(897) Luego se refiere Inca Garcilaso a un problema que
logró solucionar el virrey Marqués de Cañete, y habrá que resumirlo porque lo
hace extensamente, quizá debido a que le encantaba hablar de los indígenas, a
cuya nobleza perteneció su madre. Dice el cronista: "El virrey escribió al
licenciado Muñoz, corregidor del Cuzco, y a Doña Beatriz Coya, para que
pensasen en la manera de hacer la paz, mediante mercedes para los gastos de su
familia, con el príncipe Sayri Túpac,
que estaba retirado en las montañas. Doña Beatriz era tía de este legítimo
heredero del imperio inca, el cual era hijo de Manco Inca, al que mataron los
españoles. Ella envió a un mensajero, y, llegado a aquellas montañas, habló con
los tutores del príncipe, el cual no había llegado aún a edad suficiente para
tomar la borla colorada que era para ellos su corona real". Enterados del
mensaje, los indios quisieron asegurarse de que no se trataba de una trampa, y
decidieron retener al mensajero como rehén y enviar ellos el suyo adonde Doña
Beatriz, para que se informara bien, con una condición añadida. Pedían que el
mensajero volviera acompañado de Juan Sierra de Leguizamón, porque les
inspiraba confianza, ya que era hijo de Doña Beatriz y del conquistador Mancio
Sierra de Leguizamón (al que ya le dediqué una imagen). El virrey, con deseo de
acelerar las negociaciones, envió por su cuenta desde Lima al dominico fray
Melchor de los Reyes, acompañado de otro viejo conocido nuestro, Juan de
Betanzos (recordemos que hablaba quechua, y se había casado con Doña Angelina,
de noble familia inca, antigua amante de Francisco Pizarro y madre de sus
hijos).
Todos los mensajeros españoles
establecieron contacto, de forma bastante enredada por las precauciones que
tomaban los indios, con Sayri Túpac, que estuvo receptivo, pero dejando las
decisiones en manos de sus consejeros, ya que, por su edad, aún no era
emperador. El primer paso importante fue el envío de varios capitanes indios a
Lima para negociar directamente con el virrey. Fueron bien tratados, y se les
indicó las condiciones necesarias para establecer la paz. Una de ellas era que,
en un plazo de seis meses, Sayri Túpac y su gente abandonaran su refugio de las
montañas, y se establecieran en otras tierras. Al saberlo, Sayri Túpac, que ya
había obtenido la borla de emperador, se mostró conforme.
Inca Garcilaso habla de las tierras que el
virrey le otorgó a Sayri Túcac,
haciendo hincapié en que, aunque
buenas, eran una miseria comparadas con el antiguo imperio de los incas, y dice
que el príncipe y sus capitanes partieron después hacia Lima para encontrarse
con el virrey. Por el camino todos los caciques salían a saludarlo
respetuosamente. A su llegada a Lima, fue recibido con afecto por el virrey.
Después le invitó a comer el arzobispo Jerónimo de Loaysa, el cual le entregó
la cédula oficial de las encomiendas de indios que se le habían concedido, a lo
que respondió con un gesto irónico: "Sayri Túpac, terminada la comida, y
tras haber sabido las concesiones de tierras que se le hacían, tomó el mantel
de terciopelo que había sobre la mesa y, arrancando una hebra del fleco, le
dijo al arzobispo: 'Todo este paño era mío, y ahora me dan este pelito para mi
sustento y el de toda mi casa'. Con esto, se acabó el banquete, y el arzobispo y
los que con él estaban se quedaron admirados al ver comparación tan
apropiada".
(Imagen) Estamos viendo a SAYRI TÚCAC, emperador inca
(para los indios), dispuesto a aceptar del virrey Marqués de Cañete un convenio
de paz. Es buen momento para aclarar la
situación de varios emperadores sometidos por los españoles. Habrá que
distinguirlos. A diferencia de lo que ocurrió en México, donde, muerto Cuauhtémoc,
apenas hubo revueltas posteriores, en Perú la situación fue mucho más
conflictiva. Recordemos que MANCO INCA se rebeló, hacia 1537, refugiándose en las abruptas
montañas de Vilcabamba. Aprovechó las guerras civiles entre los invasores para
organizar ofensivas y cercos en todo Perú. Sin embargo, acogió a varios
españoles rebeldes, los cuales, encabezados por Diego Méndez, lo mataron el año
1544, y, a su vez, fueron masacrados por los indios. A Manco Inca le sucedió,
como acabamos de ver, su hijo SAYRI TÚPAC, quien aceptó la paz ofrecida por el
virrey. Murió el año 1560, y asumió la dignidad de emperador su hermano TITU
CUSY YUPANQUI, iniciando de inmediato otra rebeldía. Hubo nuevo acuerdo, y Titu
hasta se bautizó voluntariamente. Además, escribió en castellano una
interesante crónica, en la que cuenta cómo vio asesinar a su padre. Luego murió
de enfermedad, en 1570, pero, por falsas sospechas de envenenamiento, los
indios mataron, entre otros, a fray Diego Ortiz. Le sucedió su hermano TÚPAC AMARU I, al cual había
desplazado injustamente encerrándolo en un templo de mujeres. Se inicio entonces
otro conflicto, que fue también sofocado, y los españoles ejecutaron a Túpac
Amaru I el año 1572, siendo virrey el gran Francisco de Toledo. Esto supuso el
final de las rebeliones de los llamados 'cuatro emperadores de Vilcabamba'. Pero,
tras varios siglos de tranquilidad indígena, surgió el año 1780 la sublevación
de TÚPAC AMARU II, descendiente también de la dinastía imperial, quien se ha
convertido en gran símbolo del levantamiento contra los españoles, ya que su
lucha, además de estar empapada en el espíritu inca, pretendía conseguir una
independencia total del dominio español en Perú. Con su ejecución, el año 1781,
apenas continuaron vivas algunas llamas de las rebeliones indígenas. Otra cosa
serán las guerras de independencia lideradas por criollos, que se produjeron
entre 1811 y 1826, y lograron eliminar por completo el dominio español.
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