domingo, 3 de abril de 2016

(224) MENDAÑA SE EQUIVOCA, y luego miente. Un rumbo mal escogido convirtió el viaje en una espantosa pesadilla.

(224) – Buenas noches, melancólico poeta. No es fácil mantenerse digno y generoso en las situaciones extremas. En la aventura de Indias, se daban con frecuencia. Mendaña, como Flores, falló.
     - Benvenuto, dottore. Nada más empezar el camino de vuelta hacia México, dejó atrás desamparada la nave de Sarmiento, y no lo mencionó en su escrito al rey, pero Pedro sí, y, además, pensando lo peor, porque  creía que Flores estaba deseándole la muerte para que no diera su propia versión de los errores del viaje, porque (escribió) “si fuéramos juntos, es razón creer que nos favoreciéramos los unos a los otros, como teníamos obligación”. Tu turno, my dear.
     - Grazie, poverello. En el pecado llevó la penitencia: se vieron sorprendidos por un huracán, y Mendaña habla de errores de cálculo incomprensibles; algunos de sus pilotos creían que les faltaban 70 leguas (400 km) para llegar, en lugar de los 3.500 km reales (Sarmiento jamás habría sido tan torpe). La situación que le cuenta Mendaña al rey (de los que venían detrás ni se acuerda) fue dramática; se daban por muertos: “Nadie pensó salir de aquel peligro, y quebraba el corazón oír las lástimas y el llanto de la gente. Hízolo muy bien un fraile, que después de cantar él un credo, animaba mucho a todos a que muriesen como cristianos, y a que tuviesen verdadera contrición y arrepentimiento de sus pecados. Los que estábamos fuera de cubierta rogando a Dios y con el mazo dando (vean vuesas mersedes lo antiguo del dicho), procurábamos echar a la mar el batel (para eliminar lastre), y viendo que echarlo no aprovechó de nada, mandé cortar el mástil, contra la voluntad de los pilotos, y diciéndoles que, para 400 km. que quedaban (ya, ya), con el trinquete los andaríamos, así se hizo”. El barco ganó estabilidad, y comenzó una odisea marítima como la del Holandés Errante, racionando los alimentos (pan y agua) “sin darme a mí más que a cualquiera particular. Y así pasamos tres meses, porque cuando los pilotos calcularon 70 leguas estábamos a más de 600”.
- Se vieron perdidos, querido Sancho: “Eran muchas las enfermedades y la hambre que pasaba la gente; hinchábaseles las encías y crecíales la carne sobre los dientes, y echábamos a la mar cada día un hombre. Y el principal regalo que hallaban era llamarme para que los viese morir. No solo entonces, sino ahora, todas las veces que me acuerdo de cómo los veía morir, me llega al alma y me enternezco”. Qué manera de sufrir. ¿Cómo lo ves, Sancho?
     - Está claro que las indias fueron una trituradora de soñadores. Bye, my dear son.



     (Si algún malandrín se quexase por la repetisión de la foto, le serán devueltos sus tristes maravedíes, e con intereses de usura). Línea roja: primer viaje de Mendaña al Pacífico (el que estamos examinando ahora). Volvió desde las islas Salomón por la ruta del tornaviaje hallada por el gran Urdaneta, que es la que utilizaba el galeón de Manila. Sarmiento, que iba descolgado detrás, se habría muerto de risa con los errores de cálculo de los pilotos de Mendaña. Fíjense en algo asombroso: ningún europeo descubrió las islas de Hawaii, tan próximas a esa ruta, hasta que apareció por ahí James Cook en 1778. Y es más asombroso aún que estuvieran pobladas por gentes de la lejanísima Polinesia. Línea azul: segundo viaje de Mendaña (¡26 años después!); a falta de Sarmiento, le acompañaba otro personaje muy crítico: el portugués Pedro Fernández de Quirós. Y, en las islas Santa Cruz, vecinas de las Salomón, murió el “sin ventura” Mendaña. Y aquí mi “secre”, dentro de unos días, explicará lo que ocurrió en ese segundo viaje, y cumplirá lo que prometió: hablar de las mujeres de Indias. La primera será Isabel Barreto, casada con Mendaña. Iba en la expedición y, al quedar viuda, asumió todo el mando. Veremos si dejó alto el pabellón de las mujeres. ¿Qué creen vuesas mersedes?


No hay comentarios:

Publicar un comentario