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-Y hubo, querido socio, otra tragedia para
el debate histórico.
-Tendremos que emplear la lógica, sabio
doctor, acerca de lo que realmente ocurrió. Moctezuma no quería intervenir para
aplacar a los mexicanos. Da la sensación de ser un hombre harto de los dos
bandos, el de Cortés y el suyo: “E fueron el padre de la Merced y Cristóbal de
Olid, y le hablaron con mucho acato y palabras muy amorosas. E dijo el
Moctezuma. ‘Yo tengo creído que no podré parar la guerra, porque ya tienen
alzado a otro señor. Han decidido no dejaros salir de aquí con vida’. Y
Moctezuma se puso en un pretil de una azotea con muchos de nuestros soldados
guardándole, y les comenzó a hablar a los mexicanos con palabras muy amorosas,
diciéndoles que dejasen la guerra porque nos iríamos de México. Y muchos
principales bien le conocieron y mandaron a sus gentes que no tirasen piedras
ni flechas, y se acercaron cuatro de ellos y le dijeron llorando a Moctezuma.
‘¡Oh, gran señor, cómo nos pesa de vuestro mal y daño!’. E le hicieron saber
que ya habían levantado por señor a su hermano Cuitláhuac, señor de Iztapalapa,
y no era Cuauhtémoc, pues fue señor después. Y dijeron también que la guerra no
la habían de acabar hasta que todos nosotros muriésemos. Y de seguido tiraron
tanta piedra y vara que los soldados que le protegían con las rodelas, como
mientras Moctezuma hablaba con ellos no daban guerra, se descuidaron un momento
y le dieron tres pedradas, una en la cabeza, otra en un brazo y otra en la
pierna. Y aunque le rogaban que se curase y comiese, diciéndoselo con buenas
palabras, no quiso; y en poco tiempo se supo que había muerto. Y Cortés lloró
por él, y todos los capitanes y soldados, e hombres hubo entre nosotros, de los
que le conocíamos y le tratábamos, que le lloraron tanto como si fuera nuestro
padre; y no nos hemos de maravillar, viendo qué tan bueno era. Y decían que fue
el mejor rey que en México había habido, e que por su persona había vencido
tres desafíos que tuvo sobre las tierras que sojuzgó”.
-Habría que hacer sonar, hijo mío, las
dramáticas trompetas del Réquiem de Mozart para este desgraciado personaje
digno de las tragedias griegas: con él se apagó para siempre el sol del mundo
azteca. Y como te recordé al principio, surgió un debate histórico que nunca se
ha cerrado. En México ha echado fuertes raíces la versión de que Cortés asesinó
a Moctezuma. Todo es posible, pero, sin ser un santo, tampoco era un tonto,
sino siempre un frío e inteligente calculador, y tuvo que ser consciente de
que, especialmente en aquella desesperada situación, Moctezuma les valía más
vivo que muerto.
Era tanta la religiosidad de aquella
época, que los soldados llegaron a criticarle al fraile que no consiguiera
convertir a Moctezuma antes de morir: “Nos dio tanta tristeza su muerte que se
lo tuvimos a mal al padre de la Merced que no le hubiese atraído a que se
volviese cristiano, y él dijo por descargo que no había creído que de aquellas
heridas muriese”. Luego Cortés tuvo una idea absurda: les envió el cuerpo de
Moctezuma a los mexicanos con unos principales que tenía presos, para que les
contaran lo que pasó, y con la petición de que “alzasen por rey a un primo de
Moctezuma que estaba con nosotros, pues le pertenecía heredar, porque, al que
habían alzado por señor, no le venía por Derecho, y de que se hiciesen paces
para salirnos de México; con el aviso de que si no lo hacían, saldríamos a
darles guerra e quemarles todas las casas”. La reacción de Cuitláhuac fue
explosiva e inmediata: “Nos dieron batalla con muy grandes gritas y silbos y
rociadas de piedra y vara y flecha, y procurando poner fuego a nuestros
aposentos”. Y, de nuevo, Cortés se equivocó creyendo que, echándose un farol
heroico, se iban a arrugar: “Se acordó que, al otro día, saliésemos todos del
real a luchar bravamente para ver si, por ventura, les hiciésemos que cesaran
la guerra, y se pudiera tratar alguna paz para salir libres. Y aunque lo
hicimos muy varonilmente, y matamos a muchos contrarios, todo fue nonada para
el daño, así de muertes como de heridas, que nos dieron”. Preciosa situación:
¿qué se puede hacer, compañeiro?
(Foto: El grabado muestra la versión
española de la muerte de Moctezuma. Esa pedrada fue el preludio de la épica
derrota de Cortés y los suyos).
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