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–Cuanto mayor la dificultad, secre, más astuto Cortés.
-Y sin remordimientos, reverendo. El
ejército de Narváez y la tropilla de Hernán permanecían próximos, y había
correos de ida y vuelta tanteándose mutuamente. El retorcido Cortés consiguió
que viniera a negociar la paz “Andrés de Duero, secretario de Diego Velázquez,
muy estimado y prominente en la armada de Narváez”. Pero recordemos que Andrés era algo más, de vital importancia para sus
planes de acabar con el enemigo: se trataba (casi nada) de uno de los dos
socios (el otro había muerto) que le pusieron en marcha a Cortés su expedición
en Cuba. El ‘pánfilo’ de Narváez le encargó la misión de conseguir la rendición
de su enemigo, pero Andrés de Duero iba con otras intenciones. “Como vio en
aquel instante a Cortés, su compañero, tan rico y poderoso, so color de que
venía a poner paces y favorecer al Narváez, en lo que entendió fue en pedir su
parte en la sociedad. Y como Cortés era sagaz y mañoso, no solo le prometió dar
gran tesoro, sino que le daría en toda la armada tanto poder como el suyo, con
tal que se concertara con otros caballeros, que aquí no nombro (discreto, Bernal), que estaban
convocados para que Narváez no saliese con la vida y la honra, y le
desbaratasen; y con intención de atraerle, cargó con oro a sus dos indios de
Cuba (para Andrés y para sobornar a la
soldadesca de Narváez). Y, según parece, el Duero se lo prometió”. Tras la
zanahoria, la amenaza; cuando iba a partir, le dijo Cortés: “Procure, señor
Andrés de Duero, cumplir lo que tenemos platicado; si no, en mi conciencia –que
así juraba Cortés- que, cuando llegue yo allá, al primero al que le eche la
lanza será a vuestra merced. Y Duero se rio, y dijo que no le sería contrario”.
Mientras, la cabeza de Cortés seguía
echando humo…
-Cada ficha que movía, dolce poverello, tenía doble
intención. Se buscó otro enlace envenenado para Narváez, porque se trataba de
un pariente del gobernador Diego Velázquez que, al principio, fue de los
contrarios a Cortés, pero quedó seducido por el brillo de sus victorias y el
oro que le daba según fueron avanzando hacia México. Era “el capitán Juan
Velázquez de León, persona de mucha valía, al que le dijo que le enviaba con
algunas cositas (joyas) para que se
las diese a quienes él le señaló, y que luego iría el señor Diego de Ordaz, que
Narváez lo deseaba ver por haber sido mayordomo de Diego Velázquez”. O sea, dos
personajes que el ingenuo Pánfilo recibiría sin desconfianza.
Llegó, pues, Juan Velázquez de León adonde
Narváez, y de inmediato le dijo que solo venía para tratar de pacificar la
situación y hacerlos amigos. “Entonces Narváez le dijo muy airado que cómo se
atrevía a pedirle amistad con un traidor que se había alzado al gobernador de
Cuba; y Juan Velázquez le respondió que Cortés no era un traidor. E luego
Narváez le ofreció grandes prometimientos para que se quedara con él, pero se
negó a hacerlo. Cuando llegó de vuelta, ¡qué regocijos tuvimos todos! Y contó
Juan Velázquez todo lo acaecido y cómo dio secretamente las cadenas, tejuelos y
joyas de oro a las personas que Cortés mandó. Y todos nosotros nos holgábamos
de lo oír como si fuéramos a bodas y regocijos,
sabiendo que al otro día habíamos de entrar en batallas de vencer o
morir en ellas”. Da risa pensar que tuvo que abrirles los ojos a Narváez y a
sus hombres el cacique gordo, temeroso por no haberse resistido a que le
quitaran las cosas de Cortés que tenía en depósito. Se lo dijo bien claro: “¿Qué
hacéis tan descuidados? ¿Pensáis que Malinche y sus teúles son así como
vosotros? Pues yo os digo que, cuando no os catéis, estará aquí y os matará’. Y
aunque hacían burla del cacique, se apercibieron, y lo primero que hicieron fue
pregonar guerra contra nosotros a fuego y a sangre”.
(Foto: Representación de un cacique azteca
dispuesto a todo: era demasiado profunda la herida del pueblo mexicano, y sus
guerreros estaban a punto de atacar en masa a los españoles, aunque le costara
la vida a Moctezuma. Sería un juego de niños eliminar al pequeño grupo de
invasores recluidos, como sombras asustadas, en las dependencias del Templo
Mayor).
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