(148) - Gabon, lastana: final de la
tragicomedia de Jaime Rasquín.
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Kaixo, Santxo. La nao de Villaldrando parecía perdida, pero cuenta Santoya:
“Seguíamos navegando muy despacio, de manera que nos alcanzó cuatro días
después, y el gobernador, cuando vio la nao del maestre de campo, dio albricias
(un premio) a quien se la mostró primero, pues pensaba que se habían ido a
tierra firme, y le había preocupado mucho no poder dar cuenta a los de la Audiencia
de Santo Domingo más que de una de las tres naos que había sacado de España”.
Llegaron el día 17 de julio, en primer lugar Villandrando, “y como había
noticia de piratas franceses y era de noche, desde la fortaleza nos tiraron dos
piezas gruesas (ya sabemos ahora en qué barco iba Santoya), y vino en un batel
el alguacil mayor. Los de la Audiencia, como fuese tiempo de huracanes,
mandaron que el maestre de campo entrase sin aguardar al gobernador. Pero se
quedó en el río dos días porque no quiso saltar en tierra hasta que el general
entrase, aunque Dios sabe la gana que el pobre mozo tendría, siendo muchacho y
haciendo tanto tiempo que lo deseaba. Pues, llegado el gobernador y saltados en
tierra, como la gente iba tan debilitada y la tierra es enferma por razón de
ser muy cálida y húmeda y a nadie perdona, vierais aquel hospital tan poblado
que, en pocos días, no cabía de gente. Luego comenzaron los oficiales de Su Majestad
a proceder contra el gobernador para cumplir con sus oficios, y los más
agraviados pedían justicia del gobernador, tantos que se halló algún día que la
Audiencia no tenía más pleitos que los del gobernador. Comenzáronsele a
desvergonzar todos, de manera que, aunque se topaba en la calle con sus
soldados, no hacían caso dél más que de un gabacho (era una expresión muy
reciente). Al fin andaba solo como el más bajo hombre de la armada, que era
lástima haberle conocido tan señor y verlo tan abatido. Y de aquí se puede
colegir que la soberbia no sube al cielo”. Bonito remate filosófico.
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Pero, divino scriptore, no parece que Rasquín quedara KO. Seis años después le
escribió otra carta al rey, que nos la vamos a ahorrar porque lo tenemos ya
fichado. Se muestra dramáticamente preocupado por la necesidad de enviar ayuda
a la zona de Asunción. No lo dice claramente, pero da la impresión de que está
intentando que le encarguen a él la tarea. Esta vez el rey no fue tan ingenuo y
puso en otras manos más fiables esa misión, con buenos resultados, entre ellos
la fundación definitiva de Buenos Aires. Agur.
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Nos queda para mañana, entrañable ectoplasma, dedicar una sentida página al
triste recuerdo de ese juvenil personaje del que con tanto afecto ha hablado
repetidas veces Santoya: Villandrando.
Primero tropezó con Rasquín; luego con el
demonio. Bihar arte.
La
expedición fue un total fracaso, pero la llegada a Santo Domingo una
liberación. Esa ciudad fue la primera verdadera administración de Indias (con
mi sobrinito Juan haciendo de las suyas en la audiencia desde 1512), y la más
vinculada a Colón y a su familia. Ahí está su estatua apuntando hacia España,
espejada en la que tiene en Barcelona. La otra foto nos muestra la fortaleza
desde la que le tiraron dos balas de cañón a la “sospechosa” nao de
Villandrando, y unos turistas entrando en tan histórico recinto. Es bonito que
los hechos del pasado queden sacralizados.
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