sábado, 5 de marzo de 2016

(195) - Qué emocionante, hijo mío, que estemos tú y yo hablando de los olvidados méritos de Sarmiento siglos después de su andadura.
     - La vida sigue, reverendo, pero merece la pena contemplar por el retrovisor lo que fue valioso. Fíjate en el dato: la expedición salió de Sanlúcar en setiembre de 1581, y la vemos alcanzar el Estrecho, con 5 bajeles, el 1º de enero de 1584, tras casi ¡dos años y medio! de estar torturados por tormentas marítimas y anímicas, sin contar el hambre y las enfermedades. Y dice Pedro Samiento: “Llegamos a la 1ª angostura y la pasamos con alguna alegría”. Que duró poco, porque tuvieron después un fuerte temporal; censura a un vizcaíno (vasco), pero al mismo tiempo alaba a su pueblo y lo califica de nación (que no se me alteren ni los unos ni los otros). El capitán Zubieta, el vizcaíno, quiso cortar la amarra de la nao en la que iba Sarmiento, para evitar el peligro del bravo oleaje saliendo fuera del Estrecho otra vez. Pero, “Pedro Sarmiento le requirió por escrito de parte de V. M. que no lo hiciese. Y no estimó el requerimiento. Por lo cual P. Sarmiento le detuvo. Tanto era el  miedo que Diego Flores había metido en todos, que, con ser éste vizcaíno, de cuya nación hay experiencia ser determinada y animosa en la mar, este temblaba”. Tras el incidente, se dispuso de inmediato a fundar la 1ª población. Regodéate leyéndolo, querido experto en ceremonias.
     - Mucho me plase, mochacho; aunque es una pena tener que recortar tan teatral representación: “Llevando P. Sarmiento una cruz grande al hombro, saltó el primero a tierra, y, con ella alta, dijeron un Te Deum Laudamos (¡oh, glorioso himno!), y vista una gran llana de hierbas odoríferas y consolatorias (¡oh, tierno poeta!), y poniendo la mano a la espada (¡oh, noble guerrero!), en el divino nombre de la Santísima Trinidad, solemnemente tomó la posesión en nombre de V. M., y cantaron el himno de la cruz, Vexilla Regis (¡oh, oh!), y puso por bandera en ella un paño blanco que llevaba”. No quiero echarme a llorar, hijo mío. Coge tú el relevo, please.
     - Erais gente muy apasionada, querido Sancho. Ni siquiera quiso Sarmiento ser él quien volviera al barco para contar que “la criatura” ya había nacido; mandó a otro: “Yo, hasta hoy, mientras pude, nunca desamparé lo que pisase en descubrimiento de Indias; yo he plantado la cruz de Cristo, y no la desampararé”. Después empieza ya a referirse a sí mismo como el gobernador. “Eligió en aquel sitio una población que nombró la ciudad de Nombre de Jesús, y arboló la cruz donde había  de estar la iglesia, y, en la plaza, árbol de la ejecución de justicia. Y el gobernador, con la azada en las manos, cavó los primeros golpes para cimiento del altar mayor, y puso en el hoyo la primera piedra y una gran moneda de plata con las armas y nombre de V. M., con año y día en testimonio escrito en pergamino embreado. Y se hizo el altar y la cerca de la iglesia, y puestas imágenes y cruz y campana, se bendijo el estandarte real, e hízose procesión con letanías”. Veremos mañana el trazado urbano. Ciao.
     - Y también el exceso de rigidez de Sarmiento en su empeño. Buona notte, caro.



     Pedro Sarmiento de Gamboa, el vasallo perfecto y de fe religiosa inquebrantable. Anochece hermosamente en el Estrecho de Magallanes. Hoy ha fundado (nadie esperaba que lo consiguiera) la ciudad de Nombre de Jesús, ha colocado la cruz que venció al demonio, el mundo y la carne, cantándole el himno de ‘Vexilla Regis’ (‘la bandera de Cristo Rey’), cuyos melodiosos ecos sonaron por los más escondidos rincones de la Cristiandad desde el siglo VI, y se ha ido a dormir con la alegría desbordante de, ¡por fin!, hacer realidad tan trabajado sueño. Dejémosle que duerma plácidamente. Pero, hijo mío, esa cruz no le abandonará nunca, y seguirá clavado en ella hasta el final de sus días.


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