(204) - Nunca se os ha dado bien el inglés, jovencito,
aunque vais mejorando. Viviste la época gloriosa del cine, como José Luis
Garci, y hablabais de “jamesesteguar” o “tironepover”. Pero en mi época era aún
peor.
- Y que lo digas, Sancho. Repetía
Sarmiento el nombre de “Guaterales”, y
me dejaba descolocado, hasta que lo entendí por la lógica de la narración.
Todos conocían al temible pirata, y de oído (pésimo oído), le llamaban así a
Walter Raleigh. Veámoslo en el encontronazo de Pedro y don Antonio de Crato, el
fracasado aspirante al trono de Portugal: “Y desta comunicación y amistad mía
con Guaterales, don Antonio de Crato tomó tantos celos, que se quejó a la reina
diciendo que Sarmiento le llamaba bastardo, debiendo ella desagraviarle por estar
bajo su protección, y no haciéndolo, él le haría algo que le costase la vida.
De lo que la reina se alteró coléricamente y mandó a Guaterales pusiese a
Sarmiento en prisión. Y Guaterales, de parte de (en favor de) Sarmiento, habló
a la reina, de suerte que el odio que contra él tenía, lo volvió contra don
Antonio. Por lo cual el don Antonio trató de matar a Pedro Sarmiento por medio
del portugués Antonio de Vega, pero este se lo advirtió a Pedro Sarmiento, y
así no hubo efecto su voluntad. Finalmente, la reina quiso hablar a Pedro
Sarmiento, el cual fue llamado a Londres para ello. Y habló con ella en un
coloquio de más de hora y media en latín, en que es elegante la reina. Lo que
allí pasó es para más particular relación para V. M. solo (lástima). Lo cual
hecho, con pasaporte y gracia de la reina, hubo libertad Pedro Sarmiento para
venir a España. Se partió de Londres a 30 de setiembre de 1586, habiendo
recibido en aquella tierra mucha cortesía porque barruntaban que Sarmiento
llevaba la voluntad de la reina, que era demostración de quererse humillar, de
miedo a V. M.”. Te veo con ganar de interrumpir.
- E dises bien, porque estas palabras son de muy grande
esclaresimiento histórico. En lugar de torturar a Sarmiento para sacarle lo
mucho que sabía del Estrecho, lo miman por su valía, pero, sobre todo, porque
la reina vio en él una oportunidad “como de molde” para llevarle de urgencia un
mensaje al cabreadísimo Felipe II, con el fin de que paralizara la puesta en
marcha de la Armada Invencible, algo que a la Reina Virgen (je, je) le tenía
absolutamente aterrorizada (“se quería humillar, de miedo a V. M.”). Ni en los
más fantasiosos sueños llegó a creer la altiva soberana en su victoria posterior. Adelante.
- Vale: y con esto terminamos por hoy, reverendo.
Va Sarmiento a Calais, “donde halló al gobernador francés, monsieur Gordan muy
aficionado a las cosas de V. M., apretándome muchas veces la mano”; de allí a Dunquerque, “para avisarle al Duque
de Parma de cosas de Inglaterra”. Llegó a París el 21 de noviembre “y estuve 9
días con el embajador, don Bernardo de Mendoza”. Pero….
- Pero, hijo mío, este “sin ventura”
llegará en mala hora a Burdeos.
- Please, my dear: déjame desviarme un
momento para contar, resumido y claro, un hecho de gran trascendencia
histórica. El próximo día 26 de julio se cumplirá el 483 aniversario de un
acontecimiento tristísimo para los incas. Este pueblo se expandió como un
imperio desde la zona de Cuzco hasta la
de Quito. Quien alcanzó el máximo poder fue el gran Huayna Cápac, acabando con
la resistencia de los habitantes de Ecuador. Murió en 1526, sabiendo ya que
unos seres extraños, de hirsutas barbas, merodeaban muy cerca. En su testamento
dividió el Tahuantinsuyu (sus dominios): la zona del Cuzco para su hijo
Huáscar, la de Quito, para otro que nació de una quiteña, Atahualpa, y que
cumplió la voluntad de su padre; no así Huáscar: quiso tenerlo todo. Fue el
origen de tremendas guerras civiles con poderosísimos ejércitos (no se olvide
esto). El “bueno” de la película ganó. De forma que nunca el incario tuvo un
emperador más grande que Atahualpa. Pero la gloria le duró un suspiro. Con
exceso de confianza en su poderío y estando en Cajamarca, aceptó hacerle una visita a Pizarro (quizá para destruirlo),
pero “le ganó por la mano” el analfabeto extremeño. En un inaudito golpe de
audacia, lo apresó. Fue como darle en la cabeza a un dinosaurio: todo el
poderosísimo imperio inca se vino abajo estruendosamente. Un año después los
españoles le hicieron un amaño de juicio a Atahualpa y lo condenaron a muerte.
No obstante, 11 españoles de los 24 que le juzgaron tuvieron la valentía y la
decencia de votar en contra. Y así ocurrió que un triste 26 de julio del año
1533 Atahualpa fue ejecutado en la plaza de Cajamarca. Desde entonces, su
pueblo clama en cada aniversario estas tristes y bellas palabras: “¡Chaupi
punchapi tutayarca!” (“¡Anocheció en la mitad del día!”).
Foto1ª-
El imperio incaico: véase Quito, Cajamarca y Cuzco.
Foto
2ª- La plaza de armas de Cajamarca, donde llegó en un instante la catástrofe
para los incas y la gloria (empañada) para los españoles.
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