miércoles, 23 de marzo de 2016

(213) – Revive el momento, querido literato: los ‘Últimos del Estrecho’ acaban de ver tres barcos. Tan desesperados estaban que ya se creían salvados (¡oh milagro, nos los envía el rey!).
     - Pero fue otra burla de los dioses, reverendo. Dice Tomé: “Y entonces hicieron candeladas para que los navíos lo viesen, pensando que eran navíos de España, y ellos hacían faroles en señal de haberlo visto”. A la mañana siguiente vieron a algunos pasar en un batel. “Este declarante le pidió licencia al capitán Viedma para ver qué gente era, y lo tuvo por bien. Y salió a tal efecto con los soldados Juan Martín Chiquillo, extremeño, y Juan Fernández, de Pontevedra”. Se acercaron a ellos en la playa, “les preguntó este declarante qué gente eran, y respondió uno en español que eran de Inglaterra y que pasaban al Pirú, y que si querían los llevaban. Y trataron entre sí que era mejor embarcarse que perecer. Y este declarante se embarcó con su arcabuz, y se hicieron a lo largo sin querer embarcar a los otros dos soldados”.
     - Vale, ya sigo yo, sensible poeta, que te me estás emocionando. Tomé no explica por qué solo le admitieron a él, pero seguro que la elección fue calculada por parte de los ingleses. Ya embarcado, “supo cómo el general Tomás Candi (Cavendish) estaba en el bajel, al cual pidió que se sirviese de admitir a los dos soldados. Y le preguntó si había más hombres en tierra, y le contestó que otros 12 hombres y 3 mujeres”. Así, pues, queda clara la cifra total (que a veces se equivoca): 3+12+3 = 18 supervivientes en total, con el dato curioso de que uno de ellos era el capitán Viedma, quizá confirmación de que los oficiales siempre comen mejor que los soldados y se quebrantan menos. “Y el general Candi        quiso que los otros dos soldados fuesen a decir  a la demás gente que viniesen todos a embarcarse. Pero después, viendo que les hacía buen tiempo para navegar, se hicieron a la vela sin aguardarlos (pirata, al fin y al cabo). Y fueron navegando hasta la ciudad de Don Felipe, y allí estuvieron 4 días  haciendo aguada y leña, deshaciendo las casas para ella, y cogieron seis piezas de artillería (fue entonces cuando Cavendish, ante tanta desolación, le puso al lugar el nombre de Puerto del Hambre). Al cabo de 8 días, desembocaron el Estrecho, saliendo a la Mar del Sur. Se hicieron en demanda del puerto de Valparaíso y no se pudo reconocer (por la niebla); cuando aclaró el día, se hallaron sobre Puerto Quintero, donde saltaron para hacer aguada y leña, y meter carne. Recogieron mucho ganado vacuno”. Pero…
     - Pero, querido abad, la vida de Tomé va a dar otro giro. Dice: “Aparecieron tres hombres a caballo, armados con sus lanzas y adargas. El general le dijo que fuese a ver quiénes eran”. Ciao, bambino.
     - Dorme bene, santo poverello. Mañana veremos la peripecia.

     Este mapa es una joya publicada antes de 1645. Tiene la rareza de que está “tumbado” de forma arbitraria, y levanta caprichosamente hacia arriba (quizá por falta de espacio) la Tierra del Fuego y la Tierra Incógnita. Dibuja la costa atlántica hasta Buenos Aires (en el interior destaca Mendoza), y la del Pacífico (muy detallada en nombres) hasta la frontera entre Perú y Chile. Se muestra a un representante de los Gigantes, y, por si fuera poca fantasía, a otro de los Rabudos. En la salida del Estrecho hacia el Pacífico, se ve un conglomerado de lo que parecen pequeñas islas con una frase debajo: “Petro Sarmiento detecta” (descubierto por  Pedro Sarmiento). Y hay dos datos que encogen el alma. 1.- Se señalan los restos de la Ciudad de Rey Don Felipe indicándose: “despoblado”. No le gustaría nada a Sarmiento saber que la costumbre había hecho cambiar su nombre: el mapa dice (y Tomé Hernández también lo hacía) “Ciudad de ‘San’ Felipe”. En cuanto a Nombre de Jesús, ni siquiera se la menciona. 2.- Pero hay otra cosa dramática que no sabíamos; un poco más al Este, pone: “Aquí se perdió Argüello”. Resumo (no se me alboroten vuesas mersedes): el capitán Sebastián Argüello naufragó allí con 150 hombres en 1540; avanzaron a pie tierra adentro y desaparecieron para siempre envueltos en el misterio. Ni Sarmiento ni Tomé hablan de ellos (ocurrió 40 años antes de que llegaran a la zona), pero fueron también asombrosos héroes engullidos entre sombras por la Historia.



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