miércoles, 13 de julio de 2016

(Día 325) TODO ES BUENO PARA EL CONVENTO: llega un barco del GOBERNADOR DE CUBA y se pasa al bando de CORTÉS. Luego, otro, y lo mismo. Surge la figura rutilante de CUAUHTÉMOC, que vigila las andanzas de los españoles, pero hay poblados que se revuelven contra los aztecas.

(77) –Como siempre, secre, a Cortés le interrumpieron los planes.
     -Desde luego, querido Sancho, no le dejaban aburrirse: “Cuando andábamos en Tepeaca castigando a los que mataron a compañeros nuestros, nos avisaron los de la Villa Rica que había llegado al puerto un navío con cartas del gobernador de Cuba para Pánfilo de Narváez, creyendo que se había hecho con  la Nueva España desbaratándonos, y le ordenaba que, si no había muerto a Cortés, se lo enviase preso para mandarlo a  Castilla, que así lo había dispuesto el obispo don Juan Rodríguez de Fonseca”.
     -Esto es una pesadilla, mio piccolino; menos mal que, para entonces, yo reposaba plácidamente en Quántix, y veía con regodeo la inquina feroz que Fonseca tuvo contra Cortés hasta el último día de su vida, ya muy próximo. Me reconocerás el mérito de que el obispo me quisiera siempre. Digamos, de paso, que el malabarista Hernán había bloqueado tan herméticamente las comunicaciones con Cuba, que el gobernador Velázquez se  movía a la deriva, como un barco sin timón. Los soldados que permanecían en la Villa Rica les hicieron creer a los marineros del barco de Velázquez que Cortés andaba huido y Narváez victorioso, por lo que bajaron alegres y confiados a tierra, siendo apresados de inmediato e incorporados a las tropas de Hernán; hasta con gusto, porque fueron bien tratados y engatusados con la perspectiva de riquezas y honores. “Ocho días después llegó una segunda nao con bastimentos para la primera, e ni más ni menos fue también apresada, y así nos íbamos fortaleciendo con soldados nuevos”. Bernal comenta luego un hecho que resultaría de gran relieve para el orgullo histórico mexicano: “Ya entonces habían alzado en México a otro señor, porque el que  nos echó de allá (Cuitláhuac) era fallecido de viruelas; y el señor que hicieron era un pariente muy cercano de Moctezuma, que se decía Cuauhtémoc (también a este lo conoció bien Bernal), mancebo de unos 25 años, buen gentilhombre para ser indio y muy esforzado. Y se hizo temer tanto que todos los suyos temblaban de él, y era casado con una hija de Moctezuma. E como supo que habíamos desbaratado los escuadrones mexicanos que estaban en Tepeaca, temió que  atraeríamos a nuestra amistad otras provincias; envió mensajeros por los pueblos dando joyas a los caciques, y con el recado de que peleasen muy reciamente para que no los hiciésemos esclavos”. El previsor Cuauhtémoc trató de mantener bajo su control los poblados que tributaban a México: no quería que Cortés, tan gallo como él,  se hiciera el amo del corral. Pero algunos indios pensaban de otra manera: “En especial envió un poderoso ejército a Guacachula (Huaquechula), y parece ser que los mexicanos hacían muchos robos y abusos en los pueblos donde se aposentaban, llegando a forzar a las mujeres delante de sus maridos y padres. Y como sabían que los pueblos tomados por los españoles estaban muy de paz y sosiego, vinieron cuatro principales secretamente diciéndole a Cortés que enviara a Guacachula a sus soldados para quitar aquellos agravios, y que ellos nos ayudarían a matar a los mexicanos”. Bajo el mando de Cristóbal de Olid, partieron hacia el poblado unos 300 soldados y un numeroso grupo de tlaxcaltecas. Pero surgió una extraña situación que confirma la ‘flojera’ de los de Narváez. Iban asustados con la idea de que Cuauhtémoc les esperaba, y, cosa extraña, le convencieron al  valiente Olid de que se volvieran atrás. Al saberlo Cortés, le mandó una carta con una bronca monumental. “Y cuando la leyó, hacía bramuras de enojo, y fue hecho un bravo león hacia Guacachula, enfrentándose a los mexicanos y poniéndolos en huida en cuestión de una hora. Y los tlaxcaltecas lo hicieron muy bravamente, que mataban y prendían muchos dellos (nos imaginamos para qué). Luego vinieron los caciques de aquel pueblo y de otros comarcanos a demandar paz y se dieron por vasallos de nuestro rey y señor. Y el Cristóbal de Olid se reía y decía que ‘más cuidado tenían algunos de sus minas y de Cuba que de batallar”.

     (Foto: Se ve en el mapa que Huaquechula estaba cerca de México. Las correrías de Cortés por esa zona le estaban indicando a Cuauhtémoc que seguía peleón, y que era capaz de intentar una nueva conquista de la imperial Tenochtitlán).




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