(917) Pero había otra poderosa flota bajo
el mando de Hernando de Soto: "Con esta armada de la Florida iba la de México,
que era de veinte naos gruesas, de la cual iba también por general Hernando de
Soto hasta el paraje de la isla de Santiago de Cuba, de donde se había de
apartar hacia Veracruz. De allí adelante iba nombrado por general de ella un
caballero llamado Gonzalo de Salazar, el primer cristiano que nació en Granada
después de tomársela a los moros, por lo que los Reyes Católicos le dieron
grandes privilegios. El cual había sido conquistador en México, y volvió como
factor de la Hacienda Imperial". Partieron del puerto el día seis de abril
de 1538. El cronista dice que iban tan bien abastecidos, que se le daba a la
gente ración doble, lo cual censura como un derroche, y lo atribuye a que Soto
se sentía feliz por llevar tan magnífico ejército y capitanes de tanto
prestigio. Aunque él ya había demostrado su extraordinaria valía en las
campañas de Perú, ahora estaba dando pruebas de su enorme atractivo como líder,
con una armada digna de lo que creía merecer.
Aparece en escena por primera vez el principal
informador que tuvo Inca Garcilaso para redactar su libro sobre la campaña de
Florida: "El primer día que navegaron, poco antes de que anocheciese,
llamó Hernando de Soto a un soldado de los muchos que llevaba escogidos para
traer cerca de su persona, llamado Gonzalo Silvestre, natural de Herrera de
Alcántara, y le dijo: 'Decid esta noche a los centinelas cómo han de velar, y
apercibiréis al condestable, que es el artillero mayor, que lleve toda su
artillería puesta a punto, para que, si apareciere algún navío de mal andar, le
disparen'. Y se proveyó todo como el gobernador lo mandó". Era buen
momento para que Inca Garcilaso aclarara que Silvestre (a quien alaba) era su
fuente de información, pero, no se sabe por qué, se resiste a decirlo. Sin duda
era un hombre joven, pues murió el año 1592.
Entonces ocurrió un estúpido incidente que
pudo haber traído gravísimas consecuencias. La nave capitana que iba al mando
del factor Gonzalo Salazar hizo algo que estaba estrictamente prohibido en el
avance de un convoy de barcos. En lugar de seguir agrupada, se adelantó sobre
todas las demás, "a tiro de cañón y a barlovento de la capitana, que por
cualquiera de estas dos cosas que los marineros hagan tienen pena de muerte".
El cronista sugiere algunas hipótesis sobre lo sucedido, todas ellas por descuido
y no con intención de hacerlo: "Pero desconcertó a Gonzalo Silvestre, que no dormía (como lo debe hacer todo
buen soldado e hidalgo), despertó al condestable, y le preguntó si aquel navío
era de la armada o pirata. Le respondió que, si lo fuera, no se atrevería a ir por
donde iba, por tener pena de muerte los marineros que tal hacían. Entonces
determinaron ambos dispararle, y al primer cañonazo le horadaron todas las
velas de proa a popa, y al segundo le llevaron de un lado parte de las obras
muertas, y, yendo a tirarle más, oyeron que la gente de la nave daba grandes
gritos, pidiendo misericordia, que no les tirasen, pues eran amigos. El gobernador se
levantó al oír el ruido, y toda la armada se alborotó y se dirigió hacia la nao
destinada a México. La cual, como se le iba el viento por las roturas que tenía
en las velas, perdió velocidad, y la capitana, que iba en su seguimiento, la
alcanzó presto, sucediendo entonces otro mal mayor que el que se había
temido".
(Imagen) Es fácil saber dónde y cuándo
nació GONZALO DE SALAZAR, porque, como dice Inca Garcilaso, fue el primer niño
al que bautizaron en Granada en 1492, aunque era descendiente de judíos
conversos. Pertenecía a una familia ilustre, lo
que le facilitó llegar a ser un protegido del más famoso secretario de
Carlos V, Francisco de los Cobos, quien lo tuvo como criado suyo, y, de esa
manera, vivió muy de cerca el entorno cortesano del emperador. En 1524 llegó a
México con el cargo administrativo de factor de la Corona, gracias también a
Francisco de los Cobos. Fue Gonzalo de Salazar quien le hizo saber a Hernán Cortés
que uno de sus mejores capitanes, Cristóbal de Olid, pensaba traicionarle en
Honduras, lo que dio como resultado que fuera ejecutado por un enviado suyo,
Francisco de las Casas, en 1524, mientras el propio Cortés viajaba como gran
señor hacia aquellas tierras, al mando de una expedición que resultó ostentosa
y desastrosa, conocida como la de Las Hibueras, en cuyo recorrido ejecutó a
Cuauhtémoc, que iba como acompañante, por sospechar que planeaba traicionarlo.
El siempre triunfador Cortés, empezaba a cometer errores, y uno de ellos fue
lanzarse a esa insensata aventura, dejando, además, México en manos
indeseables. Hubo muchos conflictos entre quienes aspiraban al mando, y uno de
ellos era GONZALO DE SALAZAR. Abundaron
los golpes bajos, y Salazar, que se alió con los impresentables oidores de la
nueva Audiencia Real, haciendo labor de zapa contra Hernán Cortés, estuvo un
tiempo apresado por sus competidores. Volvió a España en 1529, sin que le
pidieran responsabilidades, quizá gracias a su poderoso amigo, aunque le
prohibieron volver a México. Pero ahora, en 1540, le vemos regresar al mando de
una flota, y en compañía de la de Hernando de Soto, con quien, sin embargo, va a
tener un serio conflicto. Nunca se sabrá si Gonzalo de Salazar se adelantó a
propósito con su nave, dejando atrás el resto del convoy, o fue un incidente
imprevisto, pero Hernando de Soto estuvo a punto de matarlo. La imagen muestra
su expediente de méritos. Uno de ellos fue mantener preso el año 1566 a Martín
Cortés (hijo del conquistador), quien, muerto su padre, tuvo un conato de
rebelión contra la Corona. Enviado a España, no se le castigó, pero le
prohibieron volver a México, como había ocurrido con GONZALO DE SALAZAR, el
cual murió antes del año 1570.
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