo siempre quise recuperar y finalmente lo hizo mi adorable
hijo Luis, curando nuestra vieja herida
familiar. ¡Qué buen chico me salió! Me quiso mucho, a pesar de la mancha de su
nacimiento. Pero sigamos con lo de Sevilla, que no soporto que veas a un
ectoplasma llorar.
- De acuerdo, sentimental cuántico.
Respondisteis rápidamente, con una clara
exposición de vuestros puntos de vista, a la carta real en la que se os
comunicaba la creación de la Casa de la Contratación y vuestros nombramientos: “Muy altivos e muy
poderosos Príncipes, Cristianísimos Rey e Reina Nuestros Señores: El Doctor
Sancho de Matienzo e Francisco Pinelo besamos las reales manos de Vuestras
Altezas a las cuales plazca saber que recibimos una instrucción sobre la
negociación y contratación de las Indias e islas nuevamente descubiertas e por
descubrir, Canarias y el Cabo de Aguer (actual Agadir, en Marruecos, conocida
antiguamente como Santa Cruz del Cabo de Aguer) y fortaleza de Santa Cruz
(confirman también haber recibido la cédula de sus nombramientos). E vista la
dicha cédula e instrucción, la aceptamos e obedecemos con aquella reverencia e
acatamiento que debemos a nuestros Reyes e Señores naturales”. ¡Qué peloteo
aquel!
-
Es que era como presentarse ante Dios: de veras acongojante. Y, al mismo
tiempo, estábamos locos de alegría. En el documento no participó Ximeno de
Briviesca, porque andaba ausente, pero le representábamos. Y fíjate, fíjate,
dulce pequeñín, en ese detalle de mis preeminencias (tan rígidas entonces):
encabezo la carta, y con el resplandeciente título de “Doctor”. Les comunicamos
a los reyes nuestros sensatos pareceres sobre lo inadecuado de las Atarazanas
para las nuevas instalaciones, y, con verdadero ojo clínico, les sugerimos su
emplazamiento en los Reales Alcázares. Sibilinamente, nos atrevimos (a pesar
del acongojamiento) a preguntarles si querían que las dependencias fueran
lujosas. ¡Aleluya!: nos dieron vía libre, y así podéis seguir ahora disfrutando
de la preciosidad del departamento que decoramos en ese lugar. Y, volviendo a
lo de mi solar carranzano, ya que no te puedo excomulgar, caro mío, te ruego
que lo visites cuanto antes. Ciao.
-
Iré: además me emociona casi tanto como a ti. Bye, tierno Sancho.
Tienes toda la razón, reverendo: ese es el Sancta Santorum de tu hidalga
familia en Carranza, aguantando el tipo a lo largo de los siglos. No hace falta
que te pongas dramático, porque, no tardando mucho, iré a emocionarme con las
vibraciones de los Ortiz de Matienzo que perduran en su interior.
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