jueves, 21 de abril de 2016

(242) ¡Mujeres increíbles! MARIA DE ANGULO y su hija ELVIRA DE MENDOZA, peregrinando con su familia desterrada hasta Lima, y volviendo a Santa Cruz con un golpe de fortuna que se desbarata nuevamente. MARÍA muere, y ELVIRA es protagonista de un maravilloso y eficaz  ACTO DE VALOR.

(242) – Lo de Troya, lucero mío, fantaseados dioses aparte, fue un juego de niños al lado de le epopeya de Indias. Y los cronistas, en general, lo cuentan como si tal cosa. Te quiero ver como un pequeño Homero.
     - Sin duda, my dear, a veces su frialdad decepciona, salvo en situaciones especialmente dramáticas, o cuando el que escribe es el entrañable Bernal Díaz del Castillo. Pero nosotros también le estamos poniendo entusiasmo. ¿Cómo no emocionarse con lo que vamos contando de María de Angulo? Cuando llegó la noticia de que Nufrio había muerto mientras conducía a Asunción a los colonos que no pudieron aguantar más calamidades, su cuñado (hijo de María), Diego de Mendoza, que había quedado al mando en Santa Cruz, lo vio claro: aquí solitos, olvidados de Lima, me hago el amo. Y jugó fuerte: se nombró gobernador de la zona (insensata osadía). Solo estando ciego de ambición pudo olvidar que esos órdagos siempre salían mal, salvo si le regalabas luego al rey un imperio, como Cortés. Ocurrió, pues, lo que era de esperar: fue apresado y murió ahorcado, remedando el trágico final de su padre, Francisco de Mendoza. Toda su familia quedó apestada, condenada al destierro y con sus bienes confiscados. Espantoso.  
     - Rompe el corazón, jovencito. Vaya balance: María de Angulo, ya viuda, pierde a su hijo; su hija Elvira queda desamparada tras la muerte de su hermano y de su marido, el gran Nufrio; los otros hijos varones de María van a España para defenderse ante la Corte. La sufrida matriarca, agrupa al resto de la familia, hijas y nietos, y parten al destierro. ¿A algún pueblo cercano? No: ¡a Lima! Sin duda la razón de tan disparatado viaje fue disponer allá de más oportunidades por ser la capital del virreinato. Recorrieron más de 2.000 km de atormentada marcha con la idea fija de conseguir su rehabilitación, llegaron a su destino y maniobraron hábilmente. La mejor jugada fue casar a una de sus hijas, también llamada María, con Hernando de Salazar, un capitán que acababa de ser nombrado alguacil mayor de…, sí, precisamente,  de Santa Cruz de la Sierra. Mano de santo: todas las peticiones de la familia fueron  atendidas de inmediato, y quedó borrado de un plumazo el triste expediente. ¿Aleluya? Pues, no. Limpios de  toda mancha, y con el importante cargo del esposo-yerno-cuñado Hernando de Salazar, tuvieron ilusión suficiente como para recorrer de nuevo más de 2.000 y poder instalarse con recuperado orgullo en Santa Cruz. Pero, entre otras delicias del viaje, estaba la amenaza permanente de los indios: un furibundo ataque acabó con María de Angulo (65 años), otra de las muchas heroínas anónimas de Indias. Va por ellas.
     - Partir de Sanlúcar para Las Indias era garantía de tormento, y, a veces, muy pocas, de gloria. Bye, my dear priest.

     
    -Vergüenza me da, reverendo, que aparezcan en ese mapa las líneas aéreas; es como ofender a María de Angulo y a su familia.

     - Y que lo digas, joven: para mozas, las de mi época. Desde que María salió de Buenos Aires, ella y los suyos no pararon de viajar entre dolores y peligros. Qué pesadilla: de Buenos Aires a Asunción, donde se casa y van viniendo hijos; de allí, ya viuda, a Santa Cruz, donde ejecutan a su hijo Diego y destierran a la familia entera, que parte para Lima (me estoy mareando); recobrado el honor, se pone de camino con los suyos nuevamente hacia Santa Cruz, y los indios la matan. ¿Queda algún otro detalle reseñable? Pues, sí señor: algo grandioso que protagonizó su hija Elvira, la viuda de Nufrio de Chaves. En el ataque que acabó con María, los indios raptaron a su otra hija, también María, y a dos niños suyos. Salió a rescatarlos dispuesto a todo su marido y padre, el capitán y alguacil mayor Hernando de Salazar, pero los gritos de su cuñada, Elvira, lo detuvieron. En aquella situación terrible, muerta su madre, fue directa adonde los indios chiriguanos, jugándoselo todo a cara o cruz, y les soltó unas parrafadas en guaraní en las que les dijo que, aunque tenían razón en defender sus tierras, su comportamiento carecía de nobleza, y que los españoles serían crueles en su venganza. Problema solucionado: los indios devolvieron a los presos y desaparecieron silenciosamente. Inolvidables mujeres María de Angulo y su hija Elvira de Mendoza: resulta asombrosa su capacidad de sufrir y de hacer frente a la vida con un coraje excepcional. 


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