sábado, 9 de abril de 2016

(230) LA EXCEPCIONAL ISABEL BARRETO, ya con título de Gobernadora y Almirante, dirige la flota hacia FILIPINAS, pero resultando odiosa a los que van a  bordo.

(230)  - Placer verte, literato compañero de tertulias: Quirós tuvo mejor concepto de Mendaña que Sarmiento. Pero detestaba a Isabel.
    - En lo primero, reverendísimo abad, quizá influyeran las edades. El más joven era Quirós, y la diferencia de edad con Mendaña, unos 23 años (muchos para la época), le inclinaría a una actitud respetuosa. Pero no tuvo pelos en la lengua para criticar a la ilustre dama. Su marido le dejó en herencia todos sus cargos, convirtiéndola en una de las escasísimas mujeres que tuvieron en Indias el título de gobernadora. Muerto Mendaña de fulminante enfermedad contagiosa, ella tomó inmediatamente y con energía la vara de mando en unas circunstancias harto difíciles; durante una de las incursiones que ordenó, murió su hermano mayor, Lorenzo, por la herida de una flecha envenenada. Isabel estaba decidida a seguir adelante con la expedición, pero tuvo que ceder porque nadie tenía ánimos para continuar peregrinando por el Pacífico. El único hombre que podía salvarlos era Quirós, como experto piloto, y se decidió poner rumbo a Filipinas (nombre elegido en honor de Felipe II). Iban escasos de comida y agua  para el largo viaje que tendrían que soportar (unos 5.000 km), y doña Isabel…
     - Ay, doña Isabel, pequeñín. Tendrás que buscar luego alguna mujer de Indias más simpática. Fue valerosa, enérgica…, pero soberbia y egoísta. Quirós nos cuenta que la ración era escasa ya desde el primer día y que el barco parecía un hospital miserable: “llagas, tristezas, enfermedades y muertos, con lloros de sus deudos, que día hubo que se echaron 4 a la mar”. Sufrían principalmente de sed: “las mujeres, con las criaturas a los pechos, pedían agua, y todos a una se quejaban de mil cosas”. Pero, que el diablo la lleve, la situación habría sido menos dramática si la impresentable jefa no fuera la quintaesencia del egoísmo estúpido. Dice Quirós que, teniendo bajo llave la despensa, escatimaba en exceso para la gente, “y era larga en gastar para sí y en lavar con agua dulce su ropa, respondiendo a las críticas que de su hacienda podía hacer lo que quisiera”. Se olvidaba la cursi dama de que, en el código militar, eso merecía pena de muerte. Quirós, representando a los marineros, trató de que cambiara de actitud, y le contestó que “más obligación tenía él con ella que con los marineros, y que, si ahorcase a dos, los demás callarían”. ¡Ele mi niña…!: ya es la segunda vez que la vemos aconsejando a otros que ahorquen a alguien. La estupidez humana no tiene sexo. Felices sueños, caro.
     - Ni tampoco la sensatez. Vuela a Quántix, noble espíritu. Ciao.


     -Veamos, en el mapa, hijos míos, la trayectoria del viaje. Mendaña descubrió las Marquesas, siguió recto hacia el Este y encontró otras islas, las Santa Cruz (son las pequeñitas que están encima de Vanuatu). Allí abandonó este perro mundo y pasó a mejor vida. Isabel Barreto, su esposa, ya con el título de gobernadora, y (caso único en la historia de Indias)  de almirante de la expedición, fue de una tacada hasta Filipinas con la ayuda del experto piloto Pedro Hernández de Quirós. Luego darían el enorme salto hasta México. Pero cuéntanos, querido trotamundos, qué pinta aquí la foto de Robert Graves.

     - Ese extraordinario literato inglés tuvo una vida my intensa. Fue tan mal herido en la 1ª Guerra Mundial que le dieron por muerto. Pero le quedaba mucho por escribir. Pocos libros tan famosos como su “Yo, Claudio”. Cuando hace ya varios años (tempus fugit), te perseguí por Sevilla, querido Sancho, haciendo turismo de investigación, vi un libro, en el simpático hotel que me alojaba, titulado “Las islas de la imprudencia”, escrito por Graves en 1949, y que, curiosamente,   es una versión novelada de este viaje del trío Mendaña-Barreto-Quirós. Dado que sus narraciones suelen estar empapadas de poesía, fantasea un poco la historia, pero, como es de suponer, Graves nunca defrauda. Sin duda su residencia habitual en Mallorca le hizo amar la cultura española, y sabía escoger como nadie temas de impacto, reconociendo, además, el gran valor de lo que (dita sea) en nuestra tierra apenas se conoce.





No hay comentarios:

Publicar un comentario