(112)
–Cristóbal de Olid, alegre cronista, se
sabía sentenciado.
-Con tanto tiempo al lado de Cortés, my
dear priest, en las más extremas situaciones, lo conocía como a sí mismo; por
eso rechazó las paces de Francisco de las Casas: venía, sin duda, con orden de
matarlo. Cortés se había alzado contra Velázquez, pero nunca perdonaría al que
se alzara contra él. “Desque el de las Casas, que era hombre animoso, vio que
le hacía frente Olid, mandó echar al agua sus bateles, para de una manera o de
otra, tomar tierra, y en el enfrentamiento hundió una de las carabelas de su contrario
y le mató 4 soldados”. Olid se vio en serios apuros, sobre todo porque a
algunos de sus hombres los había mandado “a prender a otro capitán que estaba
conquistando en aquella provincia, que se llamaba Gil González de Ávila”. El
tal Gil va a tener gran protagonismo en este episodio, y, si andaba por allí
tratando de hacer sus conquistas, era por las frecuentes discusiones sobre los
límites de las licencias de exploración concedidas por el rey: en la Corte se
hacía el diseño con poca precisión, y sobre el terreno cada uno intentaba
aumentar su tajada (ya vimos el caso de Francisco de Garay con Cortés).
Viéndose limitado de fuerzas, “Cristóbal de Olid acordó demandar paces a
Francisco de las Casas, pero fue su ventura y la desdicha del de las Casas que
un viento norte muy recio dio con los navíos de este al través en tierra, de
manera que se perdió cuanto traía, se ahogaron 30 soldados y todos los demás
fueron presos”. ¿Y luego?
-Pues parece, divino rapsoda, que le iba
sonriendo la fortuna a Olid, porque no solo tenía en sus manos a Francisco de
las Casas, sino que también le trajeron sus soldados al susodicho Gil: “Y al
verse con dos prisioneros que eran capitanes, estaba muy contento, y como tenía
fama de esforzado, y ciertamente lo era, para que se supiese en todas las
islas, se lo escribió a su amigo el gobernador Diego Velázquez (por esas fechas murió el ilustre rensoroso);
y luego se fue con los prisioneros y con muchos soldados a un buen pueblo que
en aquel tiempo estaba muy poblado, llamado Naco, y que ahora está destruido”.
Pero la risa va por barrios, y, al
alzado, se le alzó un capitán: “Desde allí envió Olid de expedición al capitán
Briones, uno de los que le dijeron que se alzase contra Cortés, y de suyo era
bullicioso, que tenía parte de las orejas cortadas por rebelde, al cual le
ahorcaron después en Gautemala por amotinador”. Pero ahora… Ahora Briones iba a
demostrar su mala condición: “Se supo en el real de Cristóbal de Olid que el
Briones se había alzado con todos los soldados que llevaba en su compañía. Y
viendo esto Francisco de las Casas y Gil González de Ávila, que estaban presos,
muy secretamente se concertaron con los soldados amigos de Cortés para darle de
cuchilladas a Olid, que se tenía por muy valiente y, a ellos, en nada (con tan poca precaución que hasta los invitaba
a comer). Estando sentados a una mesa y habiéndose alzado los manteles,
platicaba Olid con ellos muy confiado de las conquistas de México, y el
Francisco de las Casas le echó mano de las barbas y le dio por la garganta con
un cuchillo que traía oculto, y Gil González de Ávila y los soldados de Cortés
le dieron de presto tantas heridas que
no se pudo valer, y como era muy recio, membrudo y de muchas fuerzas, se
escabulló dando voces”. Nadie acudió en su auxilio y se escondió entre los
matorrales. Pronto su tropa comprendió que los de Cortés se habían hecho con la
situación y que representaban la legalidad del rey. Francisco de las Casas tomó
el mando. “Luego se supo dónde estaba Olid y le prendieron, y se hizo proceso
contra él, y, por sentencia que dieron entrambos capitanes (las Casas y Gil, brazos ejecutores de Cortés), lo degollaron en la
plaza de Naco (ejecución para los nobles).
Y así murió por haberse alzado por malos consejeros, a pesar de ser hombre muy
esforzado, y sin mirar que Cortés le había hecho su maestre de campo y dado muy
buenos indios”.
Foto: Así es la condición humana, pequeño
filósofo: ni siquiera el buenazo de Bernal puede ser equitativo. Casi justifica
la muerte de Olid, pero se olvida de que su admirado Cortés, con todos sus
soldados, él incluido, se alzaron contra el representante del rey, Diego
Velázquez. Honremos a Cristóbal de Olid comparándole, respetando las categorías,
con el gran Julio César, también ejecutado por llegar al poder saltándose las
leyes; en el cuadro, el dato humano lo pone Bruto, que apuñala a César sin
atreverse a mirarlo; en su narración,
también Bernal pone un detalle tierno recordando que Olid “estaba casado con
una portuguesa que se decía doña Felipa de Arauz, y tenía una hija”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario