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LOS ESPAÑOLES ABANDONAN BUENOS AIRES, huyendo hacia la recién fundada ASUNCIÓN.
En su carta, ISABEL DE GUEVARA subraya la importancia de la colaboración de LAS
MUJERES en el durísimo viaje.
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– Ya lo hemos visto, caro amico: el duro y largo cerco de los indios a la
recién nacida Buenos Aires convirtió el
lugar en un infierno.
- Así fue, Sancho. Terminó en una derrota de
los españoles, y salieron despavoridos río arriba en las destartaladas naves
que les quedaban. A pesar de la imagen que da la carta de Isabel, había en el
recinto veteranos oficiales, empezando por el gobernador Pedro de Mendoza, que nunca se desmoralizaban, y muy dotados para liderar con energía a la
gente. Allí estaban algunos que han pisado fuerte en la historia de Indias, como
los burgaleses Juan de Ayolas (Birivesca) y Juan de Salazar (Espinosa de los Monteros),
más el vasco Domingo Martínez de Irala (Vergara), todos
ellos muy duros de pelar. En un momento determinado, Mendoza había ordenado a
los dos primeros que avanzaran por su cuenta en tareas de descubrimiento;
tardaban demasiado en volver, y además él sentía que la sífilis lo estaba
consumiendo. Así que decidió retornar a España, y mandó al otro fuera de serie,
Juan de Salazar, que alcanzara a los dos capitanes para comunicarles su
voluntad de que Ayolas le sucediera en el cargo de gobernador, sin saber que
su elegido y un grupo que iba con él habían sido liquidados por los indios. Ya
partido para España Mendoza, Juan de Salazar y de Espinosa, en esas correrías
por territorio paraguayo, fundó su capital, Asunción. Demos la palabra a
Isabel.
- Gustosamente, mansebo. Los
supervivientes escaparon a la desesperada de Buenos Aires: “Los pocos que
quedaban vivos, flacos como estaban, determinaron subir el río, y las fatigadas
mujeres los curaban y traían la leña a cuestas, animándolos con palabras
varoniles, y en ellas estaba la vida dellos; y tomaban muy a pechos todos los
servicios del navío, no haciéndolo por obligación, sino por caridad. Ansí
llegaron a esta ciudad de la Asunción”. Termina la carta hablando de su propia
situación, ya casada con otro personaje de destino trágico, Pedro de Esquivel, que
se encontraba entonces enredado en batallas, y solicitándole a la regente
alguna merced o algún cargo para su marido (“a quien tres veces le saqué el
cuchillo de la garganta”), por los méritos de ambos. Ella era de una familia
bien situada en Toledo; sus padres y un hermano suyo se habían incorporado
también a la expedición de Mendoza, aportando una nao. Algo tendría de
tarambana Esquivel porque, aunque al morir Isabel hacia 1559, lo nombró
heredero, el veterano soldado reconoció que “siempre gastó de la hacienda de su
esposa, a quien rogaba le perdonase”. Tarambana y temerario, porque en 1571 se
enfrentó a un mal enemigo, el gobernador Felipe de Cáceres, que lo ejecutó, no
pudiendo entonces la difunta Isabel, esa extraordinaria mujer, “sacarle el
cuchillo de la garganta”. Sic transit…
- …felicitas mundi, reverendo. Isabel nos
ha salido entrañable y llena de coraje. Bye, bye.
Contemplar y ver los toros desde la
barrera lo puede hace cualquiera: todo parece sencillo. Fíjate en el mapa,
socio. Desde Buenos Aires hasta Asunción, por la carretera actual, asfaltadita
y evitando curvas, hay unos 1.400 km. Los huidos de Buenos Aires empezaron su
peregrinación en junio de 1536 sin saber dónde acabarían, hasta que encontraron el lugar apropiado y fundaron
de la nada la ciudad de Asunción. Semilla que cuajó robusta y allí siguen sus
frutos. Más tarde se presentó un nuevo gobernador que fue ninguneado y
maltratado por el vasco Domingo Martínez de Irala, el incomparable Álvar Núñez
Cabeza de Vaca, y llegó con él un capitán seductor que enamoró a Isabel y murió
de mala manera: Pedro de Esquivel. Tuvo que ser un colorido gallito, porque el
poeta que narró su ejecución lo describió así: “Pedro de Esquivel, un caballero
de bella compostura y bella traza”.
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