(195)
- Qué emocionante, hijo mío, que estemos tú y yo hablando de los olvidados
méritos de Sarmiento siglos después de su andadura.
- La vida sigue, reverendo, pero merece la
pena contemplar por el retrovisor lo que fue valioso. Fíjate en el dato: la
expedición salió de Sanlúcar en setiembre de 1581, y la vemos alcanzar el
Estrecho, con 5 bajeles, el 1º de enero de 1584, tras casi ¡dos años y medio! de
estar torturados por tormentas marítimas y anímicas, sin contar el hambre y las
enfermedades. Y dice Pedro Samiento: “Llegamos a la 1ª angostura y la pasamos
con alguna alegría”. Que duró poco, porque tuvieron después un fuerte temporal;
censura a un vizcaíno (vasco), pero al mismo tiempo alaba a su pueblo y lo
califica de nación (que no se me alteren ni los unos ni los otros). El capitán
Zubieta, el vizcaíno, quiso cortar la amarra de la nao en la que iba Sarmiento,
para evitar el peligro del bravo oleaje saliendo fuera del Estrecho otra vez.
Pero, “Pedro Sarmiento le requirió por escrito de parte de V. M. que no lo
hiciese. Y no estimó el requerimiento. Por lo cual P. Sarmiento le detuvo.
Tanto era el miedo que Diego Flores había
metido en todos, que, con ser éste vizcaíno, de cuya nación hay experiencia ser
determinada y animosa en la mar, este temblaba”. Tras el incidente, se dispuso
de inmediato a fundar la 1ª población. Regodéate leyéndolo, querido experto en
ceremonias.
- Mucho me plase, mochacho; aunque es una
pena tener que recortar tan teatral representación: “Llevando P. Sarmiento una
cruz grande al hombro, saltó el primero a tierra, y, con ella alta, dijeron un
Te Deum Laudamos (¡oh, glorioso himno!), y vista una gran llana de hierbas
odoríferas y consolatorias (¡oh, tierno poeta!), y poniendo la mano a la espada
(¡oh, noble guerrero!), en el divino nombre de la Santísima Trinidad,
solemnemente tomó la posesión en nombre de V. M., y cantaron el himno de la cruz,
Vexilla Regis (¡oh, oh!), y puso por bandera en ella un paño blanco que
llevaba”. No quiero echarme a llorar, hijo mío. Coge tú el relevo, please.
-
Erais gente muy apasionada, querido Sancho. Ni siquiera quiso Sarmiento ser él
quien volviera al barco para contar que “la criatura” ya había nacido; mandó a
otro: “Yo, hasta hoy, mientras pude, nunca desamparé lo que pisase en
descubrimiento de Indias; yo he plantado la cruz de Cristo, y no la
desampararé”. Después empieza ya a referirse a sí mismo como el gobernador.
“Eligió en aquel sitio una población que nombró la ciudad de Nombre de Jesús, y
arboló la cruz donde había de estar la
iglesia, y, en la plaza, árbol de la ejecución de justicia. Y el gobernador,
con la azada en las manos, cavó los primeros golpes para cimiento del altar
mayor, y puso en el hoyo la primera piedra y una gran moneda de plata con las
armas y nombre de V. M., con año y día en testimonio escrito en pergamino
embreado. Y se hizo el altar y la cerca de la iglesia, y puestas imágenes y
cruz y campana, se bendijo el estandarte real, e hízose procesión con
letanías”. Veremos mañana el trazado urbano. Ciao.
- Y también el exceso de rigidez de
Sarmiento en su empeño. Buona notte, caro.
Pedro Sarmiento de Gamboa, el vasallo
perfecto y de fe religiosa inquebrantable. Anochece hermosamente en el Estrecho
de Magallanes. Hoy ha fundado (nadie esperaba que lo consiguiera) la ciudad de
Nombre de Jesús, ha colocado la cruz que venció al demonio, el mundo y la
carne, cantándole el himno de ‘Vexilla Regis’ (‘la bandera de Cristo Rey’),
cuyos melodiosos ecos sonaron por los más escondidos rincones de la Cristiandad
desde el siglo VI, y se ha ido a dormir con la alegría desbordante de, ¡por
fin!, hacer realidad tan trabajado sueño. Dejémosle que duerma plácidamente. Pero,
hijo mío, esa cruz no le abandonará nunca, y seguirá clavado en ella hasta el
final de sus días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario