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-¡Oro, oro, oro!, tierno infante: ¡maldito oro!
-Lo que nunca es bastante resulta muy
peligroso, my dear priest. Creo que fue el apocalíptico Leon Bloy quien dijo
que el dinero era el excremento del Diablo. Por esa desmedida ambición quedó
indeleble otra mancha española en la herida memoria histórica de los mexicanos.
Bernal al habla: “Se recogió el oro y la plata que había en México, y pareció
que fue muy poco, por manera que los oficiales del rey decían que Cuauhtémoc lo
tenía escondido y Cortés holgaba dello para que no lo diese y tenerlo todo para
sí. Y por esta causa acordaron los oficiales dar tormento a Cuauhtémoc y a su
primo, el señor de Tacuba. Y ciertamente mucho le pesó a Cortés, y aun a algunos de nosotros, que a un señor como
Cuauhtémoc le atormentasen por codicia del oro habiéndose fundido ya y hecho barras 380.000 pesos de
oro (1.520 kg). Y, como los
conquistadores que no estaban a bien con Cortés vieron tan poco oro (para el reparto, tras separar el quinto
real y el del ‘jefe’), y le decían al tesorero real que tenían sospecha de
que Cortés, por quedarse con el oro, no quería darle tormento, finalmente, para
evitar que le achacasen algo, no pudo oponerse; así que le atormentaron a
Cuauhtémoc quemándole los pies con aceite, y al señor de Tacuba también”.
Triste cosa, reve.
-Y total para nada, joven (porque no hubo
más oro), salvo para que haya quedado grabada en piedra la
vergonzosa escena en el monumento mexicano a Cuauhtémoc. Lo que sí
encontraron los españoles fueron más joyas que les habían pasado desapercibidas
en los aposentos de Moctezuma: “Valían dos veces más que lo que se sacó de los
quintos del rey y de Cortés; todo lo cual enviamos al emperador con Alonso de
Ávila (su viaje, como veremos, será una
buena peripecia)”. Luego ocurrió que el mezquino reparto produjo dos
reacciones. La primera fue atender una generosa propuesta del fraile de la
Merced y de varios capitanes: ya que era tan poco, mejor sería dárselo a los
más necesitados. Y lo hicieron, pensando que el oro oculto saldría a flote y quedarían satisfechos. La
descripción de los destinatarios nos da
una idea del montón de desgraciados que formaba parte de la tropa: “Los que quedaron
mancos, cojos, ciegos y sordos, y otros que se habían tullido o estaban con
dolor de estómago, y otros que se habían quemado con pólvora, y todos los que
estaban con dolor de costado”. Pero el buen gesto no calmó la situación. Si había más oro, alguien lo ocultó, y
resultaba que le iba a tocar a cada soldado de a pie unos 250 gramos (conquista
México para eso). ”Y desque aquellas partes nos señalaron, ningún soldado las quiso tomar”. Bernal y
otros se limitaron a mostrar así su disconformidad. “Pero los soldados que
habían sido amigos y paniaguados del gobernador Velázquez se desvergonzaban
diciendo que el oro lo tenía escondido Cortés, y las paredes de su casa
amanecían cada mañana con muchos escritos en prosa y en verso, que decían que
más conquistados nos traía que la conquista que dimos a México, y aun otras palabras que no son para poner en esta
relación”. Cortés, ingenuamente, entró al trapo: “Como era algo poeta,
respondía también con buenos escritos; pero, como cada día iban más desvergonzados
los dichos, puso: ‘Pared blanca, papel de necios’. Y amaneció escrito más adelante:
‘Y aun de sabios, e Su Majestad lo sabrá muy presto’. Y así, sabiendo quiénes
eran los autores, se enojó y dijo públicamente que no se pusiesen más malicias,
porque castigaría a los ruines desvergonzados”. Vayan acostumbrándose vuesas
mersedes a ver en adelante al glorioso Cortés en otros empeños de gran calado
(genio y figura….), pero el resto de su vida hará bueno el dicho de que “nunca
segundas partes fueron buenas”. Seguirá apostando fuerte, como siempre hizo;
sin embargo tendrá que morder el polvo con frecuencia porque la Fortuna dejará
de mirarle con ojos de enamorada, y, además, a Cortés le pasará factura la
parte más negativa de su carácter: muchos, probablemente los más ambiciosos, no
le perdonarán los estragos de su habilidad como manipulador.
Foto.- Relieve en el céntrico monumento
que tiene Cuauhtémoc en México: se muestra la tortura de Cuauhtémoc y del
cacique de Tacuba. Como veremos, luego ocurrió algo aún peor, y la semilla del
odio prendió bien en el pueblo mexicano. No te extrañe, jovencito, que alguien
que lo oyó, te contara que en un combate de boxeo, hace más de 40 años, el
púgil español derribó al mexicano, y un patriota le hizo reaccionar al grito
de: “¡ACUÉRDATE DE CUAUHTÉMOOOC..!”.
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