(70) - Salut, mon camarade. Volvamos a
Indias. Ese engendro del Requerimiento fue una parte de los cambios que
brotaron de las sacudidas conciencias de nuestros cristianos reyes. Pero
también adoptaron otras disposiciones que empezaron a poner coto, tímidamente, a
los abusos contra los indios que, incluso los sumisos, eran explotados en las
“encomiendas” (un eufemismo para hacer creer que quedaban bajo una tutela
protectora).
-
Bonne nuit, parlanchín predicador. Hablemos del primero que, desde un púlpito
(en 1511) les echó una bronca monumental a sus desprevenidos feligreses
“encomenderos”, como si fuera Moisés
cuando, decepcionado por su pueblo,
rompió las Tablas de La Ley.
-
La verdad es que el dominico Antonio de Montesinos era un fraile, sí, pero tenía
un par (perdón, pequeñín), y sus medrosos
compañeros le dijeron: “Venga, Antonio, sube y ármala”.
-
Y dicho y hecho. A ti, como fiel funcionario real, no te caía bien: le mirabas de reojo en Sevilla. Dejemos
que Bartolomé de las Casas (tampoco santo de tu devoción) cuente, algo ”salpimentado”, lo que pasó: “Llegado el domingo,
subió al púlpito fray Antón de Montesinos, y encareció la ceguedad en que vivían los
españoles, no advirtiendo los pecados gravísimos en que estaban, diciendo: Para
os los dar a conocer me he subido aquí, yo que soy la voz de Cristo en el
desierto desta isla, y conviene que con todo vuestro corazón y con todos
vuestros sentidos la oigáis; os será la más nueva que nunca oísteis, la más
áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír. Esta
voz os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la
crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué
derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquellos
indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes
que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con
muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y
fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los
excesivos trabajos que les dais se os mueren, y por mejor decir, los matáis,
por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine
y conozcan a su Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las
fiestas y los domingos? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales?
¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Cómo estáis en tanta
profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado
que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que no quieren la fe
de Jesucristo”.
- ¡Ay!, discípulo amado: estábamos
completamente obcecados por la ambición y los prejuicios: estos predicadores
nos parecían ilusos soñadores despegados de la tierra. Pero sigue habiendo
ciegos. Ciao.
- Bienvenida tu sabiduría cósmica. Mañana,
más.
Estatua del dominico fray Antonio
Montesinos en el paseo marítimo de Santo Domingo. Él solito, a "grito
pelao", commovió los cimientos del abuso de los españoles con la población
nativa.
Gracias por tan espléndidas crónicas del que llamó a mi pequeño entender, MESTIZAJE hispanoamericano. Si le parece y con su permiso, comparto la entrada de este estupendo blog en la página de FB MESTIZAJE HISPANOAMERICANO.
ResponderEliminarGracias por tan espléndidas crónicas del que llamó a mi pequeño entender, MESTIZAJE hispanoamericano. Si le parece y con su permiso, comparto la entrada de este estupendo blog en la página de FB MESTIZAJE HISPANOAMERICANO.
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