(69) - Buenas noches, pequeño filósofo,
carrozón soñador, sensible poeta al borde de cursilandia: me haces reír.
-
Bienvenido al planeta tierra, ectoplasma cósmico, feliz habitante de Quántix,
el Reino de la Risa.
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Y de la felicidad, vetusto pizpireto. Eres un despistado: fue cómico verte
entrar en el cine para ver Gravity en tres dimensiones sin haber comprado las
gafas especiales; tuviste que volver a la taquilla. Sé que me quieres hablar de
la película.
-
Dejemos de lado por hoy la casquería histórica. Algún jovenzuelo despectivo
creerá (porque no tienen ni vulpeja idea del pasado) que los jubiletas no
sabemos qué es el cine en 3D, cuando resulta que hace más de 50 años que se
inició con la película “Los crímenes del museo de cera”, utilizando las mismas
ridículas gafas.
-
Dime qué es lo que te ha impresionado de Gravity.
- Pues, prácticamente, todo. Primero la
didáctica muestra de uno de los aspectos más positivos de nuestra complicada
naturaleza humana, que aparece nítido en los dos protagonistas principales: la
persecución de un objetivo que será valiosísimo para toda la raza humana,
asumiendo sin titubeos el alto riesgo de morir en el intento. Poco importan sus
motivaciones, por mezquinas que puedan ser; lo que cuenta es el resultado: como
dijo en su día Armstrong, “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto
para la Humanidad”.
-
Y lo quieres comparar con la historia de los españoles en Indias.
- Porque es evidente, querido Sancho: la
Humanidad entera está en deuda con el salto gigantesco que ellos dieron, al
precio de mucha crueldad, pero también de su propio sufrimiento personal y sus
trágicas muertes.
-
Saliste impresionado por la realización de la película.
-
Toda alabanza es poca. Resulta algo banal a veces la solución de los problemas
que se narran, pero han conseguido salvar un argumento que tiene muchas
dificultades para darle variedad, incluso, repetidas veces, con mucho ingenio,
como cuando hasta una lágrima de Sandra Bullock se convierte en una intensa
actriz de reparto llegando ingrávida hacia el espectador, hasta casi tocarla.
Y es absolutamente prodigioso que el
director te saque de la tierra, te coloque a la altura de los actores en un
espacio deliciosamente tridimensional, y lo observes todo al alcance de la
mano, en medio del silencio cósmico y
teniendo siempre a la vista nuestro bellísimo planeta azul.
-
Algún día llegarás a Quántix y sabrás lo que es la perfección absoluta.
Pero no tengas prisa, pequeñín: te queda
un largo trabajo hasta conseguir que
nuestro libro inunde el mundo. Empieza por los hoteles: quiero un ejemplar
en cada mesilla, como hacen los gringos con la Biblia (que el Señor me
perdone). Bye, bye, my dear.
- To see you tomorrow, my bosom friend.
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