lunes, 18 de enero de 2016

(148) - Gabon, lastana: final de la tragicomedia de Jaime Rasquín.
     - Kaixo, Santxo. La nao de Villaldrando parecía perdida, pero cuenta Santoya: “Seguíamos navegando muy despacio, de manera que nos alcanzó cuatro días después, y el gobernador, cuando vio la nao del maestre de campo, dio albricias (un premio) a quien se la mostró primero, pues pensaba que se habían ido a tierra firme, y le había preocupado mucho no poder dar cuenta a los de la Audiencia de Santo Domingo más que de una de las tres naos que había sacado de España”. Llegaron el día 17 de julio, en primer lugar Villandrando, “y como había noticia de piratas franceses y era de noche, desde la fortaleza nos tiraron dos piezas gruesas (ya sabemos ahora en qué barco iba Santoya), y vino en un batel el alguacil mayor. Los de la Audiencia, como fuese tiempo de huracanes, mandaron que el maestre de campo entrase sin aguardar al gobernador. Pero se quedó en el río dos días porque no quiso saltar en tierra hasta que el general entrase, aunque Dios sabe la gana que el pobre mozo tendría, siendo muchacho y haciendo tanto tiempo que lo deseaba. Pues, llegado el gobernador y saltados en tierra, como la gente iba tan debilitada y la tierra es enferma por razón de ser muy cálida y húmeda y a nadie perdona, vierais aquel hospital tan poblado que, en pocos días, no cabía de gente. Luego comenzaron los oficiales de Su Majestad a proceder contra el gobernador para cumplir con sus oficios, y los más agraviados pedían justicia del gobernador, tantos que se halló algún día que la Audiencia no tenía más pleitos que los del gobernador. Comenzáronsele a desvergonzar todos, de manera que, aunque se topaba en la calle con sus soldados, no hacían caso dél más que de un gabacho (era una expresión muy reciente). Al fin andaba solo como el más bajo hombre de la armada, que era lástima haberle conocido tan señor y verlo tan abatido. Y de aquí se puede colegir que la soberbia no sube al cielo”. Bonito remate filosófico.
     - Pero, divino scriptore, no parece que Rasquín quedara KO. Seis años después le escribió otra carta al rey, que nos la vamos a ahorrar porque lo tenemos ya fichado. Se muestra dramáticamente preocupado por la necesidad de enviar ayuda a la zona de Asunción. No lo dice claramente, pero da la impresión de que está intentando que le encarguen a él la tarea. Esta vez el rey no fue tan ingenuo y puso en otras manos más fiables esa misión, con buenos resultados, entre ellos la fundación definitiva de Buenos Aires. Agur.
     - Nos queda para mañana, entrañable ectoplasma, dedicar una sentida página al triste recuerdo de ese juvenil personaje del que con tanto afecto ha hablado repetidas veces Santoya: Villandrando.
Primero tropezó con Rasquín; luego con el demonio. Bihar arte.



     La expedición fue un total fracaso, pero la llegada a Santo Domingo una liberación. Esa ciudad fue la primera verdadera administración de Indias (con mi sobrinito Juan haciendo de las suyas en la audiencia desde 1512), y la más vinculada a Colón y a su familia. Ahí está su estatua apuntando hacia España, espejada en la que tiene en Barcelona. La otra foto nos muestra la fortaleza desde la que le tiraron dos balas de cañón a la “sospechosa” nao de Villandrando, y unos turistas entrando en tan histórico recinto. Es bonito que los hechos del pasado queden sacralizados.



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