lunes, 4 de enero de 2016

(134) - Callen vuesas mersedes e que fable Juan de Salazar de Espinosa.
     - Bien dicho, Sancho. Resumiremos (como siempre) una carta que le envió al rey en marzo de 1556, cuando logró volver a la ciudad que había fundado, Asunción.
    - E préstenle la debida atensión para enriqueser sus duras cabesas.
    - Pues allá va: “De Santos y San Vicente escribí postreramente con Francisco Gamba, genovés, que iba del Paraguay a ese Consejo Real de Indias, y con él envié cierto metal del Paraná para muestra. Visto que de Portugal no venía el despacho para nos partir al Paraguay,  y la necesidad cada día mayor, y muchas molestias que no se podían sufrir, traté con Ciprián de (?) que nos viniésemos al Paraguay, y así lo hicimos, con una docena de soldados que conmigo estaban, y otros seis portugueses, y así trujo su mujer y a doña Isabel de Contreras, con quien me casé, y dos hijas suyas, y otras tres mujeres casadas. Salimos sin  hacer daño a la tierra ni a cosa della. Ellos (los portugueses) mandaron a los indios que nos prendiesen, y si nos defendiésemos, que nos matasen. Doce leguas adelante, estando en arma los indios esperándonos, lo supo Manuel de Nobrega,  de la Orden de Jesús. Tenía un monasterio a tres leguas de los indios, y los instruían en la fe. Y los movió de su mal propósito diciéndoles que Dios se enojaría, y que así el rey de Portugal como los que se lo habían mandado eran malos cristianos, y nos querían mal, porque habíamos matado a muchos dellos. Y con esta buena ayuda, pasamos sin  luchar con ellos. Llegamos a Guayza, la primera tierra del Paraguay, a cabo de cinco meses. Hallamos al capitán García de Vergara, hermano de frey Pedro de Soto, confesor de Su Majestad, a quien se hizo merced del oficio de Contador de esta tierra. Estaba con ciertos españoles, por mandado del gobernador Domingo Martínez de Yrala, y esperando que le ordenara bajarse para sacar metal en cantidad. No he sabido más lo que ha hecho. Allí pasé a descansar las mujeres y reformarnos para llegar al Paraguay, que hay de allí allá cien leguas, y en ellas algunos despoblados. De allí despaché luego adonde el  gobernador Domingo de Yrala a Bartolomé Justiniano con las provisiones (cédulas) que traía para él. Diéronselas en setiembre deste año pasado, de 1555. Cuando yo llegué, en octubre, ya era recibido. Y yo llegué con el oficio de Tesorero y el de Regidor. Entendido he que el Gobernador envía a ese Consejo una persona por este camino de San Vicente. Dél sabrá Vuestra Alteza lo más que fuere servido. Yo ha poco que llegué. No estoy bien enterado de las cosas de la tierra. El Obispo ni la armada, que tanto importaba a los cristianos e indios, no han venido, ni nueva della. El Gobernador ha encomendado (repartido) los indios que en la tierra hay, que por ser pocos, han cabido a muy pocos”. Curioso: utilizó la vía de Cabeza de Vaca. La segunda parte, para mañana. Ciao.
     - Y se nos mostrará organizador y necesitado de ayuda. Agur.



     Dos vistas al precio de una, para que se advierta que Juan de Salazar de Espinosa, que procedía de un lugar histórico, pero pequeño, Espinosa de los Monteros, fundó la Asunción, esa espectacular y hermosa ciudad que se extiende por la llana ribera  del río Paraguay. Y dejemos constancia, querido escribano, de dos cosas: 1.- No tienen razón los de Medina de Pomar cuando pregonan que Juan nació en su tierra; 2.- Espinosa y Medina están a tan solo 30 kilómetros del maravilloso valle de Mena en el que estos mis ojos pecadores vieron la luz por primera vez.



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