domingo, 21 de agosto de 2016

(Día 364) NARVÁEZ y TAPIA, que habían sido anulados por CORTÉS, llegan a la corte para minar arteramente su prestigio; CARLOS V se muestra receptivo y ordena una investigación. Las acusaciones que presentan los denunciantes serán un guión repetido en todos los posteriores procesos contra CORTÉS.

(116) –Es dura la naturaleza, secre: el macho alfa tiene mal futuro.
     -Hasta el monarca más poderoso, docto clérigo, es una simple pieza de recambio. Cortés fue un grandísimo líder que sirvió para derribar el imperio de Tenochtitlán; llegó a su cénit, y le vamos a ver caminando hacia el ocaso, aunque poco a poco. Tuvo que aguantar las tarascadas de los que aspiraban a ocupar su puesto y la actitud de un rey que deseaba recortarle las alas porque temía que volara demasiado alto: el gran error de Hernán en la Corte fue presentarse con excesivo relumbrón y maneras aristocráticas, algo que los nobles de cuna no podían digerir. Lo malo es que, antes de que eso ocurriera, ya habían ido otros deseosos de hacerle el mayor daño posible, y buscaron de inmediato el apoyo de Fonseca. Cálmate, Sancho.
     -Es agua pasada, jovencito, y hasta a él le dan risa estas historias ahora en Quántix. Leamos a Bernal: “Llegaron a Castilla Pánfilo de Narváez (el derrotado por Cortés) y Cristóbal de Tapia, el que había enviado el obispo Fonseca a quitarle a Cortés la gobernación de Nueva España (y salió trasquilado), y fueron a pedirle a dicho obispo favor para irse a quejar de Cortés ante Su Majestad, y, como no deseaba otra cosa sino que hubiese quejas de Cortés, les dio tales promesas, que fueron con procuradores delante de nuestro señor y se quejaron reciamente de Cortés. Y le pusieron tantas acusaciones, que Su Majestad estaba enojado de oír tantas injusticias como de él decían, creyendo que eran verdad”. Consiguieron, pues,  dejarle tocado a Cortés en su honra, y el rey ordenó rápidamente que se reunieran campanudos miembros de su Consejo. “Y desque se juntaron, les mandó que mirasen los debates que había entre Cortés, Diego Velázquez y aquellos querellosos, y que en todo ello hiciesen justicia”. Se iniciaron las declaraciones con procuradores de ambas partes. Los enemigos de Cortés expusieron todo un catálogo de acusaciones contra él convirtiéndolo en un temible sospechoso, lo que, naturalmente, sus defensores negaron de plano, argumentando que eran del todo falsas o estaban basadas en meros indicios. Fue la misma basura que siempre se le echó encima machaconamente en juicios posteriores. Tanta saña iba a perjudicarle a Cortés, pero nunca fue condenado, aunque yo, hijos míos, a nivel personal, vigilaría  mi cartera estando a su lado. Veamos la metralla utilizada. Por supuesto, las quejas ante el rey comenzaron con la rebelión de Cortés contra las órdenes del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, y los sucesivos ninguneos a sus enviados, Narváez y Tapia (quienes, además, llegaron a México apoyados por el representante del monarca, el obispo Fonseca), con especial  gravedad en el caso de Narváez porque lo sometió  militarmente; aunque, como vimos, había reaccionado con nobleza en la derrota, ahora  iba a revolverse rabiosamente. No se dejaron en el tintero ninguno de los delitos dudosos o flagrantes de Cortés que nos ha venido contando Bernal, siendo los principales: quedarse con un quinto de los beneficios de la conquista, como si fuera el rey; causar la muerte de Francisco de Garay “dándole ponzoña en un almuerzo”; ser el autor de la muerte de su esposa, Catalina Suárez Marcaida; y también mandar “quemar los pies a Cuauhtémoc y a otros caciques para que diesen el oro, así como cortarle los pies al piloto Umbría sin causa ninguna y ahorcar a dos hombres que se querían volver a Cuba”. Los representantes de Cortés, entre los que estaba su padre Martín, lo defendieron bien, con argumentos idénticos a los que utilizó Bernal cuando trataba de estos asuntos, lo que pone de relieve que los consideraba válidos, aunque, en algunos casos concretos  mostrara su disgusto o su disconformidad, como en lo que se refiere al quinto que se ‘beneficiaba’ y a la tortura de Cuauhtémoc. Pero hay un asunto que ni se mencionó, y esto resulta  muy  significativo para eliminar cualquier responsabilidad de Cortés en el debatido tema de la muerte de  Moctezuma: ninguno de sus rabiosos enemigos le hace responsable, y no por falta de ganas. Conoceremos mañana la sentencia dictada.

     Foto: El gobernador de Cuba, Diego Velázquez, tuvo como secretario a Cortés, peligroso corredor de fondo que se ganó su total confianza: tanto que en 1515 le nombró nada menos que alcalde de la entonces capital de la isla, Santiago. El cuadro representa el  momento en que  el brillante discípulo de Maquiavelo está jurando sobre la Sagrada Biblia la fidelidad al cargo, al gobernador Velázquez y a Su Majestad, entonces, como regente,  Fernando el Católico. Con la habilidad, la valentía y el cinismo necesarios, lo violó todo y consiguió la gloria. 


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