(94) - Hola, lucerito del alba. La docena
campanada nocturna en la parroquia de Rosales (Burgos). Qué bella estaba allí
mi nieta Catalina cuando se casó con Juan Díaz Ordoño, el abad de la zona
(maldición a los malpensados: era un título laico, y mi nieta tan pura como la
Doncella de Orleans). Buena ocasión para hablar de Pepe.
-
Buenas noches, sensible Sancho: me lo pones en bandeja. El infatigable y
generoso José Bustamante Bricio (que, en cuanto le tratabas, se convertía en el
querido Pepe) dejó antes de abandonarnos varios trabajos preparados,
relacionados, como siempre, con el Valle de Mena de sus amores. En breve
aparecerá uno, precisamente bajo el título de ABADÍAS Y ABADES SECULARES EN EL
VALLE DE MENA Y EN CASTILLA LA VIEJA. Solo añadiré que él no pudo escribir una
introducción a nuestro libro, porque falleció: el apartado lo tuve que rellenar
yo mismo con un sentido “Prólogo invisible”; y se me ha concedido el honor de
presentar su próxima obra, esta vez como “Prólogo emocionado”.
-
Sigamos, lloroncico. Hablemos del mundo de Indias, del que te apasionaste con
la investigación, como el otro Félix (Rodríguez de la Fuente) con sus “bichos”.
(Quiero un busto como el que tiene en Poza de la Sal).
-
Te lo mereces, pero no se dan cuenta en Mena. ¡La aventura de Indias! Vamos a
olvidarnos de su aspecto siniestro (no lo hemos ocultado). Ahora toca hablar de
su GRANDEZA, que tuvo además un aspecto de empresa común, imposible en nuestros
días. En esa epopeya sí que tenemos, todos a una, el honor de haber formado
parte de un solo equipo que se cubrió de gloria: las listas de aquellos héroes
estaban llenas de apellidos de cualquier
rincón de España, aunque fueran lo mejor o lo peor de cada casa. Hace 25 años, en la Plaza del Zócalo de México me impresionó su
esplendor, pero vi un pequeño detalle que me llegó al alma. En un muro hay un
texto en letras de bronce. Son palabras del absolutamente extraordinario
Bernal Díaz del Castillo, tan genial, tan humano, tan exagerado a veces, tan
simpático y tan poco valorado para lo que se merece. El texto describe su
sorpresa y su emoción al ver por primera vez, junto a Cortés y el resto de la
tropa, la asombrosa ciudad de Tenoctitlán, con su mercado y multitud de canoas
por los canales, más el lúgubre recinto sagrado de los sacrificios. Lo primero
que hice al volver a casa fue leer su crónica: me quedé “ojiplático” al
descubrir esa riquísima mina de la Historia (que nadie me había mostrado),
llena de personajes extraordinarios.
-
Descansa, pequeñín, que te veo ojeroso. Ahora los listillos del “wasap”
ignoran las proezas de aquellos
“pardillos”, que, de media, llegaban escasamente al 1,60, y fueron capaces en
poco más de 50 años de cubrir heroicamente de poblaciones la América del Sur,
la Central y la parte sur de Gringolandia, más dar la vuelta al mundo y repetir
“la jugada” en otros territorios, como Filipinas. Foto, please, de mi
preciosa Casa de la Contratación.
Sayonara, baby.
Ahí
la tenéis, la Casa de la Contratación de Sevilla (que sigue igual que en mis
tiempos), como un gran salón de lujo con su altar, en el que tantos insignes
descubridores se arrodillaron, medrosos al partir y gloriosos al volver (sin
que yo perdiera detalle), pero siempre fervorosos a los pies de La Virgen del
Buen Aire (la que daría nombre a la capital de Argentina), o de los Navegantes,
pintada en ese cuadro por el gran Alejo Fernández, a quien yo encargué el
retablo de mi convento de Villasana. Hijos míos: habéis ganado en libertad y
justicia, pero (no se puede tener todo) habéis perdido grandeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario