sábado, 13 de agosto de 2016

(Día 356) Se encuentran en MÉXICO los dos derrotados, NARVÁEZ y GARAY, y reconocen la grandeza de su vencedor, CORTÉS. Muere GARAY, y nuevamente surge el rumor de que lo ha asesinado CORTÉS, cosa que BERNAL niega rotundamente.

(108) –Qué espectáculo, coleguita: Narváez y Garay con Cortés.
     -Tres grandes personajes, querido Sancho, uno rebosante de gloria, y los otros dos con el orgullo malherido, pero todos caballerosos; aunque el fondo del alma de Cortés era un misterio. Oigamos a Bernal: “Y llegado que fue a México Garay, el mismo Cortés y muchos caballeros salieron a recibirle, y Garay iba asombrado de ver tanta ciudades, y especialmente por la de México”. Le habló a Hernán de su mala fortuna y le pidió ayuda. “Cortés se ofreció de muy buena voluntad y se habló de casar  una hija suya, que se llamaba Catalina Pizarro, que era niña (tendría 9 años y nació fuera de su matrimonio), con un hijo de Garay, que venía como capitán en la armada; y también le prometió ayudarle para que fuese a poblar donde el río de Palmas. Y con estos prometimientos, Garay estaba muy alegre”. Puesto que luego hubo otro sospechoso enigma, Bernal anticipa una muestra de confianza en Cortés: “Yo tengo por cierto que así como lo había capitulado y ordenado, lo cumpliera”.  Garay se quedó en casa de un amigo, “porque Cortés estaba haciendo sus palacios, tan grandes y con tantos patios que parecían el Laberinto de Grecia. Como estaba en  México Pánfilo de Narváez vino a ver a Garay, y abrazándose el uno al otro, se pusieron a hablar de sus trabajos y desdichas; y Narváez, medio riendo le dijo: ‘Hanme dicho que solía decir vuestra merced a sus capitanes que pelearan muy bien con los soldados de Cortés, para que no les tomaran descuidados como tomaron a Narváez. Pues sabed que nunca me han vencido descuidado, y que no ha habido en el mundo otro hombre más venturoso que Cortés, que lo ha sido como Octaviano, y, en el vencer, como Julio César, y, en el trabajar en las batallas, más que Aníbal’. A lo que respondió que en sus obras se veía. Luego Garay suplicó a Cortés que le diese licencia a Narváez para volver a Cuba con su mujer, que estaba rica de minas. Cortés lo concedió, y le ayudó con dos mil pesos”. Pero hay heridas que cierran en falso: más tarde Narváez, ya en España, testificó contra Cortés. ¿Qué fue de Garay, daddy?
     -Otro misterio, peque: “La noche de Navidad de 1523, después de maitines, almorzaron Cortés y Garay con  mucho regocijo, y, después de una hora, con el aire que le dio a Garay, que ya estaba mal dispuesto, le dio dolor de costado con grandes calenturas”. ¿Y? A ver cómo lo explicamos. Cortés, irremediablemente, provocaba envidias. Sus abusos dieron origen al odio; el odio de sus enemigos se cebó en él buscándole la ruina en virulentos procesos; y esos procesos incidieron principalmente en lo más grave: posibles asesinatos. Nadie le tenía más ganas que mi sobrino, el oidor Juan Ortiz de Matienzo, deseoso de degollarlo, a ser posible con cuchillo herrumbroso y mellado, y en sus manos estaba toda la instrucción judicial.
     Pero también de estas guerras salió bien librado. De sobra conocía Bernal todas las habladurías contra su gran jefe; pero solo le criticaba en cosas probadas. Una de las acusaciones contra Cortés fue la de haber envenado a Garay. Bernal, después de decir que se había puesto malo, reduce su versión a esto: “Mandaron los médicos sangrar y purgar a Garay, y desque vieron que arreciaba el mal, le dijeron que se confesase e hiciese testamento. Dejó por albacea a Cortés (prueba evidente de que confiaba en él), y, a los cuatro días de tener el mal, dio el alma a Nuestro Señor, que la crio. Y esto tiene la tierra de  México, que en tres o cuatro días morían de aquel mal de costado muchos de nuestros soldados en Texcoco y Coyoacán. Pues ya muerto Garay –perdónele Dios, amén- le hicieron muchas honras en el enterramiento, y Cortés y otros caballeros se pusieron de luto. Y como algunos maliciosos estaban muy mal con Cortés, decían que le había dado rejalgar (arsénico) en el almuerzo, y fue gran maldad decirlo, porque ciertamente de su muerte natural murió, porque así lo juraron sus médicos (probablemente en el juicio posterior)”.

     Foto 1ª.- Francisco de Garay se merece una extensa biografía, y es injusto que no la tenga. Llegó a Indias nada menos que  el año 1493, en el segundo viaje de Colón. Se hizo tan rico que construyó la primera casa de piedra del Nuevo Mundo, en Santo Domingo: la de la foto, conocida como Casa del Cordón. Foto 2ª.- Ese adorno, que contradictoriamente representaba la pobreza y la humildad franciscanas, se hizo muy popular en los palacios de la época: basta recordar la maravillosa Casa del Cordón que construyeron en Burgos los poderosos Velasco.



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