jueves, 31 de diciembre de 2020

(Día 1306) El virrey puso como condición para conceder recompensas que el beneficiado estuviera casado, con el absurdo de que, a algunos solteros, les asignaba una mujer determinada.

 

     (896) Inca Garcilaso también rechaza como motivo de la ejecución de Martín de Robles el que hubiese tenido responsabilidades en la prisión y muerte del virrey Blasco Núñez Vela: "Pues era un asunto que ya estaba olvidado, ya que ocurrió trece años antes. Y, además, en aquel tiempo Martín de Robles hizo muchos servicios a su Majestad, porque huyó con gran riesgo de Gonzalo Pizarro para pasarse al bando de Pedro de la Gasca, y sirvió en aquella guerra hasta el fin de ella, siendo bien premiado. Asimismo, sirvió al Rey en la  guerra de Don Sebastián y en la de Francisco Hernández Girón, gastando mucha suma de oro y plata de su hacienda, y todos sus delitos pasados estaban ya perdonados en nombre de Su Majestad, tanto por el presidente La Gasca como por los oidores de la Audiencia Real".

    El nuevo virrey dispuso algunas medidas para frenar aquel ambiente de protestas que había entre los españoles. Hizo repartos de encomiendas entre los que llevaban tiempo descontentos por no haber sido gratificados, o en escasa medida, pero los premios no estuvieron a la altura de sus méritos. Y tomó otro decisión sorprendente: "Además les concedía las mercedes con la condición de que se habían de casar pronto, pues había muchas mujeres españolas en aquellas tierras, pues Su Majestad lo ordenaba para que todo el Perú viviese en paz y sosiego. A muchos de los solicitantes les señalaron las mujeres con quienes se habían de casar, a las que el virrey, por no conocerlas, las tenía a todas por muy honradas y honestas, pero muchas no lo eran. De manera que, quienes habían de recibirlas, rehusaban su compañía, porque las conocían bien. Esto bastó para que enemigos de los solicitantes, envidiosos de sus méritos y servicios, fueran adonde el virrey con chismes muy escandalosos y perjudiciales para los soldados premiados, por lo cual mandó prender a muchos y llevarlos al Callao, puerto de Lima, para enviarlos a España, a unos para que Su Majestad les premiase sus servicios, y, a otros, los castigase con el destierro".

     Como lo anterior está copiado del cronista Palentino, añade Inca Garcilaso algunas matizaciones. Dice que fue cierta la cizaña que metieron algunos, pero que también hubo otros que quisieron remediar este castigo: "Le suplicaron al virrey que no permitiese tal crueldad, pues el destierro a España era castigo más riguroso que la muerte, porque, aunque habían hecho muchos servicios a su Majestad, marcharían pobres". Incluso argumentaron que lo dejarían en evidencia ante el Rey demostrando la fidelidad que habían tenido a su servicio, para lo cual, algunos hasta podrían presentar como prueba las heridas que tenían en sus cuerpos. Pero el virrey, que por encima de todo deseaba evitar revueltas y enfrentamientos en Perú, no hizo ningún caso a estas alegaciones: "Los envió presos a España, tan pobres y rotos, que, el que mejor iba, no llevaba más de mil ducados, y eso vendiendo el caballo y el ajuar que tenía, perdiéndolo todo. Aunque algunos tenían posesiones, las perdieron al quedar desamparadas. Lo  digo como experiencia propia, pues una heredad que dejé allá encomendada a un amigo, se la quitó alguien y la consumió".

 

     (Imagen)  Por el año 1559, dio la casualidad de que fallecieron cuatro grandes capitanes (a los que ya conocemos), todos ellos de muerte natural. Dice el cronista: "No sé si habrá más casos de cuatro conquistadores que hayan muerto como estos, pues la mayoría acabaron con muertes violentas". Del primer fallecido, dice: "El mariscal ALONSO DE ALVARADO murió de una larga enfermedad que tuvo después de ser derrotado por Francisco Hernández Girón (pero estuvo en la siguiente batalla), pues quedó sumido en la tristeza, y se fue consumiendo hasta que acabó extrañamente·". Al parecer, tenía períodos de depresión y debilidad absolutas alternando con la normalidad. Tras cuarenta días de incertidumbre, falleció. Luego se refiere a la muerte de JUAN JULIO DE OJEDA, al que define como "hombre noble, de los principales vecinos del Cuzco, y de los primeros conquistadores, que era de  mi familia". Ya vimos que Ojeda llegó a las Indias con ocho años. El tercero en cuestión es su propio padre, SEBASTIÁN GARCILASO DE LA VEGA: "Poco después murió (8 de mayo de 1559) Garcilaso de la Vega, mi señor, por una enfermedad que duró dos años y medio". Era una dolencia que también tenía alternancias, con mejorías espectaculares: "Cuando murió, fue enterrado en el convento de San Francisco (en el Cuzco). Aunque entonces se usaban ceremonias muy solemnes, mandó que la suya fuera sencilla. Y les pareció tan bien a los vecinos, que, desde entonces, se dejó de hacer funerales ostentosos. Venido yo a España, conseguí una bula papal para que se trajeran sus huesos, y yo los puse en la iglesia de San Isidoro de Sevilla". El cuarto fallecido (en Arequipa y un año después) fue el muy hábil y  muy notable conquistador LORENZO DE ALDANA: "Murió de otra larga y grave enfermedad; no se casó ni tuvo hijos. Dejó como herederos a sus indios, para que pagasen sus tributos. Era un hombre noble que llegó con Pedro de Alvarado al Perú". Añade que tenía dos parientes jóvenes a los que pensó dejarles en herencia una gran cantidad de dinero, pero con la obligación de trabajar. Se negaron en redondo porque humillaba su condición de caballeros nobles: "Con esto, Lorenzo de Aldana suprimió su oferta, y yo vi que ellos vivieron luego con necesidad".




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