domingo, 10 de enero de 2016

(140) - Buenas noches, indeciso Hamlet: ya sé que casi todo está podrido, pero tienes que ir a votar el domingo. Escoge al menos malo.
     - Es justo y necesario, sabio abad. Pero me taparé la nariz. Hoy nos toca la carta de denuncia contra el gobernador Irala escrita en 1556 por el muy fiable Juan Muñoz de Carvajal (aunque quizá patine en las cifras, cosa habitual entonces). Se expresaba bien, tenía una letra preciosa y nos convence de la valía de Cabeza de Vaca. Vamos con ella: “Con el debido acatamiento, haré relación verdadera a Vtra. Majestad de las cosas que suceden desde la prisión del gobernador Cabeza de Vaca, con el cual yo vine de España, y cómo siempre me pareció mal esto de su prisión, por ser legalmente el gobernador de esta tierra, y también por ver que no le prendieron los oficiales y el capitán Domingo de Irala por el servicio de Vtra. Maj., sino por sus intereses, como luego se vio en los malos tratos que hicieron en los indios, enviando sus corredores, robando y destruyéndolos, tomándoles sus mujeres paridas y preñadas, y quitándoles las criaturas de los pechos, y tomándoles sus hijas para su servicio y todas las cosas necesarias que los míseros tenían para pasar su vida. Y viendo los conquistadores que gozaban la tierra, les dio la vileza de dedicarse a robar. Y los oficiales y el capitán Domingo de Irala lo hacían con tanta crueldad que, cuando se marchaban, hacían tantos llantos los maridos por sus mujeres y las mujeres por sus maridos y por las criaturas que dejaban, que parecía romperse el cielo pidiendo a Dios misericordia y a Vtra. Maj. justicia, y amparo a quienes tienen el oficio pastoral destas míseras ovejas. Y esto ha durado desde el día de la prisión del gobernador Cabeza de Vaca. Que traen manadas destas mujeres para sus servicios como quien va a una feria y trae una manada de ovejas. Lo cual ha sido causa de haber perecido más de veinte mil ánimas y haberse despoblado gran parte de la tierra. Pues agora que vivieron las provisiones de gobernador al dicho Domingo de Irala, que tanto ha destruido la tierra, lo cual puso muy gran confusión de los españoles y de los naturales, en seguida repartió la tierra y el servicio de los indios, tomando para sí  y para cuatro yernos que tiene, y para los cuatro oficiales de Vtra. Maj., lo más y mejor de la tierra, y lo demás lo repartió entre sus amigos y paniaguados, y entre extranjeros, franceses, italianos, venecianos, genoveses  y de otras naciones, porque le han ayudado a hacer lo que tengo dicho, y aun a otros que vinieron del Perú y allá nada hicieron al servicio de V. M., olvidando a muchos conquistadores viejos que han conquistado y descubierto la tierra. Por lo cual, de mi parte suplico a  Vtra. Maj. que no consienta quedar así esto, aunque solo sea  por no desanimar a los que de aquí adelante serán al servicio de S. Maj. He hecho esta relación por me parecer hacer lo que debo al servicio de Dios y de Vtra. Maj., dejando muchas cosas por la prolijidad, y esta es la verdad de todo, y cuando otra cosa Vtra.Maj. hallase, mándeme cortar la cabeza como a hombre que a su rey y señor no dice verdad”. Impresionante Carvajal. Votaré por uno así.
     - Pero traga saliva que mañana te toca hablar Irala. Pax tibi, filius meus.



     Un ilustre anónimo: Juan de Carvajal. Y sin embargo, era culto (la elegante caligrafía de la firma es idéntica a la del texto), no pide nada para sí, salvo orden y justicia para todos, indios incluidos, y para no desanimar a los futuros vecinos de Asunción, y, además, de probada valentía al desafiar al temible Irala y emplazar al rey a que ¡le corte la cabeza! si considera que miente. Un héroe en la sombra.


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