miércoles, 6 de abril de 2016

(227) SEGUNDO VIAJE DE MENDAÑA A LAS ISLAS SALOMÓN. Le acompaña su dominante mujer, ISABEL BARRETO, y otro personaje excepcional, PEDRO FERNÁNDEZ DE QUIRÓS.

(227) - Hola, alegre joven: tuvieron gran boda Álvaro e Isabel. Fue el año 1586 en la catedral de Lima, apadrinados por el virrey y su señora.
     - Salud, querido preceptor. Aclaremos previamente que circula por ahí el error de que nuestro protagonista estuvo casado con una hermana de Cervantes llamada Andrea; la trampa es insidiosa porque ella sí maridó con un Álvaro de Mendaña, pero no era este. La guinda  de la limeña boda habría sido hacer el viaje de novios en la nueva expedición a las islas Salomón, pero el soñado plan de Mendaña se demoró varios años por las dificultades de los preparativos. Además, cuando, ya todo estuvo organizado y llegó el momento de partir, Álvaro de  Mendaña no quiso que le acompañara Isabel. Imaginemos las excusas: -“Es muy peligroso, las penalidades serán tremendas... ¿No te parece, mi vida? -Lo que tú digas, cariño”.
     - Pero resultó, tierno cronista, que el día 9/4/1595 zarpó la escuadra desde El Callao con un Mendaña cariacontecido porque Isabel iba a bordo junto a él, y, para mayor incordio, en la misma nave su parentela ocupaba puestos de mando: el capitán Lorenzo Barreto, los alféreces Luis y Diego, todos hermanos suyos, más su hermana Mariana, cuyo marido, Lope de Vega, era el almirante de otra de las cuatro naos. Sumaban en total 280 hombres y, entre mujeres y niños, 98 pasajeros más. Tampoco faltó un personaje notable, de carácter puntilloso, que, sin embargo, apreció a Mendaña, pero fue muy crítico con Isabel Barreto y su familia: Pedro Fernández de Quirós, el piloto mayor. Las autoridades de tierra se sintieron aliviadas porque habían encajado en la expedición a gente muy problemática. Mendaña llegó a desembarcar a unos cuantos rebeldes que le consideraban un blando. Una frase de Quirós muestra a las claras la mala condición de los hombres enrolados: “Bien creo que podría echarlos a todos e irse solo”. Comenta algo de su curriculum, querido socio.
     - Vale. Quirós nació en Évora en 1565, por lo que se le califica de portugués al servicio de España, pero no debe olvidarse que Felipe II era ya rey de Portugal desde el año 1580. Estuvo siempre navegando como escribano de mercaderes, e incluso en la ruta fija hacia Manila, convirtiéndose después en un experimentado piloto. En un corto tiempo de residencia en Madrid, se casó con Ana Chacón, de la que tuvo un niño y una niña. Vuelve a Indias y ‘le ficha’ Mendaña. El ser hombre culto le permitió hacer una crónica del viaje, mostrando su carácter religioso y puritano, con cierta mezcla de seriedad y exageración. A su debido tiempo, diremos algo de su peripecia vital posterior. Sayonara, dear.
     - Vean vuesas mersedes sendas fotos de estos lobos de mar. Ciao.


     Dos de los protagonistas del viaje: el del coquetón piquito en la gorra es Álvaro de Mendaña; el otro, Pedro Fernández de Quirós. Por no tener una reproducción fiable, falta la imagen de la que más mandó: Isabel Barreto. Su marido, Mendaña, representa los 53 años que tenía, y, el portugués, edad parecida, pero, en ese viaje, era de solo 30 años, igual que Isabel. El aspecto de Quirós parece más geniudo. Es muy probable que descendiera de los estirados asturianos de la familia Quirós. Sí, jovencito, esos mismos que en comandita con los Velascos, y emulando la soberbia de Luzbel, decían: “Antes de que Dios fuera Dios, y los peñascos peñascos, los Quirós eran Quirós y los Velascos Velascos”. Habrá que contar algo más de él cuando se termine el presente viaje, porque este devoto navegante siguió haciendo por su cuenta notables descubrimientos (aunque no tan extraordinarios como él creyó) por el entorno de las islas Salomón.



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