sábado, 19 de diciembre de 2015

(119) - Hola, lucero deslumbrante: traigo un botellón de champán para celebrar nuestros numerosos días de tertulia. ¿Me serás siempre fiel?
      - Creas adicción, querido Sancho. Tenemos mucho de qué hablar. Si nos leen, estupendo. Si no, disfrutaremos de nuestras cosas y del té con pastas. Hoy toca la segunda carta de Juan de Matienzo al rey. Siempre me duele tener que abreviar tantos jugosos documentos.
     - Pero ni modo, cuate. Además, quizá sirva de aperitivo para que algún noble espíritu se sumerja en la sabrosísima historia de Indias.
     - Pues esta vez, caro Sancio, me niego a hacer un implacable recorte. El escrito de Juan es largo, pero el resumen será mínimo: así que nos acompañará tu “primo” varios días. Se lo merece. Es del año 1566, y le dice al rey (Felipe II): “Sería gran bien para esta tierra descubrir una puerta por estas partes a la Mar del Norte (Atlántico), por quitar los grandes costes y peligros que hay de aquí a España en la navegación de dos mares. Y en lo que se pasa por tierra, cerca de doscientas leguas, gastándose mucho dinero y muriendo muchos españoles en Panamá y Nombre de Dios. En otra carta de 1562 avisé a V. M. de  vías que se podrían habilitar  yendo desde aquí a Santa Cruz de la Sierra, que tiene poblada Nufrio de Chaves, y de allí al puerto del Río de la Plata. Y de allí al Paraguay, ciudad de La Asunción, se va con bergantines grandes río abajo en ocho días. Y de allí al puerto de Buenos Aires se va en breve por el río abajo, pasando por la fortaleza de Caboto, que está en medio. Estas vías eran buenas hasta que los chiriguanaes se alzaron y mataron al capitán Andrés Manso y a ochenta hombres, que habían hecho un gran castigo en los indios de Los Llanos por haberse alzado y muerto doce españoles. Y habiendo el capitán traído cautivos más de dos mil dellos, y dado la mitad a los chiriguanaes, que los suelen comer y tener por esclavos, estando desto muy alegres, permitió Dios que los mismos chiriguanaes que les habían ayudado a hacer tan grande crueldad, matasen a los españoles aquella noche, poniendo fuego a las casas donde estaban durmiendo y flechando a cualquiera que salía por escapar del fuego. Y de allí fueron adonde estaba un pueblo de la gente de Nufrio de Chaves y los mataron a todos, salvo tres o cuatro. He dicho esto porque parece que hay por ahora inconveniente para poder por aquella tierra hacer el paso. Y parece que ha sido permisión de Dios para que se descubriese otro mejor por Tucumán, que ha de ser más seguro y muy más breve la navegación”. Mañana nos lo seguirá explicando: ¡qué gran Matienzo! Ciao doctore.
     - Y clama al cielo, tertuliano mío, que no se corrija el error de apellidarle a su padre “Atienza”: algún copista chapucero metió la pata. Y en los archivos de Burgos, yo soy “Ruiz e Matienzo”, en lugar de Ortiz de Matienzo. ¡Excomunión!


     Fue Juan de Matienzo el que mareó al rey con una idea genial: abrir una ruta terrestre y fluvial de Perú a Buenos Aires, para seguir viaje marítimo directo hasta España. Propuso primeramente un trazado pasando por Asunción. Problemas con los indios le obligaron a elaborar otro  que resultaba mucho mejor y más corto, bajando desde Charcas por Tucumán hasta el puerto bonaerense. Y semejante “lumbrera”, ese ilustre pariente mío, para sobrevivir, ¡dita sea!, tenía que arrastrarse mendigando mercedes al rey.



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