sábado, 14 de noviembre de 2015

(83) - ¡Oh, santo varón, tesoro mío, prodigioso literato, sublime orador, implacable investigador, pizpireto vejestorio, amado de los dioses, prodigio de la naturaleza…, qué exitazo! Casi fue necesario hacer una nueva edición de nuestro maravilloso libro porque se agotaban los ejemplares: se los quitaban de las manos a tu querido nieto Mario como si fuera talo caliente con chorizo de primera: ¡gora Karrantza!
     -Gora Karrantza, Santxo. Es cierto; fue especialmente agradable la sorpresa  de la extraordinaria acogida que me hicieron varios miembros de la corporación; sobre todo porque viví tiempos en los que el simple hecho de ser secretario te etiquetaba políticamente.
     - Razón tienes, hijo mío, pero sigamos adelante que nos queda una larga y deliciosa andadura.
     - Antes que nada, reverendo, es necesario decir algo sobre el fallecido Inaki Azcuna. Lo de menos fue que le nombraran el mejor alcalde del mundo, que, al fin y al cabo, es un título anual. Lo que le hace único es haber sido el mejor alcalde de Bilbao. Su carisma va a ser un escollo para el sucesor.
     - Lamento  que ni mi nieto Luis, que tuvo ese cargo en 1617 y 1618 (de forma poco responsable), ni su hijo Gregorio, que lo ocupó en 1625 (dejando mejor recuerdo), le llegaran a la altura de los zapatos. Pero también es casualidad que su funeral coincida con el de Adolfo Suárez. Hay algo que los une: su inteligente,  humana y civilizada tendencia al consenso. Queremos más como ellos.
     - Déjame, reverendo, decir que el párroco de Begoña, donde se ha celebrado la ceremonia por Iñaki, es José Luis Achótegui, viejo amigo mío y una de las mejores personas que he conocido.
     - Dicho queda, lloroncico. Cuenta cómo terminaron los oidores de la audiencia de Santo Domingo (y de paso, resuelvo el enigma de la acuarela: se trata de la “sabrosa” placita del segoviano pueblo de Ayllón, que todo bien nacido tiene obligación de visitar).
     - Pues resulta que tu sobrino Juan y los otros dos “compadres”, Lucas Vázquez de Ayllón y Marcelo Villalobos, forzaron tanto la maquinaria del abuso, que al rey no le quedó más remedio que someterlos a juicio, pero se celebró de forma amañada, quedando absueltos. Como vimos, Ayllón murió después;  Villalobos se dedicó a empresas de conquista que le relacionaron con tu otro sobrino, Pedro, quien, curiosamente y poco antes de morir, se casaría en España con una nieta suya. ¿Y tu sobrino Juan?: ¡la madre que nos parió! (perdona Sancho); no solo no le castigaron sino que le nombraron oidor de la Audiencia de México en el mismo instante en que se fundó. Ciao, dolce Sancio.
     - Hoy quiero que subas esa foto en la que estoy coronado por la estatuilla que te regalaron en Carranza. Me parece un símbolo de la vida: solo se ve su sentido desde la perspectiva adecuada. Esa reproducción parece un ridículo alambre, sin más, porque solo muestra el trazo lineal que se conserva en la cueva de Ventalaperra: hay que ponerse a contraluz para llenar el vacío, y entonces surge la masa corporal de ese oso totémico que traía de cabeza a los carranzanos hace 20.000 años. Ío te adoro, piccolino.




     Una sola línea, pero es una reproducción del oso que grabaron en la cueva de Ventalaperra hace unos veinte mil años. Cómo me gusta, secretario mío, que hayas hecho reverdecer mis viejos lazos carranzanos.

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