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EL ENTRAÑABLE QUIRÓS sigue desvariando en la carta que le escribe al rey,
mezclando un descubrimiento real con fantasías sobre su importancia. Por
compasión, le concedieron un destino en Perú, emprendió el viaje y murió en
Panamá. Brindemos por la grandeza de su heroica alma.
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– Da pena despedirse de estos personajes, jovencito.
-
Cada vida es un mundo, reve. Nos va a dejar tristes Quirós con sus sueños
rotos. Da pena verlo haciendo ‘casting’ con una exhibición de lealtad y fe cristiana delante del rey. Le
dice: “Estas son las grandezas y bondad de las tierras que descubrí, de las
cuales tomé posesión debajo de vuestro estandarte real. Se levantó una cruz y
se fundó la iglesia de Ntra. Sra. De Loreto, donde se ganó el jubileo del día
de Pentecostés, con procesión de Corpus Christi, enarbolando tres banderas de
campo, en las que mostré las dos columnas (Plus Ultra) al lado de vuestras
armas reales. Así que puedo decir con razón (era un buen geógrafo, pero se
equivocó) que, en lo que respecta a esta parte, se acabó Plus Ultra (no hay más
que descubrir), y en lo que se contiene más adelante y atrás. Y todo lo hice
como vuestro leal vasallo, para que luego suene esta grandeza con el título de
Austrialia del Espíritu Santo, adonde el Señor me llevó y me lo mostró, y me ha
traído ahora a presencia de V. M., donde estoy con la mesma voluntad que
siempre tuve”. (Sancho Panza le habría dicho: ‘Mirad, mi señor don Pedro de
Quirós, que no son gigantes, sino molinos’).
- Vivía en una nube, querido y sentimental
cronista. Luego brota con fuerza el místico: “Para que allá sea Dios conocido,
creído, adorado y servido, siéndolo tanto ahora el demonio. Y daría mucho
cuidado si allá fuesen enemigos de la Iglesia Romana a sembrar falsas
doctrinas. Vuestra Majestad pida las albricias (un premio, en este caso del
papa) de una tan señalada merced de Dios guardada para vuestro feliz tiempo.
Yo, señor, las pido, y para ello están ya los galeones puestos, y cada hora que
se pierde, jamás se ha de cobrar”. Patina del todo: no tiene la licencia y ya
habla de que las naos está preparadas. El último párrafo es impagable, por
expresar fielmente ‘su verdad’, pero sus enemigos lo utilizaron para
ridiculizarlo: “Si a Cristóbal Colón sus sospechas le hicieron porfiado, a mí
me hace tan importuno lo que vi y lo que palpé, por lo cual pido que V. M. me
ayude para conseguir lo propuesto. Señor: grande obra es esta, pues el demonio
(a través de los envidiosos) le hace tan mortal guerra, y no podrá tanto siendo
V. M. defensor della”. ¿Qué te parece la comparación, baby?
- Muy acertada: dos grandes soñadores.
Pero el juguetón destino convirtió en un continente nuevo las fantasías del genovés, y en una simple
isla las tierras que Quirós palpó con sus manos. Ciao.
Pues bien, queridos hermanos: Quirós pasó
la última etapa de su corta vida (49 años) mendigándole al rey una licencia
para volver a explorar ‘Austrialia’. No hay pistas de su esposa, Ana Chacón, ni
de sus dos hijos. Sufrió el escarnio de la Corte y del populacho. Él mismo
cuenta que, al entrar en una iglesia con el desaliño de los pobres, algún
superhombre le dijo: “Malos zapatos trae el segundo Colón”. Como sin duda era
un cargante, los reyes le dieron una recomendación para que dejara de atosigar
y llevara su cantinela a Perú, para donde se puso en marcha, pero no pudo pasar
de Panamá: allí acabó su vida, se fue al paraíso soñado y quedó para siempre
olvidado bajo diez palmos de tierra. Sin embargo, de vez en cuando, alguien se
acuerda de él, como en nuestras tertulias, soñador pendolista, y allá donde su
huella permanecerá para siempre: la Isla de Espíritu Santo, en cuyo
archipiélago, Vanuatu, le acuñaron una moneda de la serie “History of
seafaring” (Historia de la navegación). Brindemos por sus hazañas, y hasta por
su loca fantasía.
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