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Hola, picarón: de no haber sido un ectoplasma, ayer me habría ruborizado comentando el desnudo de la
imaginada Inés de Suárez.
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Eres un teatrero, Sancho. Se supone que estás de vuelta de todo, y,
además, era muy tentadora la broma.
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Y tan tentadora (que el Señor se apiade de mí). Pero le estoy cogiendo gusto:
sigamos con otras mujeres de bandera, como la Malinche, hija de un cacique,
inteligente, buena y hermosa mujer.
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Tenemos que volver un poco atrás en el tiempo, porque falleció el año 1529, muy
joven todavía, quizá víctima de la viruela. Poco antes de tomar
México-Tenoctitlán, tu amigo Cortés venció a los indios de Tabasco, que la
habían conseguido como esclava al derrotar a su padre en una batalla, y, a su
vez, ellos se la regalaron a los españoles, con otras diecinueve indias. En un
principio se la quedó el capitán Portocarrero, pero partió para España; Cortés
la hizo su amante y, por un hecho singular, también su colaboradora. Cuéntalo,
Sancho.
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En una expedición española anterior, habían perecido a manos de los indios
todos menos dos, Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, que consiguieron
integrarse con los nativos. Los encontró Cortés siete años más tarde. Gonzalo
no quiso volver: se había convertido en una especie de cacique de un poblado.
Jerónimo, sin embargo, salió de allí pitando. Había aprendido a hablar maya,
como la Malinche en sus tiempos de esclava, cuya lengua materna era la de los
aztecas. Así que durante un tiempo fue muy útil una complicada comunicación
Moctezuma-Malinche-Aguilar-Cortés. La chica era lista y pronto sobró Aguilar.
Jugó también un papel fundamental en todo tipo de relaciones con los nativos.
Si en México se la ha considerado una
traidora (no tenía mucho que agradecer a sus paisanos), en España se le debe un
lucido monumento. Era muy respetada y estimada por todos los rudos soldados de
Cortés. Tu querido Bernal Díaz del Castillo la adoraba.
- Así es: la menciona con frecuencia y siempre
cariñosamente. Le pusieron el nombre de Marina cuando se bautizó, pero para
todos era DOÑA Marina, tratamiento de mucha dignidad entonces. No le hizo
ninguna gracia a aquella tropa de tierno corazón que Cortés, habiendo tenido
un hijo con ella, la abandonara para
casarse con Juana de Zúñiga. El niño se llamó Martín, llegó a ser Caballero de
Santiago y murió en Granada batallando contra moros sublevados. La
resignada doña Marina se casó con otro
español, Juan Jaramillo. Qué destino el de esa desarraigada mujer. Bye, Sancho.
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Quiero una foto de ese encanto, pero no me pongas en un aprieto.
Ese
dibujo es del lienzo de Tlaxcala, pintado en el siglo XVI. ¡Qué escena, y qué
mujer! DOÑA Marina (la Malinche), detrás de Cortés, le sirve de intérprete
frente a Moctezuma. Pongámonos en su piel. Para ella, el emperador mexica había
sido un dios, llegaron después por el mar unos seres enigmáticos que arrasaron
todo lo que había adorado, vivió un amor con el jefe de los nuevos amos,
tuvieron un hijo, quedó asimilada con naturalidad por la nueva cultura, dejó de
ser una esclava y se convirtió en una dama muy respetada por los españoles,
aunque Cortés la abandonara. Otro español se casó con ella y supo tratarla como
se merecía. Tuvo que valer mucho.
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