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- Bonne nuit, genial chef: ¿qué delicatessen tenemos hoy de menú?
- Salut, mon bon père. Estamos ya en los
postres del Río de la Plata. Al tiempo que se aprobaron las ordenanzas sobre
los indios, dos cartas criticaban “la realidad”. Veremos hoy la primera, en la
que el autor denuncia probablemente con sinceridad, aunque también habla en su
propio interés. Resumida, dice así: “Alonso García Agudo, digo que hará veintiún
años que pasé a la provincia del Río de la Plata con el gobernador don Pedro de
Mendoza, gentilhombre de S. Maj., y he estado a la continua padeciendo muy
grandes trabajos, y, como a hombre de confianza, el capitán Domingo Martínez de
Irala, que al presente es gobernador, me
hizo empadronar todos los indios de la tierra para hacer el repartimiento
dellos, en cuyo reparto me agravió por haber sido yo uno de los que más
sustentaron ser mala la prisión de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y en perjuicio de
S. Maj., haciendo mucho daño de la tierra e indios, de lo cual V. Alteza debe
estar bien enterado por las muchas personas que de la conquista han ido. Y como
hombre que ha visto toda la tierra de los indios y el tratamiento que se les ha
hecho, y si no se remedia la tierra se despoblará muy brevemente, a Vtra.
Alteza suplico que con cristianos lo provea y remedie para que en esto hagan
servicio a Dios y muy gran bien a los naturales de la tierra. Suplico asimismo
a V. Alteza, atento a los trabajos que he pasado en su servicio, que me haga
merced de un repartimiento de un francés que se dice Julián, yerno de Juan
Rute, inglés, pues que por V. Alteza está mandado que a ningún extranjero se le dé repartimiento.
Otrosí suplico a V. Alteza me haga merced del oficio de alcalde de minas de la
dicha provincia, y un oficio de regimiento y fiel ejecutor de la ciudad de
Asunción, porque, como hombre que lo entiendo,
podré servir a V. Alteza con los dichos oficios. E, como no he hecho
información de mi persona y trabajos, ni de lo poco que en esta tierra yo he
sido aprovechado, V. Alteza podrá ser informada de la verdad por medio de los
conquistadores que en esa corte están. Y en lo así hacer, V. Ateza hará
servicio a Dios y justicia, y a mí, señalada merced”. La siguiente carta, más
contundente y creíble, queda para mañana. Adieu, mon reverend.
- El duro Irala tumbó al humano Vaca: la
vida es injusta. Pero la carta es un fiel reflejo del malestar que este abuso
produjo en algunos españoles. Au revoir, mon petit.
Esta
lámina representa Buenos Aires recién fundada (la primera vez), el año 1536, a
orillas del río de la Plata, por el desafortunado Pedro de Mendoza. Poco
después sería arrasada por los nativos. Es reveladora la presencia de la
habitual horca (sempiterno gólgota), en la que se ve que los ajusticiados son
españoles. Uno de los que acompañaban a Mendoza era Domingo Martínez de Irala,
quien, con su estrategia de “la razón de la fuerza”, arruinó la carrera del
idealista gobernador Álvar Núñez Cabeza de Vaca.
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