(911) Nos habla Inca Garcilaso del tema de
su libro: "En dicha historia hicimos relación de las muchas y muy grandes
provincias que el gobernador y adelantado Hernando de Soto y otros muchos
caballeros extremeños, portugueses, andaluces, castellanos, y de todas las
demás provincias de España, descubrieron en el gran reino de la Florida". Como
la heroica expedición fracasó, muestra su deseo de que se intente de nuevo:
"Aunque aquella tierra tiene fama
de estéril y cenagosa, España debe ir a ganarla y poblarla, para el aumento de
nuestra Santa Fe Católica, que es lo principal, y porque es tierra que se puede
fertilizar mucho más con las semillas y ganados que de España y otras partes se
le pueden llevar".
Explica que, además de contar con Gonzalo
Silvestre como fuente de información, pudo contrastarla de otra manera:
"He tenido la versión de otros dos soldados, testigos de vista, que se
hallaron en la misma jornada. El uno se dice Alonso de Carmona, natural de la villa
de Priego. El cual, habiendo peregrinado por la Florida los seis años de este
descubrimiento, y después otros muchos en el Perú, y habiéndose vuelto a su
patria, escribió las dos peregrinaciones suyas, que así las llamó, y me las
envió ambas para que las viese". Le gustaron mucho porque, aunque eran
breves y poco organizadas, recogían los hechos fundamentales. El otro soldado
era Juan de Coles, nacido en Zafra (Badajoz), aunque desde muy joven vivió en
Barcarrota. También su narración resultaba breve y desordenada, pero, asimismo,
con datos muy valiosos. Y la había escrito por petición del franciscano Pedro
de Aguado, uno de los provinciales que tenía la orden en Las Indias, el cual,
además de vivir entregado a su vocación de misionero, se dedicaba a recoger
narraciones sobre las conquistas para enviárselas a Felipe II.
Cuando le llegaron esos escritos, Inca
Garcilaso ya tenía terminado su trabajo, pero, como buen profesional, les sacó
jugo: "Aunque es verdad que yo había acabado de escribir esta historia,
viendo estos dos testigos de vista tan conformes con ella, me pareció
importante, volviéndola a escribir de nuevo, nombrarlos en sus lugares y
referir en muchos pasos las mismas palabras que ellos dicen, copiadas a la
letra, presentando así dos testigos contestes con mi autor, para que se vea
cómo todas tres relaciones son una misma. Cotejados los hechos que cuentan con
los de nuestra historia, son los mismos; y algunos hechos los dicen con adición
de mayor encarecimiento y admiración, como los verán anotados con sus mismas
palabras". Lo cual aumenta la confianza de quienes, en el siglo XXI, vamos
a leer (resumida) LA FLORIDA DEL INCA.
Insiste Inca Garcilaso en su afán de ser
fiel a los hechos que cuenta, y, de paso, por aquello de que 'no hay mal que
por bien no venga', hace alusión a que se siente afortunado por haber fracasado
en sus deseos de triunfar en este engañoso mundo, y de que no le hubiese
concedido el Rey las mercedes que esperaba por los grandes méritos de su padre.
Saborea la vida tranquila que está disfrutando y, cosa más importante, que todo
ello le haya permitido dedicarse a algo que le apasiona: contar con honradez,
para que no se olviden, los extraordinarios hechos de los españoles en las
Indias, así como la historia y las costumbres de los nativos. Era dos hombres
en uno, por su sangre española e indígena, sintiéndose, además, tan orgulloso de
su linaje español como del peruano, que entroncaba con la dinastía de los
emperadores incas, aunque, lo que más estimó como valor esencial, fue su
espíritu cristiano.
(Imagen) Inca Garcilaso nos ha hablado de
que, además de tener como fuente de información para su crónica a Gonzalo
Silvestre, utilizó también unos relatos cortos de dos soldados de la
expedición. Uno de ellos era ALONSO DE CARMONA. Nació en Priego (Córdoba) el
año 1526. Inca Garcilaso lamentó el desorden y el reducido tamaño del trabajo de Alonso de Carmona y del otro
soldado (cuyos originales se han perdido), pero les dio tanta importancia, que
le obligaron a rehacer su propia obra, porque encontró en ellos datos relevantes
que él no conocía. Por otra parte, lo poco que se conoce de lo que escribió Alonso
de Carmona, está muy bien escrito, no en
vano era hijo del escribano de Priego, Juan de Carmona (quizá natural de la
sevillana Carmona). Alonso partió de España, con solo doce o trece años, en
1538, yendo con Hernando de Soto para la gran aventura de Florida, donde el gran capitán murió en 1542. A los sufridos
supervivientes les costó más de un año volver a México, donde fueron muy bien
tratados por el virrey. Y escribe el propio Alonso: "Nos fuimos después
todos al Perú, no tanto por sus riquezas, como por las alteraciones que en él
había cuando Gonzalo Pizarro empezó a hacerse gobernador y señor de la
tierra". Siempre fiel al Rey, participó en la batalla en la que fue
derrotado y ejecutado Gonzalo. Se estableció en Potosí sin haberse implicado en
ninguna rebeldía, y, hacia el año 1572, volvió definitivamente a Priego con sus
dos hijos, Alonso y Leonor de Carmona. Ejerció de alcalde, y vivió como un rico
indiano con las fincas que compró, dedicándose a la producción de seda y vino. Fue
allí donde escribió sus dos cortos relatos (escritos casi solo para sus
amigos), y se los envió a Inca Garcilaso (que vivía en Montilla, a solo 50 km
de distancia), el cual tuvo la honradez de copiar sus frases de forma
entrecomillada. En 1581 fundó una capellanía en la iglesia mayor, y murió diez
años después, haciendo previamente su testamento. Sus dos hijos habían
fallecido antes, y sin dejar descendencia, por lo que todos los bienes del
difunto pasaron a manos de sus hermanos y sobrinos. Injustamente olvidado
durante siglos, incluso en su pueblo natal, algunas investigaciones históricas
recuperaron la memoria de ALONSO DE CARMONA, y, no hace muchos años, se decidió
dedicarle una calle en su querida Priego de Córdoba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario