miércoles, 16 de diciembre de 2015

(116) - Salud, camarara Felisenco, benefactor de la humanidad y eximio investigador. Sigue mostrando datos poco conocidos de Indias.
     - Bienvenido, compañero Sancheski. Vamos con otro fuera de serie.
     - No procede que me llames así, porque ya no patino con groserías.
     - Ha sido por tu putinesco saludo. Te gustará mucho que le hagamos un merecido homenaje a tu posible pariente vallisoletano Juan de Matienzo. Con ese apellido y siendo su padre de Santoña, seguro que perteneció a tu familia. Y también se caracterizó por vuestro tradicional oficio leguleyo. Pero, ¡a qué altura!
     - Dices bien, amada criatura. Pero quiero varias sesiones en su compañía, porque has transcrito dos cartas suyas muy jugosas.
    - Encantado, daddy. Sin prisa pero sin pausa. Primero, un breve resumen de su trayectoria. Ejerciendo de letrado en Valladolid, conoció a  grandes personajes de Indias, siendo después nombrado presidente de la inicial Audiencia de Charcas (Perú). Brilló como una de las figuras más notables y prestigiosas de América por su capacidad intelectual, su lealtad, sus dotes de organizador, y su (¡oh, milagro!) honradez: murió pobre y con familia numerosa. Aun así, no le faltaron detractores, sobre todo por defender el sistema de “la mita”, que consistía en obligar a trabajar a los indios largas tempora­das, con un sueldo miserable, en las minas de metales preciosos del territorio inca. No obstante, en sus cartas siempre se trasluce un carácter humanitario. Fue un magnífico escritor, y supo entender, quizá antes que nadie, la repercusión de la oferta y la demanda en los precios, viendo con perspicacia precursora la parte subjetiva del valor de los bienes. El economista rumano-argentino Oreste Popescu, fallecido en 2003, dijo que “ni siquiera Europa estaba preparada para entenderle”. Tuvo el acierto de convencer al rey de que era necesario refundar la ciudad de Buenos Aires (su nombre viene de la Virgen del Buen Aire o de Los Mareantes, devoción marinera procedente de Italia) con el fin de enlazar por tierra Perú con el Atlántico, evitándose de esta manera la pesadilla de te­ner que subir hasta Panamá por mar para viajar a España. En Villalba de Losa (Burgos) hay un monumento de Juan de Garay, ilustre hijo del lugar (aunque los de Orduña lo reclamen como paisano suyo), que  fue quien llevó a cabo esa definitiva funda­ción de la capital de Argentina, y algunas placas conmemorativas que han puesto bonaerenses agradecidos. En verdad, fue un Matienzo modélico. Bye, Sanchenko.
     -  Seguiremos mañana con mi pariente. Da svidanya Feliseski.



     El texto está copiado de un libro del siglo  XVIII, pero se trata del inicio de la disposición por la que Felipe II en 1559 creó, con una amplísima jurisdicción, la Audiencia de Charcas (actualmente territorio boliviano), cuyo primer presidente fue mi “primo” Juan de Matienzo, otro producto típico de nuestra intelectual familia, plagada de letrados y clérigos. Solo que este Juan fue, con diferencia, el más dotado de todos, y, además, un raro ejemplo de honradez.


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