viernes, 12 de agosto de 2016

(Día 355) El poderoso FRANCISCO DE GARAY intenta de nuevo, con una enorme flota, competir con CORTÉS. Todo le va a salir mal: gran parte de sus hombres se cambia de bando, pierde autoridad ante el resto y, consciente de su incapacidad, le pide acogida a CORTÉS.

(107) –Esto ya es de risa, viejo seductor: Garay ataca de nuevo.
     -Uno se pegunta, generoso abad, cómo es posible que Cortés aguantara vivir en un continuo sobresalto: no se ha visto caso semejante. Es como si enemigos sin fin esperaran su turno en la cola para pelear con él. Francisco de Garay (sí, el de Sopuerta), ya había enviado algunos navíos de tanteo a explorar por la costa de México, con un rotundo fracaso que hasta le benefició a Cortés en armamento y hombres: “Pero como era rico y gobernador de Jamaica (y tú, reverendo, su abad), cuando supo de la buena ventura de Cortés y de las grandes ciudades que había descubierto, tuvo más envidia e codicia, y le nació la voluntad de venir en persona y traer la mayor armada que pudiese. Preparó 13 navíos, juntó 136 de caballo y 840 soldados, y partió de Jamaica el día 24 de junio de 1523. Pero cuando supo que, con 266 soldados, habíamos desbaratado a Pánfilo de Narváez, que tenía más de 1.300, temió la fortuna de Cortés, y tomó juramento a todos sus soldados de que no le desampararían e que le obedecerían como  capitán general”. Sus temores se harían poco a poco realidad, porque, ni su riqueza ni la impresionante expedición que había preparado fueron suficientes para evitar que todo quedara absorbido por el poderoso magnetismo del “divino” Cortés. Algunos soldados se le iban amotinando o huyendo a México. Pedro de Vallejo (probable menés, como tú, my dear), que estaba al mando en una villa próxima controlada por Cortés, “prendió a cuarenta soldados de Garay que estaban descuidados, y ellos tuvieron por buena su prisión; y cada día se le marchaban muchos soldados a Garay, que anochecían y no amanecían en el real. Llegaron al puerto unos enviados de Cortés, tuvieron pláticas secretas con los capitanes de Garay que estaban en los navíos, y se concertaron para entregarse. Luego le requirieron a Juan de Grijalva que también lo hiciese con su navío, y respondió tirando muchos tiros. Pero cuando vio que todas las naos se habían pasado a Cortés, así lo hizo él con su nao capitana (es extraño que Bernal solo diga, como de pasada, que el capitán Juan de Grijalva iba con Garay, sin  explicar que se trataba, nada menos, del que fue su admirado jefe en la 2ª expedición a México, la anterior a la de Cortés)”. Garay quedó abrumado, y no vio otra salida sino la de renunciar a México como objetivo de la expedición.  No dio la talla tu amigo.
     -Pero es comprensible, mozuelo. La enorme sombra de Cortés se tragó a Garay. Se dio cuenta de que era un rival invencible, “y pidió a los capitanes de Cortés que le diesen sus naos y todos sus soldados, porque quería ir a poblar a otra parte, al río de las Palmas; le respondieron que así lo harían”. Se dispuso Garay a recoger en su redil todas las ovejas que se le habían descarriado, “y, aunque les amenazaba con penas, era pregonar en balde, que hasta le decían que no era capitán para saber mandar ni hombre de guerra, por lo que Garay estaba desesperado”. Tan desesperado que se rebajó a escribirle a Cortés “comunicándole sus desdichas y trabajos, y pidiéndole que le recibiera, encomendándose a él, pero de manera que no fuese disminuida su honra. Y Cortés, viendo su carta, tuvo pena de él, y le respondió con mucha mansedumbre diciéndole que se viniera a México”. Me parte el alma, discípulo amado, ver a hombre tan prominente, de larga y victoriosa experiencia militar en Cuba bajo el mando del gobernador Velázquez, tan exitoso en sus negocios, inmensamente rico, gobernador de mi amada isla de Jamaica, de la que los dos éramos las máximas autoridades, perder de la noche a la mañana toda su poderosa armada naval, como por ensalmo, sin ningún enfrentamiento, simplemente porque el seductor Cortés le guiñó el ojo a sus soldados y se fueron todos tras él, dejando  a Garay abandonado como si de un barato folletín amoroso se tratara.

     Foto.- Please: que no se me alboroten los republicanos. El año 2009 visitaron los reyes Jamaica (por ahí aparece Trinidad Jiménez, y hasta asoma la cabecita de  Moratinos), y, desde la capital actual, Kingston, los llevaron a visitar la antigua, donde los vemos siendo recibidos por la autoridad local; los ingleses la llamaron Spanish Town, pero su nombre original fue Villa de Nuestra Señora de la Vega. Que sirvan estas palabritas como homenaje a su fundador, el, por muchos conceptos, ilustre Francisco de Garay. Aunque circula por ahí el dato de que estableció la población en 1534, yo les puedo asegurar que recibí con todos los honores en Quántix, el Reino de la Risa, a ese gran vizcaíno a finales  del año 1523.


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