jueves, 18 de agosto de 2016

(Día 361) En una escaramuza, BERNAL SE LIBRA CON CORAJE DE PERDER LA VIDA. Lucha también con los indios de Chiapas, “los mayores guerreros que yo había visto en toda la Nueva España”. En un ataque, llevaban como protección una vieja hechicera, que resultó despedazada por los indios amigos de los españoles. Los CHIAPALTECAS se rindieron.

(113) –Ahora le toca a Bernal, querido colega, ser protagonista.
- Va a estar enredado, consagrado abad, en una expedición menor que las de Alvarado y Olid, pero ningún otro cronista la recoge con tanto detalle, y procura adornarse toreramente, para ver si el rey se da cuenta de que los simples soldados no fueron suficientemente recompensados. Bernal  y otros veteranos de la conquista se habían asentado en Coatzacoalcos, como centro encomendero de indios de una extensísima zona que abarcaba las provincias de Tabasco y Chiapas.   Nunca vivió en México, aunque lo visitara, y terminó por establecerse definitivamente en Guatemala. Veremos que también participó pronto en una insensata campaña de Cortés por Honduras, pero ahora había un problema urgente: “Como los que nos quedamos en Coatzacoalcos siempre andábamos pacificando a los indios que se  nos alzaban, mandó Cortés al capitán Luis Marín (hombre importante, pero menos conocido que los constantemente citados) que fuese a pacificar la provincia de Chiapas, e me mandó con él”. Lo que ocurría era que los indios habían quedado aparentemente sometidos, pero “muchas de las provincias  de la Nueva España se alzaban cuando se les pedía tributos y aun mataban a los encomenderos”. Marín le mandó a Bernal y a otros tres soldados “que fuésemos al pueblo de Zimatán para traerlos de paz; estando a dos leguas, les mandamos mensajeros, y la respuesta que dieron fue salir contra nosotros tres escuadrones que, con la primera refriega de flecha, mataron a dos de  nosotros, e a mí me dieron un flechazo en la garganta, estando mi vida en harto peligro con la mucha sangre que salía.  Mi otro compañero, Francisco Martín, vizcaíno, aunque siempre  nos enfrentábamos juntos a los contrarios, tomó calzas de Villadiego (así se decía entonces) y se fue a unas canoas. Y como yo quedaba solo e malherido, tomé tal esfuerzo que rompí por los indios y a estocadas salí de entre ellos y llegué a las canoas (donde estaban el vizcaíno y 4 indios amigos que también se habían esfumado). Pasamos el río y, para que no nos siguiesen los zimatecas, estuvimos ocho días por los montes”. En Cotzacoalcos les dieron por muertos, y, según costumbre, “Luis Marín vendió nuestras haciendas y repartió sus indios entre otros conquistadores. Al cabo de 20 días llegamos a la villa, de lo que se holgaron algunos de nuestros amigos, mas, a quienes había dado los indios, les pesó”. La realidad es cosa dura. Prosiga su reverencia.
     - Cortés mandó orden de que se fuera a pacificar la provincia de Chiapas y se fundara una población. Dice Bernal que “los chiapanecas eran los mayores guerreros que yo había visto en toda la Nueva España, y lo digo porque jamás México los pudo señorear, y daban guerra a sus comarcanos, robándoles y tomando esclavos, y con los que mataban hacían sacrificios y hartazgas”. Partieron hacia allá unos 116 soldados, 80 indios mexicanos y algunos de Cachula “que iban temblando de  miedo”. Bernal había prosperado: tenía un caballo. Por el camino, se les echó encima de repente una avalancha de chiapanecas, a los que pudieron frenar tras larga batalla. Balance: “mataron a dos soldados y cuatro caballos, hiriendo a unos quince y a  muchos de  nuestros amigos (quedó bastante averiado el capitán Luis Marín)”. En la siguiente batalla, “traían en medio de los escuadrones una india algo vieja y muy gorda, que la tenían por diosa y adivina, y sin miedo ninguno se metió entre  nuestros amigos los indios, que iban muy agrupados, y pronto fue despedazada la maldita diosa”. De nuevo consiguieron hacerles huir, con un premio añadido: los sometidos por los chiapanecas comenzaban a liberarse y peleaban contra ellos ayudando a los españoles. Consiguieron derrotarlos pronto y que dieran obediencia a Su Majestad; también lo hicieron todos los pueblos comarcanos “porque estaban asombrados de que siendo tan pocos, habíamos podido vencer a los chiapanecas”. Algunos de los que tenían esclavizados “salieron del poder dellos con sus haciendas, mujeres e hijos, y se fueron a poblar a diez leguas de Chiapas, donde está ahora Xaltrepeque”.

     Foto: La peripecias que cuenta ahora Bernal las está pasando en el camino que va de Coatzacoalcos, donde él vivía asentado como encomendero de indios, hacia Tuxtla, al sur, territorio de la provincia de Chiapas. Anticipemos ya que, pasado un tiempo, Carlos V, deseoso de cortarle las alas a Cortés, no quiso que tuviera la máxima autoridad en  México, y le compensó con el título de Marqués del Valle de Oaxaca, que figura en el mapa al oeste de Tuxtla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario