(95)
–Fíjate en la expresión, secre: “estaba de bote en bote”. No seas perezoso,
investígalo.
-Es curioso, docto clérigo, que ya se
utilizara en aquel tiempo. Pues sepa su reverencia que empezó a usarse hacia
1540 (después de las batallas de México, pero antes de que Bernal terminara su
libro) castellanizando la palabra francesa “bout” (extremo).
-No tienes precio, revuelvelegajos.
-Pues sigamos, generoso reverendo, con el
texto de Bernal que ha dado origen a este juguetón rodeo: “Los mexicanos venían
hasta las casas en que estábamos amparados; con dos tiros gruesos (cañoncitos) que pusimos, como llenaban
la calzada de bote en bote, matábamos muchos dellos, y quien nos ayudó mucho aquel día fue el artillero
y muy esforzado soldado Pedro Moreno
Medrano, que agora vive en Puebla”. Los aztecas repitieron la macabra
estrategia de lanzar cabezas de los sacrificados a cada uno de los
destacamentos de españoles, gritando que habían aniquilado a los demás. Era tan
desmoralizador que Cortés “mandó a Andrés de Tapia con tres de caballo muy en
posta para que, aventurando las vidas, viniesen a nuestro real de Tacuba y
supiesen si estábamos vivos”. Hasta los bergantines estaban en peligro, “que
ya habían encallado en tierra uno los
mexicanos, y le habían puesto sogas para meterlo en la ciudad, y como nos
vio el Sandoval a mí y otros seis
metidos en el agua tratando de echarlo a lo hondo, nos dijo: ‘¡Oh, hermanos,
poned fuerza para que no se lo lleven!’. Y tomamos tanto esfuerzo que lo
sacamos a salvo. Los marineros salieron heridos, y dos soldados muertos; me
dieron un flechazo y una cuchillada en la pierna, y a Sandoval una buena
pedrada en la cara”. Y volvió el horror…
-Tanto sufrimiento, pequeñuelo, tuvo que
lavarles todos los pecados, porque el Purgatorio no puede ser peor.
Ciertamente, volvió el horror: “Estando ya a salvo y contando cada capitán a
Cortés lo que había sucedido, tornó a sonar el tambor muy doloroso del
Huichilobos. Y miramos al alto cu y vimos que llevaban por fuerza, gradas
arriba, para sacrificarlos, a nuestros
compañeros que le tomaron a Cortés. Y cuando estaban en lo alto, a muchos
dellos les ponían plumaje en la cabeza, y con unos como aventadores les hacía
bailar delante del Huichilobos. Y luego los ponían de espalda encima de unas
piedras, y con unos navajones de pedernal les aserraban por los pechos, y les
sacaban los corazones bullendo y se los ofrecían a los ídolos. Y a los cuerpos
dábanles con los pies gradas abajo, y estaban aguardando abajo otros indios
carniceros que les cortaban brazos y pies, y las caras las desollaban. Y las adobaban después
como guantes, y con sus barbas las guardaban para hacer fiestas con ellas
cuando hacían borracheras y se comían las carnes con chimocle (salsa de chile)”. Lo siento, hijos
míos, pero vamos a seguir con el espanto: “Y desta manera los sacrificaron y
les comieron las piernas y los brazos, y los corazones y sangre ofrecían a sus
ídolos, como he dicho. Y los cuerpos, que eran las barrigas y tripas, echaban a
los tigres y culebras que tenían en la casa de las alimañas. Cuando vimos
aquellas crueldades, miren los curiosos lectores qué lástima tendríamos dellos,
y decíamos entre nosotros: ‘¡Oh, gracias a Dios que no me llevaron a mí hoy a sacrificar!’. Y también tengan atención en que,
aunque no estábamos lejos dellos, no les podíamos remediar, sino que solo
rogábamos a Dios que nos guardase de tan cruelísima muerte”. El cronista
Sahagún añade un dato aclaratorio: “Mataron primeramente a los españoles y
después a todos sus indios amigos. Habiéndolos muerto, pusieron las cabezas en
unos palos delante de los ídolos, todas espetadas por las sienes; las de los
españoles más altas, las de los indios más bajas, y las de los caballos más
bajas”.
Foto: La muerte es algo que espanta; pero
nada temían más los soldados que ser apresados vivos. En su extenso libro, Bernal
repite con frecuencia el pánico que les daba
morir de forma tan cruel, tan humillante y tan inhumana, devorados por
sus propios enemigos; el principal protagonista de esta pintura, recién
capturado por los aztecas, sabía muy bien lo que le esperaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario