(916) Hernando de Soto aportó una fortuna
para financiar la campaña. El acuerdo con la Corona era repartir a medias los
beneficios que se obtuvieran. Fueron muchos los que también gastaron
importantes cantidades, y, en poco más de un año, ya estaba todo preparado en
Sanlúcar de Barrameda, puerto de salida para la expedición: "Se juntaron novecientos
cincuenta españoles de todas calidades en el puerto para ir a la conquista de
la Florida, todos mozos, que apenas se hallaba entre ellos uno que tuviese
canas (cosa muy importante para vencer los trabajos y dificultades que en las
nuevas conquistas se ofrecen). Se embarcaron en siete navíos grandes y tres
pequeños que en diversos puertos de España se habían comprado. El adelantado,
con toda su casa, mujer y familia, se embarcó en una nao llamada San Cristóbal.
En otra no menor, llamada la Magdalena, se embarcó Nuño Tovar, uno de los
sesenta conquistadores (parece referirse a quienes eran veteranos y
prestigiosos conquistadores), natural de Jerez de Badajoz. Este caballero
iba por teniente general y en su compañía llevaba otro caballero, don Carlos
Enríquez, natural de la misma ciudad. Luis de Moscoso de Alvarado, caballero
natural de Badajoz y vecino de Zafra y uno de los sesenta conquistadores,
elegido para maese de campo, iba por capitán del galeón llamado la Concepción.
En otro galeón igual a éste, llamado Buena Fortuna, iba el capitán Andrés de
Vasconcelos, caballero hidalgo portugués, natural de Yelves, con una muy lucida
compañía de hidalgos portugueses, que algunos de ellos habían sido soldados en
las fronteras de África". El cronista sigue danto nombres de capitanes
importantes: Diego García, natural de Barcarrota, Arias Tinoco, su hermano Alonso Romo de Cardeñosa, otro
hermano llamado Diego Arias Tinoco (los tres eran parientes de Hernando de Soto;
su madre se llamaba Leonor Arias Tinoco) y Pedro Calderón, natural de Badajoz,
al que acompañaba el capitán genovés Espínola, encargado de los setenta
alabarderos de la guardia personal del gobernador Soto.
No se olvida el cronista de otro grupo
importante: "Iban en la armada doce sacerdotes, ocho clérigos y cuatro
frailes. Los nombres de los clérigos que mi memoria ha retenido son: Rodrigo de
Gallegos, natural de Sevilla, deudo de Baltasar de Gallegos, Diego de Bañuelos
y Francisco del Pozo, naturales de Córdoba, y Dionisio de París, natural de
Francia, de la misma ciudad de París. Los nombres de los otros cuatro clérigos
se han olvidado. Los frailes se llamaban: fray Luis de Soto, natural de
Villanueva de Barcarrota, deudo del gobernador Hernando de Soto, fray Juan de
Gallegos, natural de Sevilla, hermano del capitán Baltasar de Gallegos (ambos
frailes de la orden de Santo Domingo), fray Juan de Torres, natural de Sevilla,
de la religión de San Francisco, y fray Francisco de la Rocha, natural de
Badajoz, de la advocación e insignia de la Santísima Trinidad. Todos ellos
hombres de mucho ejemplo y doctrina". A medida que señala nombres, va
sonando la localidad Barcarrota, de donde procedían algunos que incluso eran
parientes (deudos) de Hernando de Soto, lo que da mayor consistencia a la
hipótesis (casi certeza) de que él mismo tuvo su origen en esa población
extremeña. Como vimos, ese parentesco con barcarroteños era un argumento más de
los que fundamentaban el hecho.
(Imagen) Quien tomó nota, como testigo
presencial, de la trágica muerte en Florida de
fray Luis Cáncer y otros dos religiosos, fue el también dominico FRAY
GREGORIO DE BETETA. Volviendo al tema, podré aclarar, e incluso rectificar,
algo de lo que dije en la imagen anterior. Fray Gregorio nació en un pueblo de
León, siendo de familia rica. Fue ordenado el año 1533 en el convento dominico
de San Esteban (Salamanca). Llegó a la Indias, primeramente a Santo Domingo y
luego a México, donde se unió a fray Luis Cáncer para ir a evangelizar en La Florida.
Tengo que aclarar que, antes de que los indios mataran a fray Luis, ya había
ocurrido otra tragedia. Los primeros que desembarcaron en la bahía de Tampa
fueron fray Diego de Peñalosa y el hermano lego Fuentes, y los masacraron de
inmediato. Rápidamente, Fray Luis saltó a tierra, como dice un cronista,
"esperando que quizá la sangre de los mártires ablandaría a los
indígenas". Esa prueba de enorme valor le costó la vida, y, aunque fray
Gregorio y otro superviviente, fray Juan García, quisieron seguir la ruta de
evangelización, no pudieron hacerlo, porque el piloto se negó y dio la vuelta.
Ya de regreso, fray Cristóbal siguió con su labor misionera en zona venezolana.
El año 1551 fue nombrado, contra su voluntad, obispo de Cartagena de Indias. Se
trasladó a España y le propuso al Consejo de Indias un proyecto de asentamiento
junto al río Orinoco, fundando un poblado con colonos y treinta soldados. Había
dejado en la isla Margarita a un compañero suyo, Fray Francisco de Montesinos.
Este dato revela que, en la imagen anterior, lo confundí con fray Antonio de
Montesinos (la fuente que utilicé no decía el nombre), aunque todo lo que dije
de fray Antonio era cierto. Vuelto a las Indias en 1554, hubo una tragedia en
la que pudo haber muerto. Desembarcado con otros en lugar equivocado, fue un
batel a recogerlos en dos viajes. Traídos el obispo y algunos más, el batel fue
luego a por el resto, pero no volvió, y nunca más se supo de los cinco que
estaban en tierra ni de los ocho que iban en el batel. En 1556, consiguió del
Papa que le admitiera su renuncia al obispado. Lo suyo eran las misiones, y
tuvo la osadía de intentar de nuevo evangelizar en La Florida. FRAY GREGORIO DE
BETETA comprendió sobre el terreno que no tenía ninguna posibilidad de éxito, y
decidió volver a España, muriendo en su convento de Toledo el año 1562.
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