jueves, 7 de julio de 2016

(Día 319) COMIENZA LA CATÁSTROFE: en la primera embestida de la muchedumbre azteca, MUEREN 30 ESPAÑOLES. Heroica salida de castigo buscando desmoralizar a los indios (de la que BERNAL se siente orgulloso); MUEREN 16 ESPAÑOLES. Saben que solo la paz les puede salvar y QUIEREN QUE MOCTEZUMA CONVENZA A SU PUEBLO.

(71) –El mismo día, secre, el mismo tenebroso día de su llegada.
     -Evidentemente, reverendísimo padre, los mexicanos les dejaron vía libre: querían que entraran en Tenochtitlán para masacrarlos al instante. Vino medio histérico y espeluznado de pavor un soldado diciendo que “estaba toda la ciudad llena de gente de guerra y por el camino le habían dado dos heridas, e que se les soltó cuando ya le tenían asido para llevarle a sacrificar; y nos pesó mucho oírle, porque bien entendido teníamos que, por bien que peleáramos, habíamos de pasar gran peligro de nuestras vidas, y hambre e trabajos. Mandó presto Cortés que mirase Diego de Ordaz con 400 soldados qué era aquello que decía el soldado, y aún no hubo llegado a media calle que le atacaron muchos escuadrones de guerreros, y otros desde las azoteas, y le dieron tales combates que le mataron 18 soldados, e hirieron a la mayoría, de manera que tuvo que volverse. Y de seguido vinieron muchos más contra nuestros aposentos, y nos mataron otros doce". ¿Cómo los ves, daddy?
     -Horrible cosa pelear sin esperanza alguna, compañeiro, dando por hecho que se les terminaba la vida. No obstante el instinto de supervivencia es ciego, y Cortés, olvidándose de su reciente negativismo, “desque amaneció acordó que saliésemos a pelear, y lo hicimos muy bien, pero ellos tenían tantos escuadrones que se remudaban de rato en rato, y si matábamos 30 o 40 de cada arremetida, más enteros y con más vigor peleaban. E no sé yo por qué lo escribo así tan tibiamente, porque algunos soldados que habían estado en las batallas de Italia, juraron que guerras tan bravosas jamás habían visto”. El día siguiente los españoles a salir contra los aztecas, esta vez cubiertos algunos por unas casetas de madera que habían hecho durante la noche, y, en medio de la refriega, tomaron una decisión que se diría solamente destinada a demostrarles a los indios su coraje y a bajarles la moral: “Determinamos ir hasta el gran cu de Huichilobos. Y con gran concierto subimos hasta arriba. Aquí se mostró Cortés muy varón, como siempre lo fue (Bernal es amigo de la verdad: critica y alaba honradamente). ¡Oh qué pelear aquí tuvimos! Y nos ayudaron muy bien los tlaxcaltecas. Pusimos fuego a sus ídolos, y con mucho riesgo de nuestras personas nos volvimos a nuestros aposentos, con todos heridos y 16 muertos, y los indios siempre apretándonos por las espaldas de manera que, aunque más claro lo diga, no lo puedo escenificar”. Bernal se esfuerza en hacernos comprender lo heroica que fue la hazaña de llegar a la cima del templo: “Muchas veces he visto pintada en lienzos mexicanos y tlaxcaltecas esta batalla y subida que hicimos en este gran cu, y tiénenlo por cosa muy heroica, y aunque nos pintan a nosotros muy heridos corriendo sangre e muchos muertos, en mucho lo tienen y como cosa imposible que pudiésemos subirlo. También quiero decir las maldiciones que los de Narváez echaban a Cortés, porque bien pacíficos estaban en sus casas en la isla de Cuba”. Habían hecho una ‘machada’ subiendo al templo, y presumirían de ello toda la vida, pero hasta el más ciego se daba cuenta claramente de que era necesario abandonar, lo antes posible, aquel matadero que llevaba cobradas las vidas de 46 soldados: “Y acordamos pedirles las paces para salir de México. Pero al amanecer muchos escuadrones de indios nos cercaron por todas partes. E viendo todo esto, acordó Cortés que el gran Moctezuma les hablase desde una azotea, y les dijese que cesasen las guerras porque nos queríamos ir de su ciudad. Y dicen que respondió con  gran dolor que ya no deseaba vivir ni oír a Malinche, pues por su causa estaba tan desventurado, y que sus palabras eran falsas y sus promesas mentiras. Y no quiso venir”. Ciertamente, no era menos desesperada la situación de Moctezuma que la de los aterrorizados españoles.

     (Foto: Otro de los dibujos del famosísimo Lienzo de Tlaxcala, que fue pintado a mediados del siglo XVI. No fantasea Bernal cuando dice que la toma del Templo Mayor quedó como algo casi mítico y repetidas veces pintado. Sin duda fue heroico, pero lo que uno no sabe es por qué lo llevaron a cabo; quizá con la absurda idea de desmoralizar a México entero quemando sus ídolos y demostrando de lo que eran capaces. Lo cierto es que murieron 16 españoles, así como muchos de sus amigos tlaxcaltecas, y los aztecas se pusieron aún más furiosos).


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