(98) - ¿Te das cuenta, perspicaz joven? Algo pasa en nuestro país que no
es normal: sois muy negativos con vuestros propios valores. No sé si es un
ramalazo masoquista. Quizá sea verdad aquello de que “si alguien está hablando
mal de un español, es un español”. Clama al cielo que en vuestra formación
escolar se deje de lado la grandeza de vuestra historia, tanto en sus vergonzosas
miserias como en sus sublimes logros. Sois muy dados al complejo de Estocolmo:
ha calado profundamente en vosotros el sentimiento de culpa inclucado por
viejas propagandas interesadas. Pero, arriba los corazones y dejemos de lado
estas debilidades. Sigue con el gran Pizarro, que ese sí era un ejemplo de
tenacidad y de sano orgullo.
-
Pues a ver si se nos pega algo, reverendo. Francisco y sus “trece de la fama” recibieron la ayuda
que esperaban, y, con ese refuerzo, llegaron hasta Cajamarca, con la fortuna de
que el imperio inca se encontraba dividido por la rebelión de Atahualpa. Una
vez más, como ocurrió en México, se repetía el choque entre dos culturas.
Pizarro no quiso ser el primero en presentarse ante el inca. Le confió la
misión a Hernando de Soto. Atahualpa era una “divinidad”: las mujeres de su
harén ponían las manos cuando iba a escupir y se tragaban sus cabellos antes de
caer al suelo para que nada suyo tocara la vil tierra. El español era un
experto jinete y se puso a caracolear con su caballo simulando arremetidas, lo
que provocó el pánico de la numerosa guardia personal del “divino”, que se
mostró diplomático con Soto, pero ejecutó a sus medrosos soldados. (Ojo con
idealizar las culturas).
-
Habrá que contar algo de Hernando. Le conocí muy joven, cuando partió en la
enorme expedición del fanático Pedrarias, que tuve yo el honor de organizar.
Fue otro gigante: daré solo dos detalles como aperitivo que despierte el ansia
de entrar en ese riquísimo desfile de apasionantes biografías que llenan la
historia de Indias. Pizarro le tuvo como su mano derecha en los momentos
heroicos del Perú. Después, muy rico pero algo distanciado del “analfabeto”, se
volvió a España, y, entusiasmado por lo que Cabeza de Vaca contó de su
increíble peregrinaje, consiguió una licencia real para explorar la zona de
Florida, donde fue, como siempre, un buen líder. Pero una vez más esa “maldita”
tierra resultó, también para él, la perdición y su tumba, no pudiendo conseguir
más que éxitos geográficos: fue el primero en adentrarse por el río Mississipí.
Cuenta mañana, pero a ser posible como “boccati di cardenali” para exquisitos
gurmets, algunos detalles esenciales más sobre Francisco Pizarro, cuya historia
personal necesitaría un tratado enciclopédico. Y dices bien: ¡los conocí a
todos! Ciao, bambino.
-
Va bene, caro Sancio: seguiremos regalando “aperitivos”.
No
seáis injustos hijos míos: aquellos vilipendiados españoles quedaban, en la
mayoría de los casos, miserablemente recompensados, cuando no endeudados de por
vida, o, peor todavía y con frecuencia, trágicamente muertos, salvo los pocos
“elegidos” que lograban el éxito, aunque también ellos tenían que entregar lo
más valioso a su rey y a su país. El mapa muestra el recorrido de Hernando de
Soto, partiendo de Cuba, avanzando desde Florida y atravesando varias veces el
Mississipí, en cuya orilla fue enterrado. Sus fieles compañeros bastante
hicieron con volver dificultosamente a casa bajo el mando del capitán Moscoso
de Alvarado.
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