jueves, 24 de diciembre de 2015

(124) - Buona notte, dolce poverello; menos mal que me calma el santo de Asís, porque me gustaría liarme a hisopazos y excomuniones viéndole a Juan de Matienzo suplicando por su libro. Y a ti, pajarito.
     - Siempre nos quedará el té con pastas, arrabbiato dottore. Tu “primo” le escribe al rey en 1567 diciéndole humildemente que seguirá mandándole cartas sobre cosas de provecho hasta que se lo prohíba (nunca le contestaban). Lo resumo: “Acordé hacer un libro, que intitulo ‘Gobierno del Perú’, sobre asuntos de indios y de españoles, todo enderezado a que un tan próspero reino como este, que tan inquieto ha sido hasta aquí y tantas alteraciones ha habido en él, se conserve en perpetua paz y los indios alcancen la libertad que V. M. desea y manda que tengan, y para que tengan haciendas propias, y no estén tiranizados como ahora lo están de sus caciques, ni les puedan engañar sus encomenderos, ni perpetuamente los carguen. Quisiera tener más autoridad y crédito para las cosas que en esta obra trato, no para mi provecho, sino para que a todos viniera el que les deseo. Quiera la divina bondad de Dios poner a V. M. en su corazón que lo mande leer y cumplirlo con toda brevedad. Va escrito en castellano por que mejor gocen todos dél, y acotado con filósofos, teólogos y muy grandes autores, dirigido a V. M. para que sea defendido de las personas que con envidia o malicia le quisieren contradecir. Asimesmo he compuesto otro libro que intitulo ‘Estilo de Chancillería’, escrito en romance y la glosa en latín, sobre muchas cuestiones prácticas que cada día ocurren en las chancillerías. Y porque me ha costado mucho trabajo y creo que serán de harto fruto, deseo que se impriman, aunque, con mi pobreza y multitud de hijos, no sé si lo podré hacer a mi costa. Suplico se me dé licencia para los poder imprimir, con privilegio por 15 o 20 años de que nadie los imprima sin mi consentimiento. Concedérmelo será añadirme fuerzas y darme alas para que prosiga otras obras ya comenzadas y las saque a la luz”.
     - Se me saltan las lágrimas, biógrafo mío, al ver a semejante lumbrera mendigando unas migajas.
     - Se diría que los poderosos suelen ser mezquinos y miopes. Terminemos, reverendo: “Las novedades que hay en esta tierra y alzamiento de indios comarcanos, y prisiones de gobernadores, y poco castigo, lo comunicará esta audiencia. No lo escribo aquí, y, por no ser más prolijo, solo suplico a V. M. nos venga a tomar cuenta alguna persona de calidad y confianza con toda brevedad, como por otras cartas lo tengo suplicado”. Lo que nos muestra que  seguía aún muy complicada y peligrosa la vida en todo el virreinato peruano, y Juan resistiendo como Don Quijote. Ciao, caro abate.
     - Pero dichoso él: es mejor aguantar a los tontos que serlo. Y como pienso nombrarte caballero, escojo este lema para tu escudo: “MELIUS SUPPORTARE STULTOS QUAM ID ESSE”. Sayonara, baby.



     Juguemos con las palabras, my dear. ULTRAMAR: más allá del mar, del océano. Los productos ultramarinos que llegaban a Buenos Aires atravesando el continente por la GRAN RUTA MATIENZO se traían a España. Los negocios donde se vendían al detalle en todos los rincones de nuestro país empezaron a llamarse “tiendas de ultramarinos”, y siguieron con ese nombre casi hasta hoy. Tu padre (también indiano) fue el tendero que mejor atendió a las amas de casa de Bilbao (de ahí te viene el ramalazo). Y tú el mejor historiador ultramarino del mundo. Te he traído un regalito para que lo pongas en el balcón: el letrero de la casa tienda en la que abriste los ojos. ¡Vale, vale, lloroncico!: ven a mojarme los hombros.


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