domingo, 28 de agosto de 2016

(Día 371) AL CASI NOQUEADO CORTÉS, le salvó la campana. El DUQUE DE BÉJAR consigue que CARLOS V desista de enviar una armada contra CORTÉS. Pero el rey no renuncia a investigarlo y juzgarlo en MÉXICO, confiando la misión a LUIS PONCE DE LEÓN.

(123) -Lo de siempre, secre: al casi noqueado Cortés, le salvó la campana.
     -Sin duda, sagrado presbítero, se encontraba en una situación desesperada, por dos razones: 1.- La muy airada reacción del joven monarca. Bernal pone estas palabras en su boca: “Yo quiero enviar a castigar a Cortés, de quien tanto mal dicen que ha hecho, por mucho oro que envíe, porque más riqueza es  hacer justicia que todos los tesoros que pueda enviar”. 2.- Su orden de que fuera a Indias el almirante de Santo Domingo con soldados para que, si hallaba culpable a Cortés, le cortase la cabeza, era prácticamente una sentencia de muerte, porque dejaba en sus manos la decisión en un lejanísimo México, donde, para los poderosos  enemigos del gran capitán, sería muy sencillo lograr que fuera decapitado. Pero el astuto Cortés supo escapar del tremendo aprieto, y, aunque ya no con tanta gloria, le quedaban aún 23 años de ajetreada vida, en los que no le iban a faltar honores y la permanencia de su extraordinaria fama. Esta vez, quienes le salvaron el pellejo fueron sus procuradores en la Corte y, especialmente, la intervención a su favor ante el emperador del duque de Béjar. Más un golpe de suerte: el almirante encargado de ir a examinar a Cortés, y cortarle la cabeza si lo viera culpable, empezó a titubear: “Recibidas ya las provisiones reales, parece ser que el almirante no se atrevía a venir a México porque no tenía dineros y porque le aconsejaron que mirase la buenaventura de Cortés, que había desbaratado a Narváez y su gran armada, y le decían que no hallaría en él ni en ninguno de sus compañeros culpa ninguna, sino mucha lealtad”. Sin embargo se dispuso a partir. “Al saberlo los procuradores de Cortés (entre ellos, su padre) fueron adonde el duque de Béjar, quien hubo gran sentimiento de todo porque ya estaba concertado casar a Cortés con su sobrina, doña Juana de Zúñiga. Y sin  más dilación fue a ver a Su Majestad con algunos condes deudos suyos, humillándose ante él, y le dijo el duque que le suplicaba que no diese oídos a la carta de un  hombre como Rodrigo de Albornoz, que era contrario a Cortés, hasta que hubiese otras informaciones de fe y de  creer, y  que no enviase la armada”. El duque se empleó a fondo, desacreditando a Albornoz e insistiendo  en la valía de Cortés  y en sus enormes servicios prestados a la corona. ¿Y cómo reaccionó el rey, cósmico abad?
     -El joven monarca (24 años), aunque luego resultó un extraordinario estadista, debía de acusar todavía el vaivén de las influencias de una corte llena de lobos, engrosada por los que se trajo de Flandes, que  no eran mancos. No obstante, se diría que esta vez su decisión fue sensata, quizá porque el duque de Béjar fuera muy convincente: “Y viendo Su Majestad la justicia clara que Cortés y todos nosotros teníamos, mandó proveer que le fuese a tomar residencia una persona que fuese de calidad y ciencia y temeroso de Dios. Y mandó llamar al licenciado Luis Ponce de León, ordenándole que fuese luego a la  Nueva España y le tomase residencia a Cortés, y que, si en algo fuese culpante de lo que le acusaban, que con rigor de justicia le castigase”. Fue una decisión salomónica: ya no era una expedición armada la que iba a ocuparse de Cortés, sino un letrado; pero seguía en pie la posibilidad de que resultara condenado en juicio. En cualquier caso, la situación había mejorado considerablemente. Y mejoró aún más: “El licenciado Ponce de León dijo que cumpliría el real mandado, y comenzó a prepararse para el camino, pero no vino con tanta prisa, porque tardó en llegar a la Nueva España más de dos años”. ¡Ay, Cortesito!, no sé si te merecías tanta suerte: ¡otros dos años de respiro! Terminemos diciendo que Bernal, para mostrar la maledicencia de Albornoz, cuenta que, pasado el tiempo, trató también de desprestigiar ante el rey al primer Virrey de México, el competente don Antonio de Mendoza, que le paró los pies al chismoso, “y quedó muy avergonzado y afrentado”.
     Foto.- Un flash para no liarnos con cuatro importantes Ponce de León:
     1.- Juan, vallisoletano; el más notable: conquistador de Florida.
     2.- Juan, hijo del anterior; luchó al lado de Cortés con extraordinario valor, y se portó como un héroe en la Noche Triste.
     3.- Hernán, sevillano, amigo de Pizarrro; recogió su cadáver decapitado.

     4.- Luis, el encargado de juzgar a Cortés. Como era de Córdoba, ponemos en su honor una foto de esa maravillosa ciudad, de la que vemos el puente romano y la mezquita-catedral.


No hay comentarios:

Publicar un comentario