sábado, 19 de marzo de 2016

(209) - Buenas noches, marchoso abuelo. El proyecto de Sarmiento era una utopía. Tenía sentido cortar el paso a los piratas, pero eso se hace con un fuerte y gente de armas, no con colonos.
     - Es cierto, ilustre y orillado menés. La zona era inhóspita y solo pasaban por allí los bucaneros. El que tuvo visión fue tu “primo” Juan de Matienzo: diseñó y logró que se creara la ruta que unía Perú con Río de la Plata, así que todo el tráfico iba por ella, o hacia el norte, atravesando Panamá. Tendrían que ponerle una estatua a Sarmiento en el túnel de La Engaña, símbolo de la idea equivocada.
     - No nos vayamos por las ramas, didáctico profesor emérito. Al grano.
     - Allá vamos: Tomé Hernández, ¡el único superviviente! de la dos poblaciones fundadas por Sarmiento en el Estrecho de Magallanes. Es un misterio que esperaran hasta el año 1620 para tomarle declaración sobre lo que allí pasó, aunque parece ser que al virrey de Perú, don Francisco de Borja (qué familia esta), Príncipe de Esquilache, lo que más le interesaba es que aportara datos geográficos y ambientales del Estrecho. Tomé era de Badajoz y soldado profesional. En su declaración va narrando el viaje sin hacer críticas contra nadie y repitiendo muchas cosas de las ya narradas por Sarmiento. Pérdida de 7 naves al salir de Cádiz; llegada a Río de Janeiro; permiso de Diego Flores para que se quedaran allí algunos soldados porque los piratas incordiaban a los portugueses (Sarmiento nos contó que le irritó la decisión porque mermaba caprichosamente su propio equipo); siguen viaje y se hunde una nave con 300 personas; Alonso de Sotomayor y sus hombres deciden ir a Chile por el Río de la Plata, abandonando la expedición de Sarmiento; en esta, al hundirse una fragata, todos los que van a bordo se salvan en la costa (zona de indios belicosos), pero lejos del resto de la armada; “llegó el capitán Gonzalo Meléndez por tierra, que era uno de los de la fragata, y dos mujeres con él, y dio aviso de que los soldados se habían amotinado (15 días después aparecieron también y fueron castigados los cabecillas)”; alcanzan el Estrecho y una tormenta los vuelve a Río de Janeiro, donde están las 4 naos con provisiones mandadas por el rey. Y aquí difiere de Sarmiento, quizá por estar mal informado, como simple soldado raso. Dice que “se” decidió que Flores volviera a España (si le oye Pedro, lo estrangula), dejando como general para ir al Estrecho a Diego de la Ribera y quedando en tierra, al llegar al destino, Sarmiento con 280 hombres (en total pasaban de 300). Dice que luego, “se fue Diego de Ribera sin dejarles bastimento ninguno más que un bajel pequeño. Se hizo una población cerca de la mar (Nombre de Jesús). Vinieron de paz 250 indios, varones y hembras agigantados”; les hicieron regalos, se marcharon, “y de allí a tres noches vinieron a dar sobre nosotros, de lo que salieron algunos soldados heridos”. Bye, daddy.
     - El bueno de Tomé, cuando declaró, tenía ya 62 años, pero no pudo olvidar el espanto de lo que ocurrió cuando solo contaba con 26. Ciao.



     Que sirva Tomé Hernández como ejemplo de los miles de atormentados y anónimos españoles que vivieron tan intensa y heroicamente la epopeya de Indias como los grandes protagonistas de la historia. Era de Badajoz, o sea, también extremeño, como los más sonoros capitanes que anduvieron por aquellas tierras. Pero, ilustre investigador, conviene deshacer el tópico sobre qué tierra dio más conquistadores. Este es el orden, de mayor a menor cantidad aportada: 1º, andaluces; 2º, castellanos; 3º, extremeños; 4º, vascos. Pero ahora, en honor a Tomé, toca hablar de Extremadura, y nada mejor que poner dos fotos de Cáceres. La 1ª muestra un lado de su asombroso casco antiguo, quizá el más bello de España (que ya es decir); la 2ª, una mansión que está en su interior, el llamado Palacio Moctezuma. ¿Curioso, no? Un claro ejemplo de un mestizaje que explica muchas cosas. Su dueño fue Juan Toledo Moctezuma, descendiente directo del matrimonio de Juan Cano de Saavedra y de Isabel de Moctezuma, hija del gran emperador azteca. “¡Ay de los vencidos!”.



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