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–Qué espectáculo, coleguita: Narváez y Garay con Cortés.
-Tres grandes personajes, querido Sancho,
uno rebosante de gloria, y los otros dos con el orgullo malherido, pero todos
caballerosos; aunque el fondo del alma de Cortés era un misterio. Oigamos a
Bernal: “Y llegado que fue a México Garay, el mismo Cortés y muchos caballeros
salieron a recibirle, y Garay iba asombrado de ver tanta ciudades, y
especialmente por la de México”. Le habló a Hernán de su mala fortuna y le
pidió ayuda. “Cortés se ofreció de muy buena voluntad y se habló de casar una hija suya, que se llamaba Catalina
Pizarro, que era niña (tendría 9 años y
nació fuera de su matrimonio), con un hijo de Garay, que venía como capitán
en la armada; y también le prometió ayudarle para que fuese a poblar donde el
río de Palmas. Y con estos prometimientos, Garay estaba muy alegre”. Puesto que
luego hubo otro sospechoso enigma, Bernal anticipa una muestra de confianza en
Cortés: “Yo tengo por cierto que así como lo había capitulado y ordenado, lo
cumpliera”. Garay se quedó en casa de un
amigo, “porque Cortés estaba haciendo sus palacios, tan grandes y con tantos
patios que parecían el Laberinto de Grecia. Como estaba en México Pánfilo de Narváez vino a ver a Garay,
y abrazándose el uno al otro, se pusieron a hablar de sus trabajos y desdichas;
y Narváez, medio riendo le dijo: ‘Hanme dicho que solía decir vuestra merced a
sus capitanes que pelearan muy bien con los soldados de Cortés, para que no les
tomaran descuidados como tomaron a Narváez. Pues sabed que nunca me han vencido
descuidado, y que no ha habido en el mundo otro hombre más venturoso que
Cortés, que lo ha sido como Octaviano, y, en el vencer, como Julio César, y, en
el trabajar en las batallas, más que Aníbal’. A lo que respondió que en sus
obras se veía. Luego Garay suplicó a Cortés que le diese licencia a Narváez
para volver a Cuba con su mujer, que estaba rica de minas. Cortés lo concedió,
y le ayudó con dos mil pesos”. Pero hay heridas que cierran en falso: más tarde
Narváez, ya en España, testificó contra Cortés. ¿Qué fue de Garay, daddy?
-Otro misterio, peque: “La noche de
Navidad de 1523, después de maitines, almorzaron Cortés y Garay con mucho regocijo, y, después de una hora, con
el aire que le dio a Garay, que ya estaba mal dispuesto, le dio dolor de
costado con grandes calenturas”. ¿Y? A ver cómo lo explicamos. Cortés,
irremediablemente, provocaba envidias. Sus abusos dieron origen al odio; el
odio de sus enemigos se cebó en él buscándole la ruina en virulentos procesos;
y esos procesos incidieron principalmente en lo más grave: posibles asesinatos.
Nadie le tenía más ganas que mi sobrino, el oidor Juan Ortiz de Matienzo,
deseoso de degollarlo, a ser posible con cuchillo herrumbroso y mellado, y en
sus manos estaba toda la instrucción judicial.
Pero también de estas guerras salió bien
librado. De sobra conocía Bernal todas las habladurías contra su gran jefe;
pero solo le criticaba en cosas probadas. Una de las acusaciones contra Cortés
fue la de haber envenado a Garay. Bernal, después de decir que se había puesto malo,
reduce su versión a esto: “Mandaron los médicos sangrar y purgar a Garay, y
desque vieron que arreciaba el mal, le dijeron que se confesase e hiciese
testamento. Dejó por albacea a Cortés (prueba
evidente de que confiaba en él), y, a los cuatro días de tener el mal, dio
el alma a Nuestro Señor, que la crio. Y esto tiene la tierra de México, que en tres o cuatro días morían de
aquel mal de costado muchos de nuestros soldados en Texcoco y Coyoacán. Pues ya
muerto Garay –perdónele Dios, amén- le hicieron muchas honras en el
enterramiento, y Cortés y otros caballeros se pusieron de luto. Y como algunos
maliciosos estaban muy mal con Cortés, decían que le había dado rejalgar (arsénico) en el almuerzo, y fue gran
maldad decirlo, porque ciertamente de su muerte natural murió, porque así lo
juraron sus médicos (probablemente en el
juicio posterior)”.
Foto 1ª.- Francisco de Garay se merece una
extensa biografía, y es injusto que no la tenga. Llegó a Indias nada menos
que el año 1493, en el segundo viaje de
Colón. Se hizo tan rico que construyó la primera casa de piedra del Nuevo Mundo,
en Santo Domingo: la de la foto, conocida como Casa del Cordón. Foto 2ª.- Ese
adorno, que contradictoriamente representaba la pobreza y la humildad
franciscanas, se hizo muy popular en los palacios de la época: basta recordar
la maravillosa Casa del Cordón que construyeron en Burgos los poderosos Velasco.
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