lunes, 25 de julio de 2016

(Día 337) ¡Día D, hora H!: el perfeccionista CORTÉS lo prepara todo para el ataque a TENOCHTITLÁN. Incluso redacta una detallada y rigurosa ordenanza militar para la disciplina en las próximas grandes batallas.

(89) –El miedo paraliza, peque; así que Cortés se puso en acción.
     -Tú le conocías bien,  jefazo de la Casa de la Contratación de Indias. Su ambición producía daños colaterales (le perdía el ansia de oro), pero todos sabían que nadie les podía guiar como él: valiente, astuto, previsor, diligente, y hasta simpático en las horas de ocio. Y falta otra cosa en la que le veremos brillar: era un organizador de primera. Había llegado el Día D y la Hora H: la tarea difícil, la preparación de los bergantines y del canal de acceso a la laguna ya estaba terminada. Quedaba algo más por ‘ensamblar’: ultimar la intendencia, distribuir a la gente y trazar el plan de ataque a la mítica Tenochtitlán. Ya había hecho un alarde de habilidades de ingeniero para acondicionar una vía que permitiera sacar flotando los bergantines desde su astillero. Fue una proeza y se lo contó al rey: “Había media legua hasta la laguna (casi 3 km), y en esta obra anduvieron 50 días más de 8.000 indios, porque la zanja tenía más de 2 estados de hondura (unos 7 m) y otros tantos de anchura, e iba toda la zanja chapada y estacada, de manera que las fustas (pequeños bergantines) se podían llevar por el agua sin peligro y sin trabajo, que fue obra grandísima y muy de ver”. Mano de obra no le faltaba, y, además, era aportada voluntariamente por los caciques amigos. Se hicieron 8.000 saetas, “mandó que los caballos estuviesen herrados, e  que cada día corriesen y escaramuzasen; y mandó aviso a nuestro amigo el cacique de  Tlaxcala, Xicotenca el Viejo, y a su hijo Xicotenca el Mozo (de  momento, colaborador), y a otros principales, diciéndoles que ya se iba a partir hacia México para ponerle cerco, y que le enviasen 20.000 guerreros. Y también se les dijo a todos los demás pueblos amigos, respondiendo todos a una que lo harían muy cumplidamente. El día 28 de abril de 1521 Cortés mandó que se hiciese alarde (formación de las tropas para hacer recuento), y había 84 de a caballo, 650 soldados, más 194, ballesteros y escopeteros”. Cortés los distribuye: por cada bergantín, 1 capitán, 12 entre ballesteros y escopeteros, 12 remeros y  25 soldados. Faltaba algo para que quedara satisfecho su espíritu perfeccionista y controlador: todo el mundo tenía que ajustarse a unas normas estrictas. Y se sacó de la manga unas ordenanzas hechas a medida para el tinglado en el que se iban a meter. Haz un resumen, daddy.
     -Siempre gocé con las leyes, my dear son. Y estas normas de Cortés antes del gran ataque eran sabrosas: “Que ninguna persona fuese osada de blasfemar de  Nuestro Señor Jesucristo, ni de Nuestra Señora, su bendita madre, ni de los Santos Apóstoles, ni de otros santos, so penas graves. Que ningún soldado tratase mal a nuestros amigos, pues iban para nos ayudar, ni les tomasen cosa ninguna. Que ningún soldado fuese osado de salir de día ni de noche de nuestro real para ir a ningún pueblo de nuestros amigos, so graves penas. Que todos los soldados llevasen muy buena protección contra la multitud de vara, piedra, flecha y lanza que echaban los enemigos. Que ninguna persona hiciese destreza de caballo o armas (torneos) por vía ninguna, so gran pena. Que ningún soldado, ni hombre de caballo, ni ballestero, ni escopetero duerma sin tener todas sus armas puestas y calzado. Y demás desto se ordenó guardar las leyes que obligan en lo militar, que es que hay pena de muerte para el que se duerme en la guardia, o se va del puesto que le ponen. Y se ordenaba que ningún soldado  vaya de un real a otro sin licencia de su capitán, so pena de muerte. Y asimismo se recordó que tendría pena de muerte el soldado que abandonara a su capitán en la batalla y huyera”. Amén.

     Foto: Esta maqueta representa lo que era Tenochtitlán sobre la laguna de Texcoco. Lo que vemos alrededor llena de simbolismo toda la escena. A la izquierda aparece el impresionante Palacio Nacional de México, que es una ampliación de las dependencias que mandó edificar Cortés; se asoma a la enorme Plaza del Zócalo, que tiene el mismo trazado que le dieron los españoles. No podía haber más que un vencedor en el enfrentamiento definitivo de dos ejércitos aterrorizados; la foto nos muestra el resultado, mestizaje incluido.


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