lunes, 18 de julio de 2016

(Día 330) TRETA MILITAR DE LOS AZTECAS que estuvo a punto de ahogar a los de CORTÉS. En un poblado vieron PRUEBAS DEL TERRIBLE DESTINO DE ALGUNOS ESPAÑOLES.

(82) –Yo creo, buen hombre, que Cortés tenía algún talismán.
     -Era puro carisma, santo clérigo. Los de Texcoco se le entregaron incondicionalmente. La situación estaba muy tranquila, pero había que aprovechar el tiempo al servicio de su gran objetivo, la conquista de México. “Como teníamos en nuestra compañía sobre 7.000 tlaxcaltecas, y estaban deseosos de ganar honra y guerrear contra los mexicanos, acordó Cortes que entráramos en un buen pueblo que se dice Iztapalapa (muy próximo a Tenochtitlán, en la orilla sur del lago), del que recibíamos mucho daño porque impedía que vinieran a nuestra amistad otros pueblos que lo deseaban. Cuando llegamos, nos estaban esperando los de Iztapalapa con unos 8.000 mexicanos de socorro, y pelearon muy valerosamente contra nosotros; mas, como los nuestros de a caballo rompieron por ellos y todos nuestros amigos tlaxcaltecas se metían entre ellos como perros rabiosos, dejaron presto el campo y se retiraron”. Y ellos les siguieron, pero era un trampa: “Estando de esa manera, vino tanta agua por todo el pueblo que, si  no saliésemos presto de las casas a tierra firme, todos quedáramos ahogados, porque soltaron dos acequias de agua dulce y salada y abrieron una calzada, con que de presto se llenó todo de agua, muriendo dos tlaxcaltecas; y nos volvimos a Texcoco medio afrentados de la  burla y ardid de echarnos el agua”. Durante un tiempo, continuó el baile de pequeños encuentros militares, peticiones de numerosos pueblos que venían a pedir la protección de los españoles frente a los mexicanos, y solicitudes de que  Cortés interviniera para que se hicieran con lógica sucesoria los nombramientos de caciques. Pero lo primero es lo primero: “Como siempre estábamos con gran deseo de tener ya los bergantines y vernos en el cerco de México, mandó Cortés a Sandoval que luego fuese por la madera con 235 soldados y buena cantidad de indios de Tlaxcala y Chalco (que era uno de los pueblos recientemente pacificados). E antes que partiesen hizo Cortés amistades entre ellos, porque se tenían mala voluntad y se trataban como enemigos. Y mandó Cortés a Sandoval que de camino fuesen a un pueblo llamado Calpulalpan y lo castigaran, porque allí habían matado a más de cuarenta españoles y  muchos tlaxcaltecas. Fue fácil someterlo, y los indios se excusaron diciendo que los autores habían sido los mexicanos”. Dentro del pueblo, vieron una vez más el terrible rostro del horror.
     -No gana uno para sustos, jovenzuelo: “Hallóse allí en aquel pueblo, en las paredes, mucha sangre de los españoles que mataron, con la que habían rociado a sus ídolos; y también había dos caras que habían desollado y adobado los cueros como pellejos de guantes, y las tenían con sus barbas puestas y ofrecidas en uno de los altares; y asimismo se hallaron cuatro cueros de caballos curtidos, muy bien aderezados, que tenían sus pelos, e con sus herraduras, y colgados para sus ídolos en el cu mayor; y se hallaron muchos vestidos de los españoles muertos”. Y había otra cosa que a ti, alma tierna, te escalofría, y a mí también: “Y también se halló en un mármol de una casa en la que los tuvieron presos (¡santo Dios, qué tortura sería la espera sin esperanza!), escrito con carbones: “Aquí estuvo preso el sin ventura Juan Yuste, con otros muchos que traía en mi compañía”. Créeme, hijo mío, que esta sola frase bastaría para que se  mirara con algo de piedad a todos los atormentados españoles que anduvieron por aquellas tierras. A pesar del espantoso espectáculo, Sandoval reaccionó al estilo de Cortés, con sentido común: “De todo lo cual el Sandoval y todos sus soldados tuvieron mancilla (pena) y les pesó, mas, ¿qué remedio había ya sino usar de la piedad con los de aquel pueblo, que se fueron abandonando a sus mujeres e hijos? Y Sandoval los dejó libres, enviándolos a llamar a los huidos, los cuales vinieron, le pidieron perdón y dieron la obediencia a Su Majestad”.

     Foto: En el mapa se ve Calpulalpan, el lugar donde se les heló la sangre a los soldados al ver la espantosa prueba de la muerte de más de cuarenta españoles, quedando solo memoria de ellos en un grafiti escrito por el “sin ventura Juan Yuste”. Sandoval se dirigía a Tlaxcala, pero hizo un pequeño rodeo para, como mensaje amenazador a Cuauhtémoc, castigar y someter al triste poblado, al que le pusieron el nombre de Pueblo Morisco (Bernal, cosa rara en él, no explica por qué).


No hay comentarios:

Publicar un comentario