sábado, 9 de enero de 2016

(139) - Bonne nuit, genial chef: ¿qué delicatessen tenemos hoy de menú?
     - Salut, mon bon père. Estamos ya en los postres del Río de la Plata. Al tiempo que se aprobaron las ordenanzas sobre los indios, dos cartas criticaban “la realidad”. Veremos hoy la primera, en la que el autor denuncia probablemente con sinceridad, aunque también habla en su propio interés. Resumida, dice así: “Alonso García Agudo, digo que hará veintiún años que pasé a la provincia del Río de la Plata con el gobernador don Pedro de Mendoza, gentilhombre de S. Maj., y he estado a la continua padeciendo muy grandes trabajos, y, como a hombre de confianza, el capitán Domingo Martínez de Irala, que  al presente es gobernador, me hizo empadronar todos los indios de la tierra para hacer el repartimiento dellos, en cuyo reparto me agravió por haber sido yo uno de los que más sustentaron ser mala la prisión de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y en perjuicio de S. Maj., haciendo mucho daño de la tierra e indios, de lo cual V. Alteza debe estar bien enterado por las muchas personas que de la conquista han ido. Y como hombre que ha visto toda la tierra de los indios y el tratamiento que se les ha hecho, y si no se remedia la tierra se despoblará muy brevemente, a Vtra. Alteza suplico que con cristianos lo provea y remedie para que en esto hagan servicio a Dios y muy gran bien a los naturales de la tierra. Suplico asimismo a V. Alteza, atento a los trabajos que he pasado en su servicio, que me haga merced de un repartimiento de un francés que se dice Julián, yerno de Juan Rute, inglés, pues que por V. Alteza está mandado que  a ningún extranjero se le dé repartimiento. Otrosí suplico a V. Alteza me haga merced del oficio de alcalde de minas de la dicha provincia, y un oficio de regimiento y fiel ejecutor de la ciudad de Asunción, porque, como hombre que lo entiendo,  podré servir a V. Alteza con los dichos oficios. E, como no he hecho información de mi persona y trabajos, ni de lo poco que en esta tierra yo he sido aprovechado, V. Alteza podrá ser informada de la verdad por medio de los conquistadores que en esa corte están. Y en lo así hacer, V. Ateza hará servicio a Dios y justicia, y a mí, señalada merced”. La siguiente carta, más contundente y creíble, queda para mañana. Adieu, mon reverend.
     - El duro Irala tumbó al humano Vaca: la vida es injusta. Pero la carta es un fiel reflejo del malestar que este abuso produjo en algunos españoles. Au revoir, mon petit.


     Esta lámina representa Buenos Aires recién fundada (la primera vez), el año 1536, a orillas del río de la Plata, por el desafortunado Pedro de Mendoza. Poco después sería arrasada por los nativos. Es reveladora la presencia de la habitual horca (sempiterno gólgota), en la que se ve que los ajusticiados son españoles. Uno de los que acompañaban a Mendoza era Domingo Martínez de Irala, quien, con su estrategia de “la razón de la fuerza”, arruinó la carrera del idealista gobernador Álvar Núñez Cabeza de Vaca.


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